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La Toma de Gómez Palacio y la terrible Batalla Del Cerro de la Pila (marzo de 1914).

Crónica Gomezpalatina

Manuel Ramírez López, Cronista Oficial de Gómez Palacio

La avanzada de las fuerzas de la División del Norte, que provenientes del Estado de Chihuahua, habían acampado en Yermo, Dgo., iniciaron marcha la madrugada del día 19 de marzo con rumbo al sur para tratar de llegar a estación Conejos, con la finalidad de aproximarse más a Bermejillo, Dgo., arribando al lugar mencionado a las 16:00 horas, procediendo a montar el campamento para esperar la llegada de los trenes que venían a la retaguardia, recibiendo un reporte de sin novedad, por lo que pernoctaron con tranquilidad protegiéndose de un fuerte aguacero, acompañado de un frío intenso que duró toda la noche. Al día siguiente 20 de marzo, en punto de las 5 de la mañana salen las brigadas Zaragoza, Cuauhtémoc, Madero y Guadalupe Victoria, al mando del general Eugenio Aguirre Benavides con órdenes de atacar y apoderarse del pueblo de Tlahualilo, Dgo., para después continuar rumbo al suroeste para colaborar en el asedio a Gómez Palacio, mientras su ala derecha avanza en línea de combate en paralelo a las vías del ferrocarril que pasan por Bermejillo, para encontrarse en ese lugar con las tropas de Tomás Urbina procedentes de las Nieves, Dgo., que debieron tomar Mapimí, Dgo.

Las avanzadas del centro se integraban con el estado mayor y la escolta del general en jefe, mismas que al medio día del mismo 20 de marzo, hacen contacto con el enemigo en Peronal, Dgo., iniciando una persecución sobre los elementos que cubrían el cuerpo avanzado enemigo de los rurales, que de inmediato se replegaron rumbo a Bermejillo, seguidos por los dragones de la Brigada Villa al mando del general José E. Rodríguez. Al llegar al mencionado poblado, encuentran una férrea resistencia de la gente federal del general Munguía, de los rurales del general Benjamín Argumedo, y de las fuerzas de Pedro V. Rodríguez Triana y de Lázaro Alanís. Temprana la mañana, la columna que lleva el ala izquierda de las fuerzas villistas toma la vanguardia y es la primera que hace contacto formal con el enemigo que se repliega a Tlahualilo, en una cercana persecución en la que se traba un combate sumamente reñido, que fue decidido en gran parte, por la acción vigorosa de los 400 hombres de la Brigada Cuauhtémoc al mando del valiente coronel Trinidad Rodríguez y sus subalternos originarios de la región chihuahuense de Huejotitlán, que poniendo el ejemplo, se abalanzaron fieramente sobre las fuerzas federales causando más de 60 bajas al enemigo obligándolo a que abandonara el campo de batalla y escapara rumbo al sur, para llegar a la hacienda de Sacramento (hoy Gregorio García) donde había un gran contingente federal, que llegó de San Pedro de las Colonias para darles ayuda lo que ignoraba el general Aguirre Benavides que tenía instrucciones de tomar ese poblado a sangre y fuego, a pesar de que las brigadas villistas sin descanso y sin probar alimentos, carentes de municiones y sumamente castigados lucharon hasta media noche en que se retiraron por habérseles agotado el parque y su jefe, el coronel Rodríguez había recibido dos tiros y también habían sido heridos varios miembros de su estado mayor. La lucha duró dos días en Sacramento, ya que a la fuerza federal le llegó un refuerzo de mil hombres, enviados de Gómez Palacio

Sin embargo, el día 22 de marzo después del medio día, los federales huyen aprovechando una fuerte tolvanera, abandonando todas sus posiciones dejando 300 muertos y considerable número de heridos. En su fuga, los federales reciben otro fuerte auxilio y trataron de resistir en el cercano poblado Porvenir, Coah., donde son finalmente derrotados, Mientras en Bermejillo los jefes de la División del Norte generales Villa y Ángeles pidieron por teléfono la rendición de la plaza de Torreón al general J, Refugio Velasco quien no accedió. A partir de ese momento, se dieron las órdenes precisas y terminantes para iniciar el avance sobre la ciudad de Gómez Palacio, donde estaba instalado el cuartel general federal. Los villistas se desplazaron en línea de tiradores de 5 kilómetros a la derecha e izquierda de la vía férrea hasta unas cuatro leguas antes de la ciudad. El centro, sobre la vía fue ocupado por dos regimientos de artillería, formando un espectáculo imponente a los ojos de los habitantes que pudieron contemplarlo. Era el preludio de las jornadas más sangrientas y dramáticas de la Revolución Mexicana en las que Gómez Palacio sería protagonista del escenario principal de guerra, que habría de dejar hondas cicatrices en su sufrida población y marcadas huellas en la historia de la lucha armada y junto con las poblaciones antes mencionadas, dejar constancia de su participación en la Toma de la Laguna.

