En el tiempo actual nuestro destino corre de un sitio a otro, sin establecerse, igual como rueda la suerte de todos en la ruleta de la vida, a velocidad y con tardía llegada a su meta, tan impredecible, tan distanciada siempre de las ilusiones de los hombres y mujeres del tercer mundo, ese que nos dice que si pudiéramos volar, coparíamos por completo el panorama. El pueblo, pues.
Hay quienes dentro de su mochila con esperanzas de todo tipo, ahí donde guardan las herramientas, que se mezclan con los sueños que desean ver la luz, descubren también que su propósito debe ser tomar los riesgos sin permiso o con él y reflejar su mejor condición humana con ficción e imaginación pero se sienten desprovistos de un apoyo, de un ojo limpio y divino.
La gente común, tan activa y fácil para aprender, sabe bien que vivimos en el terreno de las ideas y todo depende del entusiasmo, porque en el mundo real todo se apoya en la fé, el trabajo y la perseverancia, aunque bien vendría tener un VAR que definiera muchas acciones cotidianas, esas que parecen simples, pero que al final de las cuentas, son siempre bien decisivas.
El hombre sordo a la voz de la poesía, es un bárbaro y la tecnología nos deposita en un precipicio donde de solo asomarse nos hace sentir miedo; entonces, no sabe la gente para donde moverse. De un lado, le sacuden con declaraciones de AMLO que todos los días tiene algo nuevo, como un moderno Jobs y por otro Yalitza se hace más popular que Trump, Maduro y hasta el mismo Cuarón y se habla de más desfalcos, violencia y un mundo en general con muchas dudas. Entonces, claro que se precisa de un VAR y alguien que nos analice el tsunami noticioso
Ese mismo ambiente, nos ha hecho que anhelemos muchas cosas distintas, porque hasta lo bello, de repetitivo se vuelve rutinario. Si Messi es figura de nuevo y marca tres goles ya no impacta tanto, es como una película ya vista, con un genio que no logran meter en la lámpara. O bien la Juventus de pronto es tomada por el cuello pero si Cristiano está encarcelado, Dybala aparece como Robin con Batman o Zorro con el Llanero Solitario, socios muy eficaces.
En México, por ejemplo, se debiera tomar el maravilloso ejemplo de Alfonso Cuarón, que ha ganado tres Oscar y es de nuevo el mejor director porque él posee la magia de creer en sí mismo; sabe que si puede hacer eso, puede hacer cualquier cosa y también si no hubiese ganado, podría recurrir al VAR como tendría que haberlo hecho Stephen Boyd (Masala) en Ben-Hur (1960).
Debemos vernos en gente como Cuarón para ser mejores, hablando de los latinos y de los mexicanos, perder menos tiempo en beligerancias y ganarle terreno a la ignorancia, pregonar por la educación, por los valores básicos, porque la sabiduría solo se encuentra en la verdad. No pretendamos un VAR milagroso que nos cambie la vida, sino una actitud que nos conduzca, porque de las dificultades nacen los milagros y el poder de la imaginación nos hace infinitos.
