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¡HAGAMOS PATRIA!

¡HAGAMOS PATRIA!¡HAGAMOS PATRIA!

Necesitamos analizar los acontecimientos recientes de nuestro país para comprender y asumir objetivamente la situación y proyectar hacia nuevos rumbos nuestro porvenir. La gestación y el crecimiento de nuestra nación es un proceso siempre prolongado y nunca totalmente acabado, con luces y sombras que hay que ver con espíritu generoso y agradecido hacia quienes contribuyeron a construirla.

Los cambios en la presidencia y en las cámaras legislativas a nivel nacional y las situaciones electorales de nuestra región, deben estar bajo la lupa de todos nosotros para actuar e influir en ellas. La democracia no termina con las elecciones: participar, organizarse, protestar, trabajar, promover… todo lo que sea necesario para construir este México nuestro. Las reformas liberales de los últimos gobiernos, no han satisfecho las expectativas prometidas de crecimiento económico ni el proceso democrático ha dado los frutos esperados. La lucha política ha exacerbado las diferencias de una sociedad desencantada con la derecha, dominada aún con la corrupción, la impunidad y la violencia y que no ha visto una alternativa novedosa en la izquierda.

Ante la difícil situación, no podemos despreocuparnos de nuestro país. Es un deber incontestable buscar con una perspectiva histórica amplia, una mejor comprensión de los sucesos de nuestra patria, no siempre bien interpretados por ideologías o sistemas de pensamiento presentes en nuestro México actual.

Una clave de interpretación de nuestra historia es la optimista que se basa en la confianza de que ésta, aunque depende mucho del recto uso de nuestra libertad, es llevada bajo el dominio de un poder que interviene en ella, que nos hace creer que el bien es mas poderoso que el mal, que la vida vence la muerte y que el amor vence al odio. No es un sosegado y apacible estar en la indiferencia, sino una exigencia de cada uno de nosotros de optar por la participación en esta dinámica y entrar con esta actitud a construir nuestra nación. La presentación por parte del gobierno actual del plan nacional de desarrollo, hace necesario pensar cuál es el proyecto nuevo que nos pide nuestra nación. Un proyecto que antes de reflejarse en la vida social, exige pasar por el ámbito de la conciencia personal, de las convicciones, de los estilos de vida que lleven a una transformación personal profunda de actitudes, a un cambio de mentalidad que transforme e impacte la propia vida y el entorno social. Este cambio renueva el modo como vivimos y como nos responsabilizamos de la realidad que nos toca afrontar.

Hacer patria es promover todo aquello que el país necesita para afinar y desarrollar sus innumerables cualidades físicas y espirituales. Construir un ambiente a la altura de su dignidad y lograr transmitir sus valores de manera vital a las nuevas generaciones. Cada comunidad desarrolla su propia cultura con peculiaridades que proceden de su historia, su geografía y su particular idiosincrasia. La nación mexicana, desde este punto de vista, es una realidad cultural, que no puede ignorar elementos importantes que manifiestan su profunda herencia y su particular modo de ser como pueblo, marcado de manera directa o indirecta por los valores que provienen de sus raíces culturales como la religión, el lenguaje, las costumbres, las leyes, la alimentación y en general todo lo que ha contribuido y sigue contribuyendo a delinear el perfil de nuestro pueblo.

La nación es una realidad sociocultural anterior al Estado. Lo trasciende. No es sólo su gobierno o sus ciudadanos actuales, sino una realidad profunda que posee una soberanía que debe ser interpretada con base en la continuidad del mismo pueblo que conforma esta nación. Esto muestra que las estructuras del Estado para cumplir con su fin, deben colocarse al servicio de la nación y no viceversa. De este modo, México no necesita un "proyecto de nación", sino "un proyecto al servicio de la nación", que permita proponer lo más valioso de lo que hemos sido para poder darle auténtico futuro a lo que actualmente somos. En este esfuerzo, el compromiso nuestro y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad es esencial. Todos somos protagonistas de nuestra historia, nadie debe quedar fuera de esta activa y consciente construcción de nuestra nación. No dejes que otros la destruyan o hagan de ella algo que tú no quieres. Para avanzar en la agenda social y política de nuestro país, es preciso reconocer e implementar mecanismos que garanticen la participación activa de todos los ciudadanos, buscando en el respeto mutuo un equilibrio social, libre de nuevas esclavitudes y dependencias. Es fundamental que estos criterios democráticos se vean reflejados en las leyes que nos rigen. Una ley que pasa por encima o no reconoce las implicaciones de la dignidad humana y la libertad de los ciudadanos, debe ser corregida. Exigir a la nueva legislatura leyes para México y para los mexicanos, independientemente de intereses particulares o de partido.

No son acontecimientos históricos como la Independencia o la Revolución, sino los tiempos intermedios de paz, los que en realidad han permitido realizar obras culturales duraderas. Valoramos la búsqueda de la libertad y la identidad en la Independencia; la justicia y la democracia en la Revolución Mexicana, pero los incorporamos a otros valores que nos permitan responder a las nuevas exigencias de esta realidad histórica que vive nuestro país dentro de un contexto global.

Un pueblo logra su auténtico desarrollo cuando actúa en fidelidad a los aspectos esenciales de su identidad cultural, que están en consonancia con los principios constitutivos de la persona y su dignidad. Justamente en este camino de desarrollo, cada uno de nosotros tenemos un aporte original que debemos ofrecer a nuestra nación. ¿Cómo está actualmente el país?

El reto está en destruir los pactos que inhiben el crecimiento económico (sindicatos, monopolios, gobiernos corruptos…), tapar las fisuras de nuestra democracia y superar las desigualdades sociales. La reforma política comenzada en 1977 no llega al cambio prometido por falta de sentido de ciudadanía.

Está aún pendiente el debate sobre reformar o mantener las instituciones heredadas del régimen autoritario. El 10% de la población concentra el 41.3 por ciento de la riqueza nacional, manteniendo su vigencia 200 años después la afirmación del barón de Humbolt de que la Nueva España era "la tierra de la desigualdad".

A pesar de la diversidad étnica y cultural, representa un componente fundamental de la identidad mexicana, la situación de los pueblos amerindios (15,700,000 personas) no está resuelta entre otras cosas porque se enseña a admirar al indígena ancestral, pero se ignora y discrimina al indígena presente.

No hay soluciones rápidas ni fáciles para salir de la situación de violencia. El estado sigue estando rezagado para el combate a los grupos mafiosos. Buena parte del fracaso está en la falta y/o en la ineficiente colaboración de autoridades y policías locales.

La seguridad, la emigración y el narcotráfico marcan la agenda de las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos. Buena parte de la "relación especial" de cooperación, se basa en la repercusión directa que la estabilidad económica, política y social en México ejerce sobre la seguridad en la frontera.

Estos son algunas de las tareas para hacer patria. Conociéndolas y actuando en ellas podremos construir el México que deseamos.

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