En los zapatos de AMLO
Si alguien ha sido calificado como intolerante, dictatorial, retrógrado, impulsivo, mal informado, insensible, terco, necio y muchos otros adjetivos denigrantes ha sido el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no tolera la simulación, el huachicoleo, la corrupción, los moches, la deshonestidad, las mentiras, la traición…y para acabar pronto, no tolera a los intolerantes. Difícil situación la de AMLO; no tanto por su personalidad, la que, como ocurre en todo ser humano, es perfectible, sin llegar a la santidad, pero creo que su trayectoria política le ha enseñado que la ecuanimidad, el control emocional, una buena actitud, su honestidad y llamar a las cosas por su nombre es mejor que andarse por las ramas, enredándose en sus propias mentiras. ¿Que se equivoca? ¡Claro! Solo quien no decide o no actúa no se equivoca; es mejor errar por comisión que errar por omisión.
En la parte trasera de un vehículo leí alguna vez la frase: “Criticarme es fácil; lo difícil es ser como yo”, buena dosis de verdad tiene esta frase, pues a todos se nos da criticar lo que otros hacen, haciendo notar el prietito en el arroz y magnificando los yerros; otros se abstienen de la crítica, no aportan nada, son momias que solo ven pasar el mundo, pero su indiferencia es un lastre para el avance de un país que lucha por mejorar las condiciones de vida material, las relaciones sociales, el sistema político, el funcionamiento del Gobierno, y sobre todo las decisiones del presidente. La actividad siempre será mejor que la pasividad, y si las condiciones son propicias, un pecado social será no participar en la vida política, como ciudadano proactivo, que sugiere, opina, analiza, juzga, propone y se involucra en actividades sociales y/o políticas en pro de su entorno.
Nada fácil es la tarea de un político con vocación, con ideales; sabe que sus “amigos” le volverán la espalda tan pronto afecte sus intereses, y consciente no hay enemigo pequeño, tendrá que aplicar la ley, incluso a su propia familia si fuere necesario, porque el buen juez por su casa empieza; pero sabe, el buen político, que nada es para siempre y que tarde o temprano se terminará su poder; y entonces vendrá el juicio de la historia que le quitará la paz y la tranquilidad si su trabajo no fue conforme a sus ideales; o por el contrario, tendrá la satisfacción de haber cumplido con su misión; y sus gratos recuerdos serán oro molido a sus sentimientos y no vidrios rotos que rasguen su alma.
Yo no quisiera estar en sus zapatos; sus responsabilidades y decisiones muchas veces van contra sus propios principios, porque así conviene al proyecto de nación, como el caso de la termoeléctrica que dejó a medias el gobernador Graco Ramírez; obra que está haciendo infelices a cientos de campesinos; y muchas otras decisiones como la cancelación de las estancias infantiles donde emanaba un tufillo a corrupción. Quizá en ese impulso de la guadaña que pretende cortar la cizaña no se observó con cuidado lo que se pretendía cortar, y terminó cancelando las estancias infantiles, donde las víctimas, por su inocencia, ni la deben ni la temen: los niños, a quienes se les está privando de un desarrollo armónico de su incipiente personalidad, justo cuando más necesitan de un ámbito social controlado, de juegos que motivan e incentivan su motricidad, su inteligencia y su lenguaje, desarrollan su sentido de identidad y afirman su sentido de solidaridad.
Muchas veces nuestra soberbia y egolatría nos impiden reconocer nuestros errores, y retractarnos pareciera una debilidad, y nadie quiere parecer débil ante sus subordinados; pero el hombre sabio sabe que errar es humano y que corregir sus yerros más que debilitarlo puede engrandecerlo a los ojos de los demás. Así que no descartemos que, habiendo identificado a los corruptos de las estancias infantiles, estas vuelvan a funcionar. Démosle tiempo al tiempo; porque si AMLO se equivoca es porque ha sido mal informado.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
