Gómez Palacio, es sin duda, un territorio privilegiado en la historia de nuestra país, sus tierras han sido protagonistas en acontecimientos memorables, unos infaustos y otros gloriosos, como los que se sucedieron en el Siglo XIX y en los cuales participaron dos de nuestros más grandes próceres: "El Padre de la Patria", don Miguel Hidalgo y Costilla, en la etapa de la Independencia Nacional y también en los tiempos de la Reforma con el "Benemérito de las Américas" don Benito Pablo Juárez García, quien encabezaba a la República Itinerante en defensa de nuestro patria ocupada y amenazada por la injusta invasión francesa, hechos que sin embargo, dieron la pauta para demostrar el nacionalismo, la solidaridad y la fraternidad de la gente de estos terruños, para esos gigantes de la libertad y justicia de los mexicanos.
Sucedido el movimiento de Independencia de Dolores, una de las etapas más gloriosas que se han vivido en México, en enero de 1811, después de la derrota insurgente en el Puente de Calderón, no tuvieron más salida que retirarse rumbo al norte, allí, fueron traicionados por Francisco Ignacio Elizondo, personaje siniestro que pretendía ser teniente general de esas fuerzas y al no lograrlo, se pasó secretamente a los realistas, para fraguar la detención de los seguidores de Hidalgo en el paraje llamado de Nuestra Señora de Guadalupe de Baján, conocido como Acatita, Aguaje o Norias de Baján en el actual municipio de Castaños, Coahuila. A consecuencia de esa celada el 21 de marzo de ese año, los caudillos de la Independencia fueron aprehendidos y trasladados a Monclova, donde los realistas fueron instruidos de conducirlos hacia Chihuahua el 26 de marzo, cruzando los agrestes desiertos a pie y encadenados, con guardias de vista a sus espaldas, que los acicateaban con sus lanzas.
Los dirigentes de la Insurgencia encabezados por el señor Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama; el Clérigo Mariano Balleza, José Santos Villa, Mariano Hidalgo, José Mariano Jiménez y Mariano Abasolo, iban custodiados por el teniente coronel y gobernador de Texas, Manuel Salcedo, para hacerlos llegar a Chihuahua donde se les formaría juicio. Al arribar a Parras, siguieron por el camino que va a La Peña y llegaron al Álamo, hoy Viesca, Coah. Separando a varios prisioneros como los clérigos: Ignacio Hidalgo y Mariano Abasolo, además de los frailes Pedro de Bustamante, Carlos Medina, Bernardo Conde e Ignacio Jiménez, fueron llevados a Durango, por el rumbo de Cuencamé el 3 de abril de 1811, conducidos por el capitán Juan Francisco Granados quien los entregó en la cárcel conventual del templo de San Francisco, bajo sentencia de muerte, pero para poderlos ejecutar era necesario degradarlos, para que fueran considerados únicamente como hombres a fin de poder fusilarlos por la espalda como traidores al Rey, a la Patria y a la Religión, delitos de los que eran acusados los partidarios de la Independencia. Su ejecución se demoró ya que el Obispo de Durango Francisco Javier de Olivares y Benito, se negó a degradarlos y trató de salvar sus vidas y que les redujeran su condena. Intercediendo también por el Padre Hidalgo ante la Corte, por su influencia al pertenecer al Consejo de su Majestad, siendo inútiles sus esfuerzos en el caso del señor Hidalgo y aunque se valió de distintos argumentos para retrasar la ejecución de los religiosos, no resistió a sus malestares pues era un anciano de 84 años y falleció el 26 de febrero de 1812. Perdiéndose las esperanzas de los presos, que cinco meses después, el 17 de julio de 1812, fueron sacrificados en La Cuesta de la Cruz un lugar cercano ubicado al norte de la ciudad de Durango. Para poder hacerlo, las autoridades resolvieron el problema: quitándoles las vestiduras de religiosos y no disparándoles a la cabeza, entregando los cadáveres al cura del Santuario de Guadalupe y sepultándolos por una recolección de limosnas.
La caravana principal de prisioneros sufriendo toda clase de vejaciones, llegaría a el 4 de abril a la ranchería de Santa Ana de Hornos, en Viesca, Coah., y el día siguiente al Gatuño, hoy Congregación Hidalgo, Coah., arribando a nuestras tierras de San Sebastián, Dgo., la mañana del 8 de abril, en ese lugar del actual municipio de Gómez Palacio, el Padre de la Patria fue encadenado a un sabino que aún existe, y ese mismo día la tropa y sus cautivos pernoctaron en el Rancho de San Fernando. Al día siguiente salieron rumbo al Real de Mapimí donde permanecerían hasta el 18 de abril y luego pasando por La Cadena, Pelayo y el Derrame, dejaron tierras duranguenses para llegar a su destino final el día 23 de abril, el Padre Hidalgo enfrentara la degradación y un juicio lleno de sevicia, que culminó con su fusilamiento al amanecer del día 30 de julio de 1811 y posterior decapitación, para ser exhibida su cabeza durante diez años, como escarmiento y escarnio.
