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Posverdad, opinión y democracia

CON/SINSENTIDO

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

La posverdad es una época en la que se duda de todo excepto de la propia opinión. Son tiempos en los que entrar en contacto con el otro es muy difícil porque te acompaña sólo esa fracción de tiempo en la que tu punto de vista y coincide con el suyo. Porque, en cuanto comienzan a aparecer las diferencias, eres abandonado.

Lo único que importa es tener la "razón", pero no en el sentido originario de esa expresión, relacionado con la posibilidad de formarse una idea correcta con respecto a un fenómeno externo al sujeto cognoscente; sino en un significado nuevo, bastante menos noble, asociado con la capacidad para imponer la verdad por los medios que sea. Por eso, no importa ante cuánta evidencia se esté, sino la propia habilidad que se tenga para forzar una interpretación que termine siendo conveniente para la propia opinión, es decir, para autoengañarse.

En ese hábito cultural de la época presente (el del autoengaño) encuentran su mayor fortaleza los poderes que nos dominan. Todo lo que tienen que lograr es colocar una idea suya en los otros y hacérselas pasar como si fuera a esos otros a los que les pertenece. Si consiguen que los demás se apropien de la que no era su opinión, logran también que esos otros se convierten en rabiosos defensores de la que asumen como su propia idea. Lo primero que se negarán a aceptar es que esa idea no es la suya, sin importar lo mucho que se les demuestre que les fue impuesta. El que ha sido manipulado de manera adecuada, jamás lo aceptará; tal negación protegerá al manipulador.

Hoy millones de personas defienden de manera furiosa un sistema económico o político con la absoluta convicción de haberse formado su propia opinión al respecto. Toda evidencia que debería mostrar los problemas del modelo que "eligieron" es reinterpretada como un intento de manipulación gestado por quienes se benefician del otro modelo. En cambio, le dan la bienvenida a todo aquello que se presenta como prueba de que el sistema defendido es la mejor opción, por muy absurdo que sean los argumentos que se les exponen porque han sido dispuestos para defender su opinión por encima de cualquier cosa.

La vida en democracia en épocas de la posverdad se dificulta, porque, como estamos viendo en nuestro contexto más próximo, hay una negación sistemática por reconocer la realidad; cada uno busca la fuente de la verdad en sí mismo. Por eso, nos hemos hecho expertos en dar maromas argumentativas y en hacer malabares intelectuales. Hacemos interpretaciones arbitrarias y sin ningún sustento, sólo movidos por el afán de demostrar que nuestra opinión, la de cada uno de nosotros, era la buena.

Esa es la razón por la que somos tan fácilmente manipulables. Ese es el motivo por el que todas las mañanas un individuo sale para decirnos de qué vamos a hablar el resto del día, qué vamos a defender y cómo lo vamos a hacer: como autómatas que repiten los mismos argumentos, hacen las mismas acusaciones, plantean los mismos escenarios, lanzan las mismas burlas; pero, cada uno, plenamente convencido de que él las creó, que son las propias y que son la verdad.

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