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'Tenía que sacar adelante a mi hijo'

Rosario Ordaz tiene un hijo de 21 años con autismo y pertenece al grupo Familia Azul

Alex tiene 21 años de edad y de la mano de su madre 'Chayito' ha recorrido un díficil camino para sobreponerse a su condición, pues tiene autismo. (MARY VÁZQUEZ)

Alex tiene 21 años de edad y de la mano de su madre 'Chayito' ha recorrido un díficil camino para sobreponerse a su condición, pues tiene autismo. (MARY VÁZQUEZ)

MARY VÁZQUEZ

"Cuando me dieron el diagnóstico fue muy duro y lloré mucho. Me acuerdo que mi mamá me dijo: 'bueno, mija, ya sabe lo que tiene el niño, llore todo lo que tenga que llorar ahorita, pero mañana se levanta, se pone bien bonita y se me va a hacer todo lo que tenga que hacer por ese niño, a darle duro con esas terapias para que él esté bien", recuerda Rosario Ordaz, quien tiene un hijo autismo, grado dos.

Alex ahora tiene 21 años de edad y apoyado por su familia, pero principalmente de la mano de su madre "Chayito" ha recorrido el largo y difícil camino para sobrellevar su condición. Ahora el joven cursa la preparatoria en el sistema abierto, que además le ofrece una capacitación para el autoempleo, incluso ha logrado un importante avance: ya es capaz de "moverse" solo por la ciudad, tomar los camiones para ir a la escuela o acudir a otros lugares para frecuentar a sus amigos.

Rosario platica que Alex es su primogénito, pues tiene otro varón de 16 años que también presenta una condición especial, el síndrome de Asperger, pero afortunadamente no requiere de la misma atención que el hijo mayor y eso le ha permitido tener la fuerza suficiente para enfrentar la situación, con dos hijos.

Cuenta que Alex fue un niño muy deseado, puesto se casó un poco mayor (27 años) y pese a que ella y su marido buscaron rápidamente "embarazarse", no lo lograban y ella empezó a preocuparse. Tal era su desesperación de no poder ser madre que constantemente y "con todo el corazón" le pedía a Dios que le mandara un hijo y así fue, un buen día el doctor le dio la noticia de que estaba "encinta".

Desde luego la noticia la llenó de felicidad y cuando el niño llegó, su marido y ella estaban muy contentos, pero pasó el tiempo y ella notaba ciertas cosas "raras" en el pequeño, pero no le dio importancia.

Fue cuando el niño tenía dos años que acudió a una piñata y al día siguiente recibió la llamada de una amiga que le dijo que tenían que platicar, que era algo importante, pero que no se alarmara.

La plática fue en la casa de Rosario y su amiga Miriam le contó que el día de la fiesta su hermano, quien era psicólogo, había analizado el comportamiento del niño y que había notado que presentaba ciertos rasgo de autismo, por lo que le sugirió que lo llevaran a un especialista.

El diagnóstico se confirmó y Rosario cuenta sintió que su mundo se "venía abajo", por su cabeza pasaron muchas cosas y desde luego creyó que no tendría la fortaleza para enfrentar todas las dificultades que en adelante se presentarían, pero cuenta que siempre ha tenido el apoyo de su marido y su familia.

Buscar escuelas que aunque no tuvieran maestros especializados, que se adaptarán un poco a las necesidades de Alex, terapias, tratamientos, enfermedades, recaídas, han sido parte del camino y acompañamiento que Rosario ha tenido que recorrer para que su hijo salga adelante.

Incluso recuerda que producto de un medicamento que le dio un neurólogo, cuando Alex tenía 7 años de edad, le provocó una afectación en su salud que lo mantuvo un mes hospitalizado, pues le bajó las defensas y el niño presentó erupciones en la piel, que luego se le complicaron con bronquitis e infección en los ojos.

El pronóstico era reservado y llegó un momento en que los doctores le dijeron que si sobrevivía sería un milagro, pero el pequeño se sobrepuso y para Rosario el mensaje fue claro: el niño era tan fuerte que ella no tendría que permitirse "bajar la guardia".

"Cuando yo empecé en este camino no había todo lo que hay ahora, al menos en la actualidad hay más especialistas. Aunque pocas, ya hay escuelas que reciben a niños con autismo. Yo muchas veces me sentí derrotada, pero yo no podía permitírmelo, tenía que sacar adelante a mi hijo, afortunadamente tengo un gran marido, tiene buen trabajo y hemos salido adelante, pero también veo que hay personas que su situación es mucho más difícil por su situación económica, porque los tratamientos y terapias son muy caras".

Rosario comenta que en realidad hay muy pocos espacios para la atención de los niños en esa condición. Existe el Centro de Autismo, pero no tiene tanta capacidad de atención, además de que reciben solo a aquellos que no tengan problema de lenguaje, existe el CRIT pero según se comenta no reciben a pacientes con autismo.

Ante ese panorama, los padres se han visto obligados a organizarse para abrir algunos espacios, incluso formaron un grupo de apoyo denominado Familia Azul, en donde se comparten experiencias y orientan a aquellos padres que apenas empiezan a recorrer el camino con sus hijos.

Incluso refiere que a nivel nacional no existe una cifra de las personas con autismo.

En La Laguna se estima que puede haber algunas 3 mil, a ese grado las instancias de salud han ignorado su situación, señala.

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