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El mismo gato... viejo

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

No es extraño. Los partidos suelen dar gato por liebre a la ciudadanía. Lo novedoso es que, ahora, ni ese pequeño esfuerzo están dispuestos a realizar. En la hora del adiós a la simulación, sin rubor quieren dar el viejo gato al electorado, así atenten contra la democracia que dicen postular y defender.

Al unísono, los partidos parecieran estar confabulados no en asegurar la democracia, sino en dejarla en vilo, cargando la factura del despropósito al adversario. Y, como otras veces, dejan en claro que su interés está en el reparto, no en el sentido del poder.

De seguir por ahí, el régimen político mexicano va a dar de qué hablar. Intentará instaurar un novedoso sistema: una democracia sin demócratas ni partidos, pero con jugoso y creciente financiamiento público.

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Muerto el PES, ¡viva el PES! Casi de pie, buena parte de los dirigentes, legisladores y cuadros partidistas aplaudió al Tribunal Electoral por no haber incurrido en la tentación de torcer la ley, a partir de la rocambolesca interpretación mediante la cual el magistrado Felipe de la Mata quería devolver el registro como partido a Encuentro Social.

El radical reajuste del proyecto de resolución no sacó de la crisis de credibilidad al tribunal, pero al menos no la complicó más. De ese modo, se frustró el intento de Encuentro Social de cometer un fraude a la ley al impugnar la decisión del Instituto Nacional Electoral de retirarle el registro por no haber alcanzado el tres por ciento de la votación nacional en la pasada elección federal. De las manos se le fue a la dirigencia comandada por Eric Flores la posibilidad de recibir, este año, poco más de 283 millones de pesos de financiamiento público.

Vivos, sin embargo, los jefes de ese partido se pusieron un paracaídas que, de abrirse, quizá en un par de años les reponga en la cartera aquella bella cantidad de dinero. En paralelo al afán de recuperar en el tribunal lo perdido en las urnas, esa organización pretende obtener otra vez el registro como partido, ahora bajo la denominación de Encuentro Solidario. El mismo gato, revolcado en sus siglas.

En efecto, entre las ochenta y ocho agrupaciones en condición de llevar a cabo las asambleas requeridas y recabar las casi doscientas treinta y cuatro mil afiliaciones necesarias para aparecer en las boletas electorales del 2021, está el PES, antes Social ahora Solidario. Muerto el PES, ¡Viva el PES... y la trampa a la ley!

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Más vale rendirse de antemano, que batallar sin garantía. En el reverso del escándalo generado por la consulta de la revocación del mandato presidencial el mismo día de la elección intermedia, hay una confesión de parte opositora: el miedo a ser derrotada de nueva cuenta.

La oposición no advierte ninguna causa de fondo para construir una opción alternativa al partido en el poder, tampoco la multiplicidad de frentes abiertos sin control por el gobierno ni cómo muchas de las expectativas tienen por fecha de caducidad el tercer año del sexenio. Segura de la dimensión de su respectiva crisis e incapacidad para remontarla, la oposición no quiere que de la eventual revocación de su mandato, el jefe del Ejecutivo haga la ratificación del mismo y, bajo su sombra, Morena arrase hasta los restos del naufragio opositor.

Según su dicho y pese a los pronósticos en contra, el mandatario o sus colaboradores han prometido casi el paraíso a la mitad del gobierno: sensible reducción de la criminalidad, autoabasto de combustible con abatimiento del robo de éste, incremento de la producción petrolera, avance sustancial en la construcción del Tren Maya, percepción del giro en la política social y ni sombra de la corrupción, todo al tercer año... Pero la oposición no ve eso ni la oportunidad de darle la batalla al partido en el poder, sólo mira la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador aparezca en las boletas y que, con ello, haga más profunda la tumba donde ahora habita.

En el reverso del griterío por la consulta del mandato, hay un lamento: nos interesa el reparto, no el sentido del poder. A la oposición no le interesa ni el gato, muchos menos la liebre.

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Preocupan las sabandijas, no las rémoras. A Yeidckol Polevnsky le preocupan muchísimo las sabandijas que, según ella, se han colado al partido que dirige por encargo. Tanto, tanto le inquietan que ni cuenta se ha dado de las rémoras que reviven a costillas de Morena.

A partir de esa singular lógica, cuyo desarrollo culmina en la formación de tribus políticas antropófagas, la dirigente está resuelta a eliminar al adversario interno y no en sacudirse a los aliados externos que, en un descuido, terminarán por convertir a Morena en un partido igual al resto.

Si desde la campaña sorprendió cómo Andrés Manuel López Obrador sumó por igual a gente brillante y brillosa, interesante e interesada, valiosa y barata, con y sin principios, ahora asombra cómo, con tal de formar mayoría en la Cámara de Diputados, Morena está sumando viejo y nuevo cascajo, incluida la canalla y el crimen.

No sobraría que, en vez de repetir el error de formar tribus en la comunidad, Polevnsky viera el vecindario con el cual quiere hacer colonia.

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Es increíble, justo cuando se podría refundar el régimen y replantear vínculos con la sociedad, los partidos quieren dar a la ciudadanía gato por gato.

APUNTES

El problema de la flamante ministra Yasmín Esquivel no radica en su matrimonio con el constructor José María Riobóo, hombre cercano al jefe del Ejecutivo. No, estriba en su desempeño al frente del Tribunal de Justicia Administrativa de la Ciudad de México, donde puso en duda su compromiso con la justicia y en relieve su conflicto con los intereses. A saber por qué habla ahora de independencia y autonomía.

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