Ha quedado relegado al abandono, 49 años después de ser instalado. (EFE)
Una pequeña ciudad portuaria de Paraguay busca recuperar el cañón criollo, el arma que les defendió durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), para rescatarlo de una plaza del centro de Asunción donde ha perdido protagonismo y ha quedado relegado al abandono, 49 años después de ser instalado.
La Comisión de Historia y Cultura de Villeta, la última localidad paraguaya donde esta arma forjada en bronce prestó servicio, solicitó al Gobierno el regreso del cañón para poder situarlo junto a otros recuerdos bélicos de esa contienda, que enfrentó a Paraguay con Argentina, Brasil y Uruguay.
El intendente de Villeta, Teodosio Gómez, explicó a Efe que con esta solicitud pretenden "conmemorar y dar prioridad a nuestra historia", y devolver el monumento al lugar que se merece y evitar que siga sufriendo desperfectos.
"El cañón corre riesgo de que se pueda ir destruyendo porque no hay un cuidado ni se le da el valor que merece", denunció Gómez, quien aseguró que en los últimos años ha sufrido varias pintadas y ha sido utilizado como un improvisado cubo de basura.
Desde 1970, el cañón se encuentra en las cercanías de la Plaza de Armas, junto al Congreso Nacional, un lugar que se ha convertido en el asentamiento para decenas de familias de indígenas, así como para los desplazados por las crecidas anuales del río que se ven obligados a vivir ahí.
La historia del cañón criollo se remonta a 1867, cuando el ejército paraguayo, aislado por las fuerzas de Argentina, Uruguay y Brasil, decidió construir este arma para disparar a los acorazados enemigos sobre el río Paraguay.
El estruendo que provocaban sus disparos lo convirtieron en un arma disuasoria para los buques enemigos y en un emblema bélico durante la Campaña de Pikysyry, en la que murieron cerca de 15,000 soldados paraguayos, según dijo a Efe el historiador Fabián Chamorro.
A pesar de que en Paraguay no se fabricaba la munición necesaria para el cañón, el historiador indicó que el ejército decidió construirlo para reutilizar las balas de los enemigos que no llegaron a estallar, una particularidad que le da mayor valor histórico.
El cañón estuvo primero en la Loma de San Jerónimo, una elevación de Asunción, desde la que protegía a la capital paraguaya de la llegada de los barcos, para trasladarse después a la base naval de Angostura, en Villeta, a unos 40 kilómetros de la capital.
Cuando Paraguay perdió la guerra, en 1870, el cañón cayó en manos de los soldados brasileños que finalmente se lo entregaron a Argentina como parte del reparto entre los países integrantes de la Triple Alianza.
Chamorro relató que el cañón estuvo a punto de ser fundido para levantar la estatua dedicada al general José San Martín y a los Ejércitos de la Independencia de la ciudad de Buenos Aires, pero que finalmente el Gobierno argentino decidió guardarlo.
No fue hasta 1954 cuando Paraguay recuperó el cañón, con la llegada al poder del dictador Alfredo Stroessner y de su relación con el presidente argentino, Juan Domingo Perón.
El historiador reconoce que el cañón necesita una pequeña restauración para retirar una capa de pintura que le pusieron hace décadas, ya que el bronce no necesita ninguna protección para mantenerse en el exterior.
Desde la Municipalidad de Villeta consideran que el cañón podría ubicarse junto a otros monumentos históricos de la localidad como los que rinden homenaje a la Batalla de Avay, del 11 de diciembre de 1868, o la de Itá Ybaté, librada entre el 21 y el 27 de diciembre de ese mismo año.
A pesar de que dos concejales del municipio han realizado oficialmente el pedido tanto al Ministerio de Defensa como al de Cultura, la decisión final sobre la ubicación de cañón criollo recaerá en el presidente, Mario Abdo Benítez.
Según los cálculos más aceptados por los historiadores, Paraguay perdió cerca de la mitad de la población durante la Guerra de la Triple Alianza, quedando una relación de cuatro mujeres por cada hombre.
