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Verdades y Rumores

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EL AGENTE 007

Como reguero de pólvora corrió la noticia de la baja del flamante Tesorero del Ayuntamiento de Torreón, Hernán Sirgo, encargado de velar por los dineros (que son muchos considerando los buenos resultados de la estrategia de recaudación en áreas clave, como la Dirección de Tránsito y el Tribunal de Justicia Municipal), pero lo impactante, más que la primera baja “por motivos de salud”, es la versión del fuerte reclamo y rabieta que hizo el hijo consentido de la actual administración Poncho Zermeño al tesorero, ya que solo Sirgo y su gente más cercana eran los que tenían en resguardo los contratos con la empresa que se vio beneficiada de la compra de radios, cámaras, equipos de GPS, pantallas-monitor y demás enseres por más de 150 millones de pesos; y no había otra manera de sacarlos a la luz pública, puesto que ellos lo tenían a su resguardo, ya que estos contratos no estaban en ninguna página o portal de transparencia, esto porque entre esos contratos hay algunos que carecían de firmas.. De tal forma valió más el airado reclamo del “hijo predilecto” que las denuncias y señalamientos contra otros directores generales como Pedro Luis Bernal, de Tránsito, Rolando Anaya, de Inspección y Verificación, o Juan José Gómez, de Simas, entre otros. Ahora Hernán va a pasar a “vivir en el error” y unirse a Andrea Salmón, primera baja sensible del Ayuntamiento en este año. Incluso el hijo del alcalde, quien también quiso ser candidato a diputado y nomás no la armó en campaña, presumió entre sus cercanos el haber ganado la pelea a don Hernán. Esta baja solo deja un río revuelto al interior de la administración de don Jorge, donde afilan sus colmillos otros funcionarios como Antonio Loera, Sergio Lara y hasta la misma oposición.

Para pronto el que aprovechó el tiempo fue el regidor priista que ahora dice ser de Morena Nacho Corona, quien quiso despedir al tesorero con una serie de acusaciones de corrupción que, según dijo él mismo, denunciaría ante todos entes investigadores habidos y por haber; para ellos el regidor, que antes también fue del PAN, eso sí, sin dejar nunca sus querencias priistas, convenció a su compañera de bancada María Elena Mireles para lanzarse a la yugular del exfuncionario, y así lograr que su nombre volviera a los medios.

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Al parecer a quien le tocó aplicar la del apóstol Pedro fue al director del Órgano Regulador del Transporte Masivo en Coahuila, Alfonso Tafoya Aguilar, quien negó tres y hasta más veces a su mesías Gerardo Berlanga Gotes, luego de que esta semana varios empresarios y representantes de la ciudadanía solicitaran hablar con el jefazo de la Secretaría de Infraestructura, Desarrollo Urbano y Movilidad, para tratar más de cerca el tema del Metrobús, y a ver si de una vez por todas tiene clara la fecha en la que terminará la obra civil, ya que cada vez que viene a la región don Gerardo se limita a decir que “ya merito”. Nuestros subagentes, disfrazados de carretilla varada, nos comentan que la molestia de los pequeños comerciantes y vecinos que han tenido que sufrir por enésima vez los retrasos del eterno sistema de transporte tiene sin cuidado al esquivo funcionario, experto en evadir responsabilidades y cuya experiencia en retrasar y elevar el costo de las obras, desde sus épocas de funcionario municipal, lo han vuelto también un experto en capotear inconformidades. Solo que ahora quienes también se molestaron con el funcionario estatal fueron varios transportistas, quienes dicen recibieron información de que don Gerardo está jugando a tres bandas y privilegia en información a algunos operadores sobre cuáles son las mejores rutas, algo que empezó a hacer harto ruido entre representantes del sector transportista de la región, quienes de inmediato se empezaron a cuestionar si los intereses del funcionario ahora también abarcan el rubro del transporte. ¿Será?

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Los que se quedaron con ganas de conocer el Museo de la Revolución fueron un par de académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México que se encontraban de visita en la región a propósito de una investigación sobre la masacre de Allende. Los turistas, que pasaron tres días haciendo entrevistas y revisando archivos, decidieron esperar el mejor día para visitar un museo: el domingo. Lo curioso es que al llegar al emblemático edificio este se encontraba cerrado, y de inmediato compartieron a través de su cuenta de Twitter la sorpresa de estar frente al único museo en México que cierra el domingo y no el lunes, como acostumbran todas estas instituciones no solo en el país, sino en el mundo. Nuestros subagentes, escondidos entre uniformes de Pancho Villa, nos comentan que el museo, que pertenece a la Secretaría de Cultura de Coahuila, desde hace años decidió operar con semana inglesa, es decir, trabajar solo cinco días a la semana, y a pesar de que la secretaría, que desde hace casi ocho años encabeza la lagunera Sofía García Camil, tiene a un subsecretario de museos, Andrés Mendoza, enquistado en la nómina culturera desde que los Moreira decidieron mantenerlo en el acierto, nadie se había percatado; incluso algunos trabajadores del museo comentan que la directora, Silvia Castro, solo acude al museo un par de horas y no todos los días, para no sentirse como una funcionaria cualquiera, aunque los sueldos del personal y el mantenimiento del museo salga del bolsillo de los contribuyentes.

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Bastó levantar un poco la tapa de la alcantarilla en el IMSS para empezar a ver el enorme entramado de corrupción, tras la información de robo de medicina, falsificación de recetas médicas y quebranto de 300 millones de pesillos en la clínica 16 del Seguro Social. Nuestros subagentes, mimetizados entre pacientes de ese hospital, nos reportan que el comentario generalizado, principalmente entre doctores, es que desde hace muchos años ha existido esa forma de robo. Médicos ya jubilados, que por mucho tiempo laboraron en la 16 del IMSS, confirmaron que efectivamente el robo de medicamento es una constante y aseguran que en algunas farmacias de Torreón se podían conseguir medicamentos oncológicos, los del VIH, para Hepatitis C y equipos de sondas especiales procedentes del IMSS, y que eran los doctores del Seguro Social quienes los promovían, indicándoles a sus pacientes las farmacias donde los podrían comprar. Incluso, hay quienes dicen que también los encargados de recibir la comida para la cocina del instituto se llevaban la carne y las barras de queso a sus casas y, en el caso de los artículos de limpieza, trapeadores, escobas, jabones, aromatizantes, etcétera, eran enviados para surtir negocios particulares de gente que trabajaba en la institución. Curiosamente, días antes de las auditorías que se practicaban en el IMSS, ocurría un “robo”, difícil investigar tomando en cuenta que las cámaras de vigilancia siempre estaban descompuestas. Otro caso que se suma a las prácticas de los pilluelos es el de las almohadas y sábanas que se llegaron a ver en clínicas privadas, muy fácil de ver, pues exhibían el águila del IMSS.

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La cosa no para ahí. Hace días, algunos de nuestros agentes, que se presentaron en las afueras de la 71, se enteraron de que hay médicos del IMSS que están cobrando por intervenciones quirúrgicas que se practican en la clínica de especialidades. Curiosos, nuestros investigadores contactaron a los familiares del paciente y, sí, efectivamente el cobro fijado por el doctor era de 80 mil pesos para extirparle un cáncer del páncreas lo antes posible a una persona que estaba programada para esta operación en el mismo Seguro Social hasta dentro de tres meses. La oferta del médico era que él hacía la intervención y que los exámenes practicados por fuera se los harían válidos para operar cuanto antes.

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