La producción de ladrillos en Matamoros es más antigua que la ciudad, la cual celebró su 93 aniversario.
Sus orígenes se remontan a 1903 y desde entonces, tanto los cocedores de la primera fábrica que se ubica sobre el periférico, como la producción, es otro de los símbolos de identidad del municipio.
Sin embargo, al igual que su otro elemento identitario, el melón, la venta de ladrillo también padece el famoso "coyotaje".
Son intermediarios entre el productor y las empresas, lo que impide mejorar la calidad de vida de quienes elaboran el producto.
"Hay muchos Coyotes y son los que nos compran, sólo el que tiene la posibilidad es el que se los lleva a vender fuera de aquí", dijo Elías Gallegos.
Su producción es de 500 adobones diarios, misma que consigue con ayuda de su hermano.
Para obtener el producto terminado, debe elaborar 12 mil adobones, que es la capacidad máxima de obrador, donde se coce el ladrillo.
En la producción de estos 12 mil ladrillos tarda en promedio 21 días.
Cada ladrillo lo vende en un peso; la inversión total ronda en los 8 mil pesos. "¿Qué tanto nos queda? Y a parte, de esa feriecita, hay que volver a empezar otra vez".
Con la llegada a la presidencia de Horacio Piña, los ladrilleros creyeron que las condiciones iban a mejorar, pero hasta el momento no ha incumplido.
12 MIL LADRILLOS
Es lo que cabe en el obrador en el que coce su ladrillo Elías Gallegos.
Sin seguridad
Los ladrilleros no tienen ningún tipo de prestación ni seguridad social. Muchos de los productores ya son grandes de edad, por lo que otro trabajo no es opción.