Para esos momentos la federación había reconcentrado sus avanzadas y destruido la vía férrea hasta la estación Noé, unos 20 kilómetros al norte de la población por lo que la detención de los trenes de la División, con la artillería y tropas, Brigada Sanitaria y el convoy de provisiones no pudieran proseguir y tuvieran que desmontar para efectuar su avance pie a tierra. El general Ángeles coloca una batería al lado izquierdo de la vía a media distancia entre El Vergel y Gómez con bastante acierto en sus disparos. Los soldados federales estaban perfectamente atrincherados en el cerro de La Pila, en la Casa Redonda, y en la Jabonera La Esperanza, en las casas ubicadas al norte de la población y en las fortificaciones que habían construido a propósito. A las ocho de la mañana, la artillería de San Ignacio mandada por el coronel Santibáñez bombardea el cerro de Trincheras y parte de la ciudad de Gómez Palacio, entretanto el general Villa acompañado de su escolta, da sostén a los cañones. A las 21:00 horas las tropas del general Maclovio Herrera asaltan y toman la plaza de Lerdo.

El día 24 de marzo, a las ocho de la mañana, se incorporan los 4,000 hombres del general Aguirre Benavides con su artillería. El general Herrera rinde parte de las operaciones de la noche anterior y su gente es pertrechada, deberá operar en el próximo combate en el ala derecha en coordinación con las Brigadas Morelos y Villa. Mientras los generales Calixto Contreras y Severino Ceniceros reciben orden de mover su gente de Pedriceña hacia Avilés (hoy ciudad Juárez, Dgo.) El general J. Isabel Robles deberá movilizar a su gente de Picardías a La Perla, su brigada levantará la vía entre Torreón y Parras, Coah., y el general Mariano Arrieta, se trasladará de Santiago Papasquiaro Dgo., al cuartel general revolucionario en las afueras de Gómez Palacio.

La mañana del día 25 de marzo se realizan los preparativos para el asalto definitivo que se realizará esa noche. Las fuerzas salen a las 15:00 horas en formación de combate y poco más tarde empieza el duelo de cañonazos. A las 17:00 horas el general Tomás Urbina arriba con 160 hombres y poco más tarde el general Severino Ceniceros llega con 200 hombres y notifica que el general Calixto Contreras entrará por Ciudad Lerdo. Entre las 8:30 y las 9 de la noche llegan 500 hombres de la Brigada del general Herrera, otros mil hombres de la Brigada Villa del general José E. Rodríguez y mil hombres más de la Brigada Morelos del general Tomás Urbina. Todos se desplazaron en línea de combate a través de la llanura, acercándose al enemigo que estaba fortificado en la cresta del Cerro de La Pila y desde allí los abatía con fuego terrible, decidido a retener sus tremendos fortines. Imponentes y aterradoras eran las consecuencias del asalto para los villistas. Apenas se había iniciado el combate y el ruido de la fusilería, los gruesos cañones, las terribles bombas de dinamita y el fuego de las mortíferas ametralladoras, podía equipararse al de un torrente furioso que se despeñaba entre las rocas, Ni un solo momento mientras duró el asalto pudo el cerro quedar en tinieblas, pues en todo el tiempo era iluminado por los fogonazos de las armas de los combatientes estoicos y bravíos. Los asaltantes, cruzando la llanura y luego en la falda del cerro sufrieron grandes pérdidas, pero lucharon con gran ímpetu hasta alcanzar las alturas, enfrentándose a soldados federales bien preparados que hacían una defensa sólida y desesperada y que se batían con denuedo defendiendo sus posiciones y vendiendo muy caras sus vidas, pero perdieron, sin embargo, dos fortificaciones que significaban un grave descalabro.

El cerro de La Pila es una pequeña elevación rocosa de casi un kilómetro de extensión y 30 grados de inclinación, que estaba perfecta y ventajosamente defendida por más de 500 soldados pertrechados con 4 cañones y 8 ametralladoras, sostenidos por el fuerte de Santa Rosa y las baterías de Gómez Palacio. Esa noche trágica sucumbieron parcialmente, vencidos por los revolucionarios y la confrontación fue a criterio de los más acreditados conocedores de las grandes batallas militares, la más grande de las acciones de guerra que registra la historia bélica iniciada en 1910. Ese día 26 de marzo, la federación sabía que, si los constitucionalistas lograban apoderarse de los tres fortines restante del cerro de La Pila, aniquilarían a sus fuerzas que se hallan dentro de la ciudad, por lo que a las nueve de la mañana emprendieron un vigoroso contraataque sobre las fortificaciones vencidas la noche anterior y las recuperan después de haber perdido cientos de hombres. Las dantescas escenas de la jornada anterior se repiten a la vista de todos. Los recientes vencedores se ven obligados a abandonar las posiciones conquistadas en vista de la superioridad numérica del enemigo y por el riesgo de un flanqueo que podría serles fatal. Antes de eso el general en jefe de la División, creyendo que sus fuerzas conservan en su poder la mitad del cerro, ordena el avance de la Brigada Contreras que estaba de reserva, pero esta llega tarde y después de una fuerte lucha sus gentes abandonan el cerro logrando como única ganancia, el apoderarse de dos ametralladoras y un fusil Raxer. (Continuará)

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