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CONTRALUZ

DE CONCHITA A CAMILA

María del Carmen Maqueo Garza

Hace un par de días, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Contrario a cualquier giro festivo, se conmemora la muerte de más de 100 mujeres durante un incendio en una fábrica textil neoyorquina, en 1911. Institucionalizada por la ONU en 1975, en México se celebra a partir de 1961, aunque con distinta fecha, que ya luego se igualó con el resto del mundo.

Como señalan los conocedores, su origen parte de una tragedia que evidenció las condiciones denigrantes en las que trabajó y murió un grupo de trabajadoras textiles, y que me lleva a recordar a las trabajadoras que fallecieron dentro de un edificio durante el sismo del 85', tras lo que surgió el movimiento "Costureras del 85'".

Estas tragedias son algunas de las propiciadas por las condiciones precarias en que algunas mujeres de clase trabajadora han debido desempeñarse para sacar adelante a su familia. Valga recordar que en nuestro país, 4 de cada 10 hogares dependen de los ingresos de la madre.

A lo largo de la historia, existen múltiples evidencias que señalan las condiciones de desventaja para la mujer, en el ámbito escolar, laboral y de gobierno, entre otros. Lo que para un varón es dado por su sola condición de nacimiento, para su contraparte representa, en muchas ocasiones, un desafío por el cual llega a dar hasta la propia vida. Se avanza en muchos aspectos, pero sigue habiendo grandes áreas de oportunidad que son negadas a la mujer en razón de su género. Sigue siendo una asignatura pendiente para todas.

Hay una esfera paralela a la anterior, en la que hoy deseo enfocarme y con ello hacer un llamado a mis congéneres, aprovechar el tiempo que tenemos a nuestra disposición. En cuestión de asignatura de roles, nuestro país se ha mantenido más apegado a lo tradicional que muchos otros. Cuando inicié mi incursión en la medicina - años setenta -, era siempre la mamá quien llevaba a consultar al niño, y cargaba con dos o tres más, si no había quien los cuidara en casa. Era más probable ver un pingüino en el desierto, que a un padre de familia ayudando con los hijos. La mujer tenía esto a su cargo, y por desgracia, hoy en día, persisten casos similares, aún si la mujer trabaja fuera para complementar el sustento del hogar. Esa idea de eliminar las estancias infantiles y dar el dinero a la madre para que busque quién cuide a los niños, tiene varias implicaciones: Los niños estarán en manos de personas no profesionales. La denominada "beca" de 1,600 pesos por mamá (no por niño), se otorgará bimestralmente. Y además, ¿quién garantiza que ese dinero no le sea arrebatado a la madre, en ocasiones, hasta por su misma pareja sentimental?

Para terminar con algo positivo, paso al siguiente cuestionamiento: Una vez que la mujer termina con sus responsabilidades en el hogar: ¿En qué ocupa su tiempo? ¿Tiene ella la inquietud de utilizarlo en algo que le permita crecer, ampliar sus horizontes…? Hay en esta frontera un personaje que yo admiro profundamente por muy diversas razones, la principal es su lealtad como amiga, que en lo personal representa un tesoro que guardo muy cerca de mi corazón. Conchita Tinajero de Harper, quien este año completará 97 años de existencia, es una mujer auténtica, activa y admirable. Cada vez que le llamo y le pregunto cómo está, invariablemente contesta: "Muy bien, doc, ¿y tú?". Debe ser justo esa actitud la que la mantiene en tan excelentes condiciones, con el entusiasmo como el motor de nuevos emprendimientos, en los que no duda un momento en involucrarse. Es la mano amiga que se otorga, ya para ayudar, para impulsar o para aplaudir los logros de otros, al margen de cualquier asomo de recelo. Decidió aprender una nueva lengua - aparte del inglés que domina a la perfección -, y desde hace medio año, toma clases de francés. Le gusta mantenerse ocupada, y las escasas limitaciones que tiene por razón de su edad, las toma con filosofía y halla la forma de sacar adelante cada proyecto, valiéndose de toda su creatividad. Una de las últimas noticias que la trae muy ilusionada es el nacimiento de su bisnieta Camila, a quien ya conoció por videoconferencia, pues de momento, la distancia geográfica no le permite tenerla entre sus brazos.

No tenemos que viajar a otras latitudes para encontrar mujeres extraordinarias que nos inspiren. Las tenemos muy cerca trabajando incansablemente, creando nuevos proyectos, impulsando y animando a sus congéneres a seguir adelante. Mujeres que recuerdan al Atlante, con el mundo sobre sus hombros, y aun así, con una dulce sonrisa en el rostro.

Desde este pequeño espacio, felicito de todo corazón a Camila por llevar esa sangre empeñosa y triunfadora que visualiza - gozosa - en cada obstáculo un nuevo reto a vencer.

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