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AGUA: ÚTIL Y HUMILDE Y PRECIOSA Y CASTA

Arturo Macías Pedroza

Al mencionar el presidente López el problema del agua en La Laguna, trajo como consecuencia el enfrentamiento de quienes viven directa o indirectamente de la producción lechera (que no son pocos), contra quienes se preocupan por la calidad y disponibilidad del agua (que es un problema grave en La Laguna). Este enfrentamiento parece que no es tanto chairos contra críticos del gobierno, pues los laguneros somos apasionados, pero no fanáticos de una u otra causa. Pero parece que sembrar cizaña y no el beis-bol, es el deporte preferido del mandatario con un buen porcentaje de efectividad para dividir, cuando lo que necesita precisamente el país es la unión de todos los mexicanos, para poder enfrentar los grandes retos de una necesaria transformación que tiene muchas inercias y resistencias nacionales y mundiales.

Por ser comunidad del desierto, sabemos la importancia de ser custodios del agua en todas sus formas. Los productores lecheros, cárnicos y forrajeros serían los primeros interesados en el aprovechamiento sustentable del agua. El gobierno tiene la oportunidad de cumplir su promesa de combatir la corrupción en este campo y corrigiendo irregularidades en la explotación de los mantos acuíferos, poner en primer lugar el interés común y la planificación a largo plazo superando excesos, componendas y políticas que obedecen más bien a intereses particulares o al lucro desmedido en detrimento del medio ambiente, con normas protectoras claras aplicadas con castigos ejemplares y libre de impunidad.

El apoyo con recursos por parte de la federación a las comunidades del sur del país (que también son México), no tiene por qué basarse en un antagonismo. Cada pieza de esta polícroma nación tiene sus cualidades y necesidades. Gobernar no es sólo repartir recursos, sino promover el desarrollo con un estado unificador, serio, sabio y con proyecto claro.

El título de esta columna es tomado del cántico de las criaturas de San Francisco de Asís. El agua es útil y humilde y preciosa y casta porque precisamente está en la base de la vida humana; es el elemento unificador de los ecosistemas. Su utilidad no radica en su valor económico comercial, sino en su valor de sustento para la vida y el agua es humilde no sólo porque no se ve o se diluye en la vida de los seres, sino porque expresa de manera nítida el valor y profundidad de la vida que tiene que ver con la transparencia; el agua, por humilde, representa el signo de la verdad; el agua es preciosa porque manifiesta el don preciado de la gratuidad, tan olvidado en la era del mercado, pues el agua no se le debe negar a nadie; el agua es casta no porque sea intocable, sino porque lo que toca puede ser fecundo, lo hace bello y lo hace bueno. La hermana agua continúa la obra liberadora del Creador.

Porque nos preocupa el deterioro ambiental asumamos juntos, lecheros y no lecheros, el desafío de responder a dicho deterioro; alentemos los cambios posibles de mejor trato y cuidado del agua, elemento fundamental para el desarrollo de la vida humana y de los ecosistemas de la Tierra. Aunque corresponde al Estado el manejo y aprovechamiento del agua, requiere la participación, armónica y responsable, de todos los sectores de la sociedad.

Siendo nuestro México uno de los siete países megadiversos del mundo está al borde de una grave crisis de aprovechamiento y manejo del agua. Las principales fuentes de abastecimiento de agua potable del país se están agotando; unas se encuentran convertidas en focos de infección y otras están casi secas o en límite de su vida útil. 78% de las aguas residuales y el 85% de las industriales se vierten en los cuerpos de agua naturales sin tratarse (sólo se trata el 24%); en las redes municipales se fuga el 50% del agua; 55% del agua agrícola se pierde por evaporación e infiltración; el 83% del volumen total del agua en México se destina al riego, el 12% al abastecimiento de agua para uso doméstico, el 3% al uso industrial y el 2% a la acuacultura.

El agua viva como don de Dios nos conduce a repensar las cosas, a recrearlas. La visión materialista de las cosas y del ser humano, produjo una crisis en la que la razón nos impide recuperar el valor efectivo de los símbolos. Urge recuperar el símbolo del agua como don de Dios. Ante la tendencia de la mercantilización y privatización del agua, es necesario hacer notar su carácter de gratuidad y denunciar la voracidad de las empresas que pretenden privatizar el vital líquido. El utilitarismo, ponerle un valor comercial, es atentar contra la misma dignidad de la vida humana.

¿Cómo utilizamos el agua? Lo que hoy hacemos, tiene repercusiones futuras que requieren pensar globalmente. El agua es patrimonio de la humanidad, es un derecho humano y tiene que estar garantizado para todos los pueblos y para todas las personas. Las políticas publicas en manejo del agua, educación, producción de alimentos, alimentación y salud pública, deben incorporar la visión de interdependencia de todos los seres y ecosistemas. El estado debe tener la capacidad de generar las políticas adecuadas y llevarlas a la práctica, construir sistemas de gestión coherentes y la administración adecuada, construir consensos en vez de divisiones.

¡LA LAGUNA ES UNA!

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