En 1960, al conmemorarse 150 años del inicio de la Guerra de Independencia, El ex presidente de la República Lic. Adolfo López Mateos, ordenó construir 260 monumentos llamados Estelas de la Independencia, como la que aquí acompaña a la estatua de Don Miguel Hidalgo y Costilla, designando una comisión de especialistas para señalar los puntos importantes que conformaron la ruta de los insurgentes, desde el pueblo de Dolores, Hidalgo, hasta Chihuahua, lugar del sacrificio del señor Hidalgo y demás héroes y colocar esos monolitos en los lugares correspondientes.
Las bellas esculturas fueron cinceladas en el taller de artesanías de Bellas Artes, dirigido por los grandes escultores mexicanos José y Tomás Chávez Morado. En la cúspide se colocaron cabezas de águila, señalando con su pico la ruta del Padre de la Patria, con la palabra LIBERTAD. Es oportuno recordar que el monumento del Padre de la Patria, que también aquí se encuentra, fue colocado en 1910, en el cruce de la avenida Hidalgo y calle Centenario, lado sur poniente de la plaza de armas de Gómez Palacio, con motivo de la celebración del primer centenario de la Independencia Nacional y a la vez, para cambiar la nomenclatura de las calles que casi en su totalidad ostentaban nombres de ciudades o provincias españolas.
Con plena conciencia de que no existe mayor muestra de gratitud a nuestros próceres, que el respeto y la admiración que les rindamos las generaciones presentes. Conmemorar esos acontecimientos y resaltar el carácter indomable, la valentía y el patriotismo de nuestros caudillos, no solo es un deber de nosotros como mexicanos, sino además una necesidad imperiosa para fortalecer nuestra nacionalidad y cultura popular, sustentada en los valores patrios y en una firme educación que fomente el sentido crítico de la reflexión y el compromiso social, en la búsqueda incesante que tenemos de mejores condiciones de vida y de acceso a un ambiente de paz, equidad y justicia.
Con la gran satisfacción y el enorme orgullo de que Gómez Palacio ha sido escenario de grandes hazañas y destacados acontecimientos históricos, citábamos al principio de esta crónica que el mes de septiembre de 1864 la Hacienda de Santa Rosa de Lima tuvo el enorme privilegio de recibir a la República Itinerante, representada por don Benito Juárez en su peregrinación combatiendo a las fuerzas invasoras francesas, dándole el apoyo y la generosa hospitalidad de nuestro pueblo patriota y desde luego, del propietario de ese predio don Juan Ignacio Jiménez simpatizante de la causa juarista. Años después, el nuevo dueño don Santiago Lavín Cuadra cambió las instalaciones agrícolas y el casco de la hacienda, a lo que hoy conocemos como la Colonia Santa Rosa y tuvo la enorme visión de permitir el paso de las vías del Ferrocarril Central Mexicano por sus terrenos, permitiendo la incorporación al progreso mediante la comunicación y el comercio, el año de 1883, en que Gómez Palacio y La Laguna quedaron unidos por ese medio al crecimiento definitivo, a la modernidad y la transformación total de sus formas de vida, luego, a más de dos décadas, vio nacer igualmente la inconformidad contra el gobierno porfirista, con la rebelión del pueblo gomezpalatino el 20 de noviembre de 1910, contribuyendo a la caída del tirano, generándose la lucha armada y obteniendo el orgulloso título para Gómez Palacio de, "Cuna de la Revolución Mexicana". Ejerciendo para su desarrollo, su vocación industrial, que, aunado a su tradicional desempeño, agrícola y agropecuario, la sitúan en un lugar de privilegio en la nación.
Agregando que fue también en nuestro municipio donde se inició en 1936 la Reforma Agraria, y el Reparto de Tierras a sus legítimos propietarios los campesinos, por ese gran gobernante general don Lázaro Cárdenas del Río, el mayor personaje entre los mexicanos, en atender esa demanda de los marginados, que han tenido la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida y aprovechar la facilidad de alcanzar una existencia más digna y prospera, al contar con los medios de educación suficientes y al alcance de las clases con menores posibilidades.
Así en el caminar de los tiempos por estos terrenos, nuestra gente sencilla y humilde, ha sabido responder cuando ha sido necesario con su sacrificio y con su esfuerzo, dejando constancia firme y determinante de agradecimiento para aquellos que entregaron generosamente sus penurias y hasta su vida, para lograr que las futuras generaciones pudieran contar con una nación libre, democrática, prospera y justa. Como se hace ahora, al recordar que nuestra nación le reconoció al Padre de la Patria don Miguel Hidalgo y Costilla, aún en sus momentos de desgracia y penalidades, toda su grandeza de caudillo y su valentía, para tratar de librarnos de la opresión de la conquista hispana. Quede entre nosotros una veneración permanente al Padre Hidalgo, por su cariño hacia el pueblo de México.
