“CANTANDO LA CIGARRA PASÓ EL VERANO ENTERO”
La hormiga, en cambio, trabajó 12 horas cada día.
Llegó el invierno y la cigarra no tuvo qué comer.
La hormiga, en cambio, tenía colmados sus graneros.
En esto un fabulista vio la ocasión de hacer una linda fábula moral. En ella la cigarra le pedía a la hormiga un poco de comida; la hormiga se la negaba y la cigarra moría de hambre.
No sucedió así.
El fabulista ignoraba que hay bondad en este mundo.
La cigarra cantó para la hormiga, y la hormiga, agradecida, alimentó a la cigarra.
Ojalá hubiera algún fabulista que escribiera acerca de esto.
Desgraciadamente a los fabulistas no les gusta hacer fábulas que terminan bien.
¡Hasta mañana!...