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Paraíso ensangrentado

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LUIS F SALAZAR WOOLFOLK

El golpe terrorista en Sri Lanka, que el pasado Domingo de Pascua dejó un saldo de doscientos noventa muertos y quinientos heridos, en ocho ataques simultáneos en templos cristianos y hoteles de su capital, Colombo, revela que la persecución en contra de los cristianos en Asia y en otras partes del mundo, por causa de su fe religiosa, es una lamentable realidad.

El antiguo Ceylán hoy Sri Lanka es un paraíso tropical, de los que inspiraron al novelista Emilio Salgari, que ocupa una isla de sesenta y cinco mil kilómetros cuadrados, con superficie y forma similares a las del Estado de Nuevo León. En el mapa mundial aparece al extremo sur oriental de la India, por lo que goza de una posición estratégica en las rutas comerciales entre Asia Occidental y el Sudeste Asiático, lo que la hace apetecible para las potencias imperiales de todos los tiempos.

El país cuenta con veintiún millones de habitantes; el setenta por ciento son budistas, el quince por ciento hinduistas, el ocho por ciento musulmanes y un siete por ciento practica la Fe Cristiana. El Cristianismo llegó a la Isla con las expediciones de portugueses, españoles y holandeses que establecieron enclaves en el Siglo Diez y Seis, y que fueron desplazados por la Corona Británica que en 1815 consolidó un poder hegemónico, dando lugar a un dominio colonial que se prolongó hasta 1948, en el que el país logró su independencia.

En la actualidad Sri Lanka constituye un estado de bienestar de tendencia social demócrata, basado en un sistema republicano de partidos, que vive bajo la tensión generada por la competencia de India y China como potencias dominantes en la región, a lo que se agrega la Guerra Santa Islámica. La última crisis política tuvo lugar a fines del año pasado, en que el presidente de la república disolvió el Parlamento y destituyó al Primer ministro que fue substituido por un elemento afín a los intereses de China, lo que fue visto como una forma de golpe de estado que resultó fallida, porque se resolvió mediante la restitución de las cosas al estado que guardaban antes de la maniobra presidencial.

La crisis referida y la influencia de las potencias que inciden sobre la política local, ofrecen el marco político en el cual, ocurren los atentados terroristas en comento. Los servicios de seguridad del Estado, señalan como responsable al grupo islámico yihadista denominado National Thowheed Jamathla (Organización Nacional Monoteísta), que de ser poco conocido antes de los ataques del Domingo de Pascua, cobró notoriedad por ser considerado éste, el evento terrorista más sangriento desde la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2011.

Dado que la comunidad religiosa afectada, constituye una minoría pacífica que no implica amenaza alguna para ninguno de los protagonistas políticos del país, es de sospechar que los ataques sean una provocación en contra de los intereses geopolíticos de las potencias occidentales a saber: Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Europea, en un momento en que el gobierno de Donald Trump reconoce a Jerusalén como capital del Estado Judío, así como el derecho de Israel a ocupar los Altos del Golán.

La Yihad tiene su propia agenda que aprovecha conflictos de todo tipo para pescar a río revuelto, con el objeto de minar las bases de la democracia en el mundo, agredir a la cristiandad y sembrar el terror entre quienes piensan de modo diferente.

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