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VESTIR A LA CIUDAD

Vestir a la ciudadVestir a la ciudad

A lo mejor no hay fundamento para realizar lo que quiero sugerir: vestir a la ciudad de su historia. Si nacimos como cruce de ferrocarriles, buscar monumentos que conmemoren ese hecho no es viable y debemos de conformarnos con el Museo del Ferrocarril y el símbolo de la ciudad que es un torreón que ha pasado a la historia. Ni cruce de vías ni torreón.

Pero también podríamos pensar que las diferentes etnias que vinieron a poblar este territorio sería poca cosa para que algún escultor se inspire. Los españoles, los chinos, los alemanes, los americanos, los zacatecanos, no tienen nada que ver con las tribus indígenas, de quienes en otras partes existen monumentos. Hay una, en el bosque, de los chinos trabajando las hortalizas, de un español en el Club España, de un alemán no se en dónde y mucho menos de americanos o austriacos o libaneses. Sería bonito un monumento que nos recordara de donde venimos.

Ahora que si las etnias se nos hace poco, podríamos referirnos a los cultivos que nos dieron vida como el algodón y la uva, que ya ni a nuestra feria la quieren seguir llamando con ese nombre. Con la puerta de la ciudad nos conformamos que eso poco se parece al algodón y mucho menos a la uva. Otros cultivos más actuales pueden ser el nogal o el forraje para el ganado, que éste mismo también podría servir como punto de partida para engalanar la ciudad, la única fecha en la que se hace es en el maratón con las vacas surrealistas con las que se engalana nuestras calles, que deberían dejarlas ahí durante todo el año mientras que no haya otra cosa mejor con la cual suplantarlas.

Otras temáticas que se podrían utilizar son las fuentes de riqueza: la leche, Peñoles o cualquier otra industria que tenga las mayores fuentes de empleo por medio de los cuales, come el ciudadano común y corriente. Tampoco había que olvidar el comercio que en ciertos ramos ha tenido su importancia como los hipermercados o las tiendas departamentales que han traspasado nuestras propias fronteras.

Ahora que también podríamos pensar en todas aquellas gentes que han llegado a brillar con luz propia en las diferentes ramas de acción del hombre, en la vida artística, en la vida cultural, en la vida científica, filosófica, deportiva y demás. Me imagino una gran pared en alguna parte donde se vayan escribiendo con letras grandes dichos nombres para que el ciudadano común y corriente sienta el orgullo de los coterráneos.

Hay muchas cosas que se podrían hacer teniendo un poco de imaginación. No tenemos que importar la fuente de la Cibeles, como lo hicieron en Guadalajara, ni el David, como en Monterrey; ahora, que si no hay capacidad para producir ideas, podíamos importar de nuestra cultura del sur, la copia de alguna pirámide maya o azteca que nos estuviera recordando que también formamos parte de ese mundo.

Nos hemos dedicado a transformar una esquina rodeada de bares. No digo que no esté bien si nuestra imaginación únicamente nada más da para los bares. La ciudad es mucho más amplia. Podemos recorrer la Avenida Carranza para darnos cuenta de que está llena de hoyos y nos siguen cobrando impuestos para pavimentación y no se ve claro que es lo que se esté pavimentando. No digo que la vida comercial no sea importante, pero pienso, y muchos como yo lo hacen, que la industria es la que debería de crecer porque es lo que nos puede traer dinero de fuera y fuentes de trabajo.

Si se piensa en el turismo, la pregunta obvia es: ¿a qué vendría el turismo? A enfrentarse con una ciudad llena de hoyos o subirse a las sillas voladoras que te llevan hasta el cerro a admirar un Cristo y una ciudad a sus pies que se está deteriorando.

El orgullo que sentíamos por vencer al desierto, ahí otra frase de la que se puede partir para hacer algo con ella como estribillo, se nos ha ido por la borda. Si nosotros mismo ya no disfrutamos de nuestros lugares de esparcimiento, qué podemos esperar de los turistas. Hay que seguir haciendo cosas. Quien viaja, sabe que en otros lados se construyen todos los días las ciudades. La nuestra, no.

Si nos cobran, que se pongan a trabajar. Pagamos las placas, es para que nuestras calles estén en buen estado. También pagamos pavimento, aparte. Mi ciudad tiene que volver a resurgir sus cenizas, porque es nuestra herencia. Si no exigimos, nada se hará. Quien cobra por pensar en estas cosas, que lo haga; o mejor, renuncie.

La figura de Villa, en alguna parte, la de Felipe Ángeles y sus cañones. La carreta de Juárez y la cueva del Tabaco. La primera repartición de tierras con Cárdenas. De tener historia, tenemos historia. Piénsele. Vistan esta ciudad.

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