Rosa Albina y sus hijas buscan a Carlos Gerardo, quien fue desaparecido el 31 de octubre de 2008.
Han pasado 11 años, pero el dolor en ningún momento disminuye. La voz de Albina se quiebra cuando dice que para ella no hay Día de la Madre, ni Navidad, ni cumpleaños, no puede haber festejos cuando hay una silla sola, porque falta su hijo Carlos.
Rosa Albina Zapata solía ser una mujer activa, tenía trabajo y parecía imparable, hasta que su hijo fue desaparecido y, aunque trata de sacar fuerzas por sus otros tres jóvenes, hay días en que la depresión no le permite ni siquiera levantarse de la cama.
Carlos Gerardo García Zapata fue visto por última vez el 31 de octubre de 2008 en el centro de Torreón, cuando un amigo de la infancia lo invitó a tomar una cerveza en un bar a dos cuadras de su casa, pero ya no regresó.
"No me voy a cansar de buscar hasta el último aliento de mi vida, aunque sea toda empastillada, porque no estoy bien de salud, le pido a Dios que me de salud para seguir, para saber algo de mi hijo", dice.
A raíz del estrés constante, Albina desarrolló fibromialgia, una enfermedad que causa dolor generalizado y cansancio. Hay días en que la depresión la invade por completo y no quiere ni salir de su casa.
Albina tuvo que ausentarse dos años de la búsqueda para atender a su marido, quien enfermó después de la tragedia y falleció. Pero sus hijas tomaron su lugar en las audiencias, exhumaciones, y hoy la acompañan.
"Es una incertidumbre muy grande no saber, por supuesto que los buscamos en vida, pero no nos hacemos fuera de la razón, lo que Dios quiera, pero necesitamos saber", dice.
La familia de Albina está rota, pero todos tratan de sacar fuerza para seguir en la lucha, para no perder la esperanza de saber algo de Carlos, aún cuando el sentimiento de vacío es algo que ya les acompaña en su rutina diaria.
"Estamos apanicados, nomás no sé de mis hijos y es un pánico, que dónde están, que por qué no llegan, y ellos también son así, estamos todos apanicados, apenas no sabemos de alguien", comenta.
Carlos era carpintero, cuando lo desaparecieron tenía 34 años. Cuando Albina fue a poner la denuncia, revictimizaron, le dijeron que seguramente su hijo andaba en malos pasos.
En su desesperación, Albina, a través de un panfleto de la iglesia dio con Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, donde ha encontrado apoyo para no dejar de buscar. "No queda de otra, vamos a seguir insistiendo hasta donde tope, vamos a ser la piedrita en el zapato del gobierno hasta que nos hagan caso", dice.
