Columnas la Laguna

ANÉCDOTAS

NO, POSÍ, MARCELA

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

(A Marcela Pámanes, con respeto)

Su micrófono, Marcela, me puso nervioso; escuché más detenidamente la entrevista grabada pero no me gustó por varios motivos; la salvaron sus intervenciones de mujer guapa, práctica y con experiencia en la conducción de programas de esa naturaleza. Con el auxilio de sus preguntas bien estructuradas, me rescató de ese mar de fruslerías y estropee lo que hubiera resultado una plática más amena sin tirantez de mi parte. Pero no hubo ensayos.

Algunas de mis respuestas dan risa: cuando usted preguntó que si el periodismo mejoraba el lenguaje, le respondí, así me pareció -pos si lo mejora. Ese pos lo menciono repetidamente a lo largo de la reunión y me demostró que no hablo bien por el hilo radiofónico y que el lenguaje hablado es muy diferente al escrito. Me referí a la ortografía como parte de esa enseñanza y lo más importante: genera avances en el conocimiento gramatical y el manejo del habla se fortalece.

Por ejemplo, en un texto como el presente no escribo pos, y si se ofreciera la cita, redactaría pues. En cambio, hablando se entiende la gente y el pos es infaltable. Por lo tanto, retiro lo dicho sobre las bondades del periodismo que no van por ahí. Miento: enseña a redactar con todos sus puntos y comas en su lugar, sus minúsculas y sus mayúsculas, la prosodia y la sintaxis; enriquece nuestra cultura y el afán literario, nos lanza a la calle con libreta y pluma (en mis tiempos) y nos lleva al conocimiento general de la actividad humana. El periodista -lo dijo un afamado colega- es el eterno estudiante de la vida.

Usted no enreda con el pos ni pierde aplomo. Hay fluidez y conocimiento en sus preguntas y ayuda a estructurar respuestas. Sentí en su habla que disfruta la radio locución y ríe cuando su interlocutor se va por las ramas. Su sonrisa y su presencia, alegraron mi hogar y espero que se repita la invitación para acudir preparado y no caer en la improvisación burda. Mientras tanto, ensayo con voz suave para quitarle lo obtuso y cultivar una dicción como la suya. Sin embargo hablar con claridad y sencillez, sin turbulencias, seguramente requiere de muchos años.

Soy lagunero porque aquí nací aquí crecí y aquí me formé. Para ser más preciso, nací en El Huarache, municipio de Lerdo; me registraron en Torreón y radico en Gómez Palacio. Cursé la primaria en la escuela 20 de Noviembre y un año y medio de comercio en la desaparecida Escuela Bancaria y Mercantil. No hice estudios de secundaria y menos profesionales en mi preparación pero estoy orgulloso de mis orígenes y mi empirismo.

Me gustó Marcela, su habilidad verbal para extraer confesiones de su entrevistado y qué bueno que ya no se prolongó el encuentro, pues de otro modo me hubiera dejado desnudo, metafóricamente hablando desde luego. Hay secretos que deben guardarse pero descubrí que eso es imposible teniéndola de entrevistadora. Por algo la tienen clasificada como una "comunicadora intensa y muy preguntona".

Los este, este… los a a a…los pos pos… los de de, los lo lo lo, los repito a cada rato y no me agradó. Menos el tartamudeo y las pausas mentales al estilo AML a quien -dicen quienes no se pierden las conferencias mañaneras-, hay que darle de zapes o pasarle las manos ante a los ojos cada vez que se queda buen rato paralizado. Así me quedé yo en varias ocasiones con el micrófono a dos manos pegado a la boca, alelado.

En fin Marcela, me consuela que al final de la entrevista haya dicho que le gustó y nos felicitamos… fue profesional no cabe duda. Pero ese "me gustó" me dejó una duda: escuché más detenidamente la grabación y pos, pos, la verdá… no paso el examen del buen decir.

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