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Política Educativa y Desarrollo Nacional

ENFOQUE

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

La verdadera educación consiste en formar a la persona atendiendo a su fin último y el bien de la sociedad de la que es miembro. Formar seres pensantes y creativos. No simples receptores de datos y conocimientos. Educar es modelar, formar voluntades que se atrevan a cambiar el mundo y la historia. Queremos y necesitamos estudiantes que cuestionen, que repliquen, que opinen, que pregunten. En el proceso educativo no debe haber pasividad, sino actividad. Un estudiante activo será un profesional creativo.

La educación debe formar y transformar, hacer de la persona un ser valioso, modificando el entorno social y económico. Los grandes maestros, representantes del movimiento social educativo de México han coincidido, a pesar del tiempo y la distancia, que es prioritario educar al hombre preparándolo para triunfar en la vida: Gabino Barreda, José Vasconcelos, Justo Sierra, Torres Bodet, Agustín Yáñez, entre otros, postularon como valor supremo de la sociedad, el de la educación.

Se comprende entonces que el tema esté en la agenda nacional como cuestión prioritaria y de importancia capital; discusión y debate entre partidos, grupos sociales, instituciones académicas y personas interesadas, sobre cuál debe ser la orientación de la política educativa y la forma en que influye en el desarrollo nacional. La sociedad debe utilizar los métodos adecuados que le permitan a niños, jóvenes y adultos recibir una educación de calidad, indispensable para el desarrollo y el progreso, tanto personal como colectivamente.

En principio, la obligación y responsabilidad de ofrecer una educación de alto nivel competitivo es del gobierno, pero en su consecución también están involucrados legisladores, docentes, académicos, padres de familia y los grupos sociales emergentes y críticos.

No es válido considerar la educación con un criterio superficial y poco interesado, pues si la población no cuenta con los conocimientos necesarios y adecuados, el progreso del país quedará rezagado, comparativamente con los países en pleno desarrollo.

Una prioridad incuestionable que debe subrayarse, es que hay que mejorar los niveles educativos y culturales. La sociedad no puede detener su ritmo, pues el tiempo moderno no puede esperar ya que todo cuanto acontece en el ámbito social está vinculado con la educación: "Ninguna nación puede avanzar en su desarrollo más allá del límite de su educación", dijo Torres Bodet; dicho de otro modo: el desarrollo del país llegará hasta donde llegue la educación de sus ciudadanos.

El primer objetivo de la política educativa, básico por su naturaleza, es que la educación llegue a todos los mexicanos, para hacer efectivo el contexto constitucional: "Todo individuo tiene derecho a recibir educación". Tarea fundamental del gobierno es instrumentar una política educacional, estableciendo los mecanismos, métodos y procedimientos que permitan a la población que lo eligió, tener acceso a la educación.

La realidad mexicana ofrece un panorama nada agradable: todavía queda un buen número de mexicanos que no gozan de este beneficio, que no van a la escuela, que no saben aún leer y escribir, sobre todo en las regiones y entidades marginadas por el atraso y subdesarrollo.

Es demagógica y perversa la actitud de los gobernantes, cuando expresan en sus discursos oficiales que están a favor de la educación. De nada sirve esta postura, si no ponen las bases necesarias para que la educación tenga efectividad entre todos los habitantes. La divisa debe ser "Gobernar es educar".

La Constitución Política de México establece en su Artículo 3º: "La educación que imparta el Estado -federación, estados, Distrito Federal y municipios- tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano, y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia en la solidaridad internacional en la independencia y en la justicia". Este es un ideal que está todavía por realizarse. Si la educación oficial cumpliera al menos con la mitad de esta disposición, estaríamos satisfechos y nos daríamos por bien servidos.

Buen número de docentes mal preparados, sin capacidad didáctica y pedagógica que los imposibilita para formar y transformar, ni siquiera para trasmitir los conocimientos. Por consecuencia una educación deficiente, cuyos resultados son que "cada año egresan de las escuelas primarias, secundarias y preparatorias, generaciones de alumnos sin las bases necesarias para aprender y avanzar".

El problema es de origen, desde su nivel básico: alumnos que terminan deficientemente su educación primaria y acceden al segundo nivel con serias inconsistencias. El cambio a la preparatoria les representa una transformación radical, pero como sea son aprobados en las distintas materias y así llegan a las universidades y tecnológicos cargando un pesado bulto de carencias y debilidades intelectuales. Es un círculo vicioso que debe corregirse. Parece que la situación empeorará con la nueva y absurda disposición de "no reprobar, hay que pasarlos".

Preparar profesionistas capaces y competentes que puedan aportar al desarrollo del país una considerable cuota que permita el progreso y el crecimiento y hacer de México una nación próspera, grande y desarrollada. En esta tarea todos estamos comprometidos y debemos sacarla adelante por el bien de México.

Volvamos al Artículo 3º constitucional: "La educación que imparta el Estado será laica, gratuita, democrática, nacional, contribuirá a la convivencia humana y será de calidad". Aquí está expresado de manera clara y precisa cual debe ser la orientación de la política educativa, y cuáles sus objetivos para alcanzar el desarrollo.

Estamos en pleno Siglo XXI; los acontecimientos contemporáneos exigen métodos eficaces para una mejor instrucción. Con la educación se perciben los diferentes valores humanos, los cuales deben ser la base del progreso de la sociedad mexicana.

El desarrollo de un país se mide por la oportunidad que tiene su pueblo de informarse, de aprender y de enseñar; por su capacidad de producir; su libertad para juzgar la estructura social y política en la que vive y su posibilidad para transformarla.

El proyecto lopezobradorista de la cuarta transformación, si quiere tener éxito, debe comenzar por atender la cuestión educativa: más y mejores escuelas, elevar el nivel didáctico-pedagógico de los docentes; remuneraciones salariales, estímulos y promociones del magisterio de acuerdo a su capacidad evaluatoria; excelencia en los contenidos educativos que preparen a los alumnos, no para aprender memorizando, sino para alcanzar el objetivo primordial de aprender-comprender.

En función de que se logre esto, será posible hablar de una política educativa que aporte importante cuota para el desarrollo nacional.

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