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Petro-política

DENISE DRESSER

Otra vez petro-obsesionados. Otra vez petro-idiotizados. La Cuarta Transformación apostándole de nuevo a la repretrolización, apostándole a Pemex como palanca de desarrollo, apostándole a Dos Bocas como muestra de que refinando fósiles se hace historia, se hace Patria. Otra administración más interesada en vender barriles que en educar a su población. Otro sexenio más centrado en la extracción de recursos no renovables que en la inversión en talento humano. Andrés Manuel López Obrador adicto al petróleo, y equivocándose como lo hicieron sus predecesores. México en pleno siglo XXI, tiene otro gobierno preso de la maldición que entraña obtener ingresos con tan sólo perforar un pozo o vender un barril. Intentando recrear un país donde -otra vez- todo gira alrededor del petróleo y el Estado que lo controla, lo extrae, lo vende. La 4T huele a gasolina y a carbón. Huele a viejo.

Y hace una apuesta que, en efecto, es histórica pero también equivocada. La apuesta extractiva en vez de la apuesta educativa. La extracción del petróleo sobre la inversión en la gente. Importa más rescatar a Pemex que hacer crecer la economía. Importa más refinar gasolina que impulsar la ciencia y la tecnología. La terquedad lopezobradorista por emular el proyecto cardenista; la re-estatización equiparable a la nacionalización. Mismo discurso, misma simbología, mismo mensaje. La recuperación de la rectoría estatal ante la rapacidad empresarial. El gobierno postneoliberal que rescata la soberanía nacional. Lázaro Cárdenas reencarnado en López Obrador. El nuevo Presidente resucita el viejo discurso, y el país le aplaude ya que fue educado con esos códigos, con esos conceptos. La Cuarta Transformación no sólo nos remite al pasado; quiere recuperar las ideas que nos heredó. Manuel Bartlett no sólo celebra la nacionalización ocurrida hace 81 años; quiere que México regrese ahí.

A ideas muertas que contradicen al México vivo. A un nacionalismo mal entendido, incapaz de entender los retos -globales, financieros, de promoción de la inversión- que tiene enfrente. A un paradigma energético incapaz de lidiar con un entorno global cada vez más competitivo, a una revolución tecnológica de la cual no podremos formar parte, a un llamado colectivo para transitar a las energías renovables. Eso es lo que promueve el Presidente; eso es lo que aplauden sus colaboradores; eso es lo que celebra el senador Guadiana encargado de conseguir y venderle carbón al gobierno. Las ideas que la 4T propone para guiar el futuro fueron creadas para lidiar con una realidad que ya no existe; las propuestas para forjar Patria han contribuido a su deterioro. He ahí a quienes defienden el regreso al monopolio de Pemex aunque haya sido ineficiente y huachicolero; o quienes celebran el regreso del monopolio de la CFE aunque esté edificado sobre el carbón y no sobre energías limpias; a quienes rechazan la reforma energética del peñanietismo por la corrupción que solapó, pero tampoco ofrecen algo mejor.

Porque no es mejor poner en jaque la estabilidad económica por rescatar a Pemex de la manera planteada, inyectando recursos para la refinación en vez de la producción. No es mejor dedicar una porción tan importante del presupuesto a un negocio que será muy caro y poco rentable. No es mejor llevar a cabo licitaciones restringidas para Dos Bocas, con criterios discrecionales, invitando a empresas acusadas de corrupción. No es mejor imponer ideología por encima de evidencia, obsesiones políticas sobre criterios económicos. Los mercados están castigando al nuevo gobierno porque los números no dan, las cifras no cuadran, las proyecciones están basadas en lo que Rocío Nahle promete y no en lo que Arturo Herrera sabe posible. El petro-dinosaurio de Pemex cojea malherido por el meteorito de la mala administración; habrá que restañarle las heridas, no profundizarlas.

Al petro-politizar la estrategia económica, AMLO no se ve obligado a construir un modelo económico más dinámico o un sistema educativo más funcional que le permita a los mexicanos maximizar su habilidad para competir, innovar, prosperar. El gobierno promueve la explotación por encima de la innovación, la refinación por encima de la educación. Así no se impulsa la modernización acelerada sino la dependencia idiotizante. Así no se transforma a México; se le empuja de vuelta a los veneros del diablo.

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Escrito en: Denise Dresser

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