Llegó sin presentarse y me dijo:
-Soy el mejor color.
El rojo era el que decía eso.
Continuó:
-Si le pregunta usted a 10 personas cuál es su color preferido, por lo menos ocho responderán que es el rojo.
Pensé decirle que no hay color que sea mejor que otro. Todos los colores son importantes, y en su variedad está su importancia. ¿Qué sería de nosotros si el cielo fuera rojo, o el agua, o la hierba del campo? ¿Acaso sería bueno que todas las aves fueran rojas, y todas las flores, y todos los vestidos que lucen las mujeres?
No le dije nada de eso. Se habría puesto rojo de coraje. Le felicité por ser el mejor color. Cuando vea al azul le felicitaré por eso mismo, y también al verde, al amarillo, al morado, al café, al anaranjado, al violeta, al gris, al color de rosa.
