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Betzy quería ayudar a niños; las balas lo evitaron

Nadie vio quién la mató, o quizá no se atreven a decirlo, pero tres impactos de bala acabaron con la vida de Betzy, una maestra de 29 años. (EL UNIVERSAL)

Nadie vio quién la mató, o quizá no se atreven a decirlo, pero tres impactos de bala acabaron con la vida de Betzy, una maestra de 29 años. (EL UNIVERSAL)

AGENCIAS

Tres impactos de bala acabaron con la vida de Betzy: uno le rompió un brazo y dos perforaron su pecho.

Segundos antes había salido de su casa en la colonia Ciudad Renacimiento de Acapulco, Guerrero, rumbo a la estética para delinearse las cejas. Eran las 8:40 de la noche del 10 de octubre de 2018. Apenas había caminado unos metros cuando se desató la balacera. Primero una estruendosa detonación, luego una ráfaga de armas de alto poder, después otra.

Dentro de las casas, sus vecinos se tiraron al piso para protegerse, los negocios bajaron las cortinas. Ella no encontró refugio. Malherida, intentó regresar a su vivienda y alcanzó a pedirle ayuda a su madre, mientras su sangre caía en la acera y le arrancaba la vida.

Los familiares de Betzy la subieron a una camioneta y la llevaron a la clínica más cercana. Sin embargo, por miedo, el personal médico ni siquiera les abrió la puerta. Cuando llegaron a un segundo hospital sus signos vitales habían desaparecido. Tenía 29 años.

Betzy Ríos Guzmán había terminado la maestría en Ciencias Políticas y daba clases de Historia en una secundaria. Además pertenecía a una organización feminista y acudía hasta cuatro veces por semana a su iglesia cristiana. Pero más que religiosa, su hermana Anel la describe como una persona de fe.

"Era el punto de unión de la familia, la que mediaba en los conflictos. Era soltera, sociable, risueña. Practicaba crossfit y natación a mar abierto. Le encantaba jugar con sus sobrinos", cuenta Anel.

Nadie vio quién la mató, o quizá nadie se atreve a decirlo. La versión de los vecinos es que se escuchó un tiroteo, luego observaron a una persona corriendo y enseguida un auto alejándose a gran velocidad. Creen que Betzy quedó atrapada en medio de un tiroteo entre bandas criminales que operan en la zona.

Ese tipo de enfrentamientos es común en esa colonia popular, ubicada a 15 minutos de la zona turística de Acapulco.

Después del crimen, nadie acordonó la zona, ni las autoridades iniciaron una investigación. Aunque cerca de Ciudad Renacimiento hay una base del Ejército y una comandancia de la Policía Municipal, los uniformados aparecieron tres días más tarde en un convoy, pero sólo pasaron por el lugar como si nada hubiera ocurrido.

Los familiares de Betzy no denunciaron el asesinato. "¿Y si levantamos la denuncia y vienen por el resto de mi familia? Nadie iba a hacer nada. A una señora que vendía bolillos la mataron por no pagar la cuota, ¿cómo iba a pagarla si vivía al día?", pregunta Anel.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Colima fue en 2018 el estado más peligroso para las mujeres en México por asesinatos -feminicidios y homicidios dolosos-, con 22 por cada 100 mil habitantes, seguido por Baja California, Guerrero, Chihuahua, Zacatecas y Guanajuato.

Las seis entidades exhibieron niveles que alcanzan la clasificación de "epidemia de violencia", de la Organización Mundial de la Salud. Pero no sólo eso, son escenario de disputas a sangre y fuego entre narcotraficantes y huachicoleros.

Víctor Manuel Sánchez Valdés, investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, señala que en dichos estados los homicidios en general han crecido y las batallas del narco carcomieron el Estado de derecho y modificaron la dinámica de las comunidades, lo que hace menos costosos los asesinatos de mujeres para las bandas criminales.

Los familiares de Betzy lo saben. Están conscientes de lo difícil que es acceder a la justicia, por eso tratan de hacerla a su modo: contando su historia para que no sea una cifra más y tratando de llevar su ejemplo a otras personas. Por eso Anel a veces carga con su Biblia para recordar las enseñanzas que le dejó. Tras su muerte, le hicieron un pequeño homenaje en su iglesia y decenas exigieron aclarar el caso con una marcha en Acapulco.

Una de sus amigas publicó en redes sociales: "No hacía falta que alguien le hablara, ella lo hacía siempre, primero con esa gran sonrisa y su escandalosa y contagiosa risa que todo lo podía. Siempre capaz de transformar para bien todo lo que tocaba. Esa mirada fue apagada por alguien al que le faltaba todo lo que a ella le sobraba".

Días antes de su muerte, Betzy había planeado con Anel dos proyectos a largo plazo: una institución para atender a mujeres víctimas de violencia y un comedor para los niños de la calle de su ciudad. Tres balas le arrebataron ese sueño.

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