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Insurrección fallida

LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La insurrección del pueblo Venezolano en contra de la dictadura de Nicolás Maduro, incluye una serie de intentos por derrocar al tirano que han resultado fallidos, pese al apoyo diplomático y el aliento moral que ha recibido la oposición, de parte de la comunidad internacional.

Como es del conocimiento, el heredero del gobierno autocrático heredado de Hugo Chávez, bajo el manto de la llamada Revolución Bolivariana, encabeza un sistema que en contra de su pueblo y con apoyo en el ejército y en milicianos cubanos, ha instrumentado un proceso destructor de las instituciones.

Hugo Chávez se hizo del poder por vía electoral en el año de 1998 y ya instalado en la Presidencia, desató una serie de confiscaciones que le dieron el control de los medios de comunicación y de los sectores productivos estratégicos. En diciembre de 2000, los trabajadores de la empresa petrolera estatal se lanzaron a la huelga exigiendo la renuncia de Chávez, mediante un movimiento que si bien contó con un amplio apoyo popular, fue reventado dos meses después, infiltrado por la policía política del régimen.

En abril de 2002, un grupo de militares de alto rango destituyen a Chávez e instalan a un presidente provisional, pero en forma por demás extraña, que hace sospechar que haya sido un golpe fingido, una nueva asonada saca al dictador de prisión días más tarde, lo restituye en el poder, y se desata una feroz represión en contra de opositores tanto civiles, como dentro de las propias fuerzas armadas.

La serie de golpes fallidos y sucesivos contragolpes no han hecho otra cosa más que consolidar a la dictadura, de tal suerte que Chávez permaneció en el poder hasta el fin de sus días, hasta el extremo de imponer a Maduro como sucesor.

Nicolás Maduro ha continuado a pié juntillas el plan de su antecesor y ha jugado el dedo en la boca a la comunidad internacional, con una estrategia de falso diálogo. En los sufragios de 2015, la oposición obtuvo el sesenta por ciento de los votos y dos terceras partes de los asientos en el Poder Legislativo; Maduro convocó a una nueva elección que generó la existencia simultánea de dos Legislaturas contrarias, una espuria fiel al dictador y otra legítima que lo desconoció en enero de 2019, eligiendo como Presidente a Juan Guaidó.

Más de cincuenta países del orbe han desconocido al gobierno de Maduro y han roto relaciones diplomáticas con su gobierno, al tiempo que reconocen a Guaidó como presidente legítimo. La semana pasada tuvo lugar un levantamiento militar en contra de Maduro, que al igual que al ocurrido en contra de Chávez resultó fallido, lo que tuvo como resultado una nueva persecución y masacre, en contra de quienes dieron la cara.

Pese a los buenos deseos de los amantes de la libertad, la dictadura de Maduro se consolida sin que las condiciones de equilibrio de poder dentro de la Organización de las Naciones Unidas, ofrezcan la opción de enviar fuerzas de paz o Cascos Azules, que restituyan la vida institucional en Venezuela. Lo anterior en virtud del apoyo expreso que Rusia y China, países que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, están dando a la dictadura de Maduro.

El panorama no es grato para los venezolanos, porque su futuro está en manos de los imperios. O permanecen bajo el gorilato militar de Maduro, o pronto enfrentarán una guerra internacional en su territorio patrio.

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Escrito en: editorial SALAZAR WOOLFOLK

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