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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

MUCHO CAMBIO PARA NADA

COLUMNA PÓSTUMA DE JUAN RECAREDO

Ya estaba casi acabándose el siglo XVIII y era la época de la Revolución Francesa. La pelea entre los revolucionarios, el Estado y la Iglesia Católica estaba al máximo; tan intensas estaban las cosas que cuando los revolucionarios tuvieron el poder empezaron a borrar todo lo que evocara al Cristianismo.

Una de las cosas cristianas que había en ese entonces era el calendario gregoriano. Así que los revolucionarios dijeron: ¡fúchila! y lo tiraron al bote de la basura, para ponerse a hacer uno nuevo.

"Ya no queremos tener semana de siete días, ahora serán décadas de 10 días", así dijeron, y a los días, para no quebrarse mucho la cabeza, les pusieron simplemente: primidi, duodi, tridi, quartidi, quintidi, sextidi, septidi, octidi, nonidi y décadi, o sea, que se les quiso quemar el cerebro con tanta creatividad.

"Oye carnal, ¿y el año?". "Ah, el año ese sí lo vamos a dejar en doce meses, pero le vamos a hacer algunos cambiecitos en cuanto a la identificación de cada mes".

Se pusieron entonces a multiplicar: tenían doce meses y cada mes tenía tres décadas y cada década tenía diez días, entonces multiplicaron 12 por 3 y por 10 y el resultado fue - y siempre será - 360, así que les faltaban 5 días para completar el año y seis para el bisiesto, pero dijeron: "sin problema, mi hermano; vamos a agregarle al año cinco días de fiesta y uno más para el bisiesto y estos días de pachanga se los dedicamos a la Virtud, al Talento, al Trabajo, a la Opinión, a las Recompensas, y cada cuatro años, el día adicional, lo dedicamos a festejar a la Revolución".

Ya habían agarrado vuelo para deshacer por completo al calendario tradicional y entonces decretaron que, a partir de ese momento, el primer día del año sería el 22 de septiembre, que es el día del equinoccio de otoño y además coincidía con el inicio de su revolución. Equinoccio es la fecha en que la noche dura lo mismo que el día.

A los años los numeraron de acuerdo con el sistema romano, o sea, que serían el año I, el II, el III y así sucesivamente. A los meses se les pusieron nombres de acuerdo con los ciclos de la Naturaleza. Eran Germinal, Floreal y Pradeal en primavera, Mesidor, Thermidor y Fructidor en verano, Vendimiario, Brumario y Frimario en otoño y Nivoso, Pluvioso y Ventoso en invierno.

El calendario nuevo fue un fracaso y nunca prendió en el pueblo francés, que estaba demasiado acostumbrado a su calendario religioso, además de que no les pareció que desaparecieran sus fiestas religiosas y menos que su descanso semanal fuera una vez cada diez días en vez de cada siete. Finalmente, llegó Napoleón Bonaparte, en 1806, transó con la Iglesia Católica y decidió abolir para siempre el extravagante calendario. Y así seguimos.

Soy don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Betty Torres: ¿qué es lo correcto, decir "un vaso de agua" o decir "un vaso con agua"?

LE RESPONDO:

Es una de las preguntas más frecuentes. Algunas personas argumentan que no debe decirse un vaso de agua porque el vaso es de vidrio, pero eso no es así. Hay figuras retóricas que nos permiten decir el continente por el contenido y la preposición "de" puede aplicarse en muy diversas formas. Concretamente, es correcto decirlo de las dos maneras.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

No seas esclavo de ti mismo, porque de esa esclavitud sólo tú puedes salvarte.

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