Existe un sinnúmero de factores implicados en la presencia o ausencia de la salud mental en la población, desde aquellos que involucran al individuo como aquellos que pese a estar fuera de su control impactan indirectamente en esta variable. Incluso unos de ellos pasan desapercibidos o son vistos como estímulos neutros que poco o nada afectan en la vida cotidiana. Sin embargo, con el paso del tiempo se ha demostrado que la forma en que están organizadas las ciudades o de unidades habitaciones si tienen un impacto no solo en la rutina de las personas, sino también en la salud física y mental de quienes en ellas habitan. Por poner un ejemplo sencillo alguien que vive en un lugar pequeño lejos de áreas de esparcimiento le será más complicado realizar actividad física que alguien que tiene donde hacerlo, pese a que en estas situaciones la voluntad y recursos también juegan un papel importante, las disposiciones de las construcciones facilitan o dificultad dichas actividades.
En el caso de la salud mental cuesta un poco más de esfuerzo visibilizarlo, ya que por definición no se trata de un constructo matérico, pero sus consecuencias si pueden hacerse notar con mayor facilidad, para ilustrarlo puede ayudar imaginar una vialidad demasiado concurrida, esta se traduce en estrés durante el camino que aumenta las posibilidades de accidentes, ahora que sin llegar a consecuencias de ese tipo el estrés puede manifestarse en la persona como dolores de cabeza, tensión muscular, dificultades para concentrase o hacerse más lento el tiempo de respuesta. Si a esto le es sumado un trabajo de oficina en el cual los espacios son limitados o con posturas prolongadas sin cambios esto solo aumenta los síntomas. Si bien la ergonomía se enfoca en crear ambientes y mobiliario pensando en la persona como prioridad son pocos -aunque van en aumento- los que tomas estas precauciones.
En el caso de las viviendas, un patrón que se ha venido desarrollando a lo largo de los años es el de casas en espacios muy pequeños que pese a solucionar la cuestión de generar casas a costo accesible, desencadeno otro tipo de problemáticas. Una de ellas es la escasa privacidad que tienen tanto los que están dentro de la casa entre ellos mismos como en relación a los vecinos. Si bien pareciera una problemática secundaria, en los casos de abuso -en sus diferentes especificaciones- se ha encontrado evidencia de que quien lo realiza es alguien del círculo cercano a la familia y se facilita cuando los límites de la privacidad están difusos. Aunado a cuando la capacidad de la casa es rebasada, como lo demuestran los censos realizados por el Inegi. Caso contrario sería que en pro de la seguridad aislar cada vez más las viviendas, práctica que aumenta en algunos sectores y que le da plusvalía a la vivencia por estar en un sector cerrado. Y que desde el trabajo en psicología clínica solo abona a las ideas irracionales de que el mundo es un lugar peligroso y de potencial daño independientemente de las evaluaciones de contexto y temporalidad, lo cual puede verso como ideaciones paranoides que en apariencia parecieran funcionales.
Sin embargo, no se trata de polarizar. Solo de balancear los valores que se trabajan durante el diseño, así como fomentar en trabajo interdisciplinario de los profesionales que en este caso el valor que se superpone es el de la persona, en vez de valores económicos, prácticos o hasta estéticos, que no necesariamente tienen que ser distantes unos de otros, pero que con algo de trabajo con mayor conciencia pueden más que solo proveer espacios de vivienda y trabajo, ser espacios seguros y que no sean factores de riesgo para la salud mental.
