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Caos y guerra en las redes

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Lejos de la estridencia y polarización que campean en el ágora virtual de las redes digitales, el Boletín de Científicos Atómicos emitió su Declaración 2019 hace unos días para el anuncio de la nueva hora del Reloj del Juicio Final: aún faltan dos minutos para la medianoche. Desde 1947, esta organización revisa y analiza información científica disponible sobre los riesgos reales que se ciernen sobre la humanidad, principalmente en lo que tiene que ver con la proliferación de armas nucleares. Se trata de un concienzudo análisis de una junta de científicos que deriva en una toma de decisión en la que participan 15 premios Nobel. El Reloj del Juicio Final es un símbolo que usa el concepto de apocalipsis o medianoche como metáfora sobre el peligro verdadero que enfrenta la civilización por su propia acción nociva o negligencia. El año que, a criterio del Boletín, más lejos hemos estado de la medianoche -17 minutos- es 1991, es decir, al momento del fin de la Guerra Fría, y luego de que las principales potencias nucleares suscribieron tratados de control de este tipo de armas. En 2019 el reloj se mantiene igual que en 2018, a dos minutos de la medianoche; desde 1953 el mundo no estaba tan cerca de la catástrofe. Con el trascurrir de los años, los científicos han sumado a los riesgos los derivados por el cambio climático propiciado por el sistema de producción y