Zermeño con los transportistas
He leído, con un dejo de resignación y tristeza como algunos gobernantes siguen siendo insensibles ante la situación económica de las clases más vulnerables de la sociedad; me refiero a la gente que tiene que utilizar camión urbano para trasladarse a su trabajo, las amas de casa, para comprar lo indispensable de la canasta básica, los estudiantes que tienen que ir a la escuela, entre muchos usuarios más.
La nota en comento se refiere al argumento del alcalde de Torreón para beneficiar con su anuencia el aumento en el pasaje, que los concesionarios del transporte han solicitado. Zermeño Infante ha dicho que sí, que “porque todas las cosas van teniendo un incremento, pues hay una inflación…” y continúa mencionando una promesa de él, no de los transportistas: “tiene que haber una mejora permanente en el servicio”.
El mismo cuento de siempre. No me sorprende: la autoridad autoriza aumento y los transportistas siguen con sus chatarras humeantes de asientos desvencijados conducidos por personas imprudentes y mal educadas, quienes ocasionalmente juegan a las carreras por ganarse el pasaje, se paran donde quieren, sin importarles la obstrucción de la circulación, reanudan la marcha del vehículo tan pronto el usuario pone un pie en el pavimento, dejándolo haciendo malabares para no caer, y la música estruendosa no para. Es una experiencia nada grata, es como subirse a un tobogán, o a las sillas giratorias de la Feria. Es una verdadera prueba de equilibrio y de tolerancia para el sufrido usuario, quien por necesidad tiene que usar ese medio de transporte.
Menciona el presidente municipal de Torreón que la petición de aumento no debe extrañarnos porque hay una inflación del 5%, y todo va teniendo ajustes. Lo que preocupa a la población es que los transportistas de las líneas que conducen pasaje a Lerdo y Gómez Palacio, de cobrar 11 pesos, ahora piden aumentar 4 pesos, lo que quedaría en una tarifa de 15 pesos.
Si de matemáticas hablamos y quisiéramos ajustar los servicios al costo de la inflación, el aumento no debería llegar ni siquiera a un peso; pues el 5% de 11 es sólo 55 centavos; pero, bueno como ya hasta en los Oxxo y Alsúper se quedan con los 50 centavos, para un redondeo que sólo favorece a las tiendas, se puede entender que el aumento sea de un peso (con lo cual se rebasa el costo de la inflación). Recordemos que antes del gasolinazo cobraban 10 pesos, y las tarifas fluctuantes de los combustibles actualmente varían solamente en centavos.
Esperemos que la comisión que estudia el caso tome en cuenta la situación económica de quienes ni para una bicicleta tienen, pero que tienen necesidad de transportarse. Imagine usted a una familia de cinco integrantes que quieran abordar un camión para ir a algún lugar y la tarifa fuera de 15 pesos, necesitaría $150 pesos para ir y regresar. ¿De dónde?
Sensibilidad social es lo que debe privar en la comprensión de este problema. Cierto, el combustible ha aumentado, y con ello, todo los insumos; pero todos: transportistas y usuarios, empleadores y empleados, comerciantes y clientes debemos ser conscientes de los tiempos que estamos viviendo.
¡Ojalá la tarifa final no exceda los 12 pesos! Y en cuanto a las mejoras en el servicio. Por favor no se haga ilusiones. Perdón por ser tan realista (para muchos lectores seré pesimista), pero ya ha pasado. Lo he vivido durante más de 40 años.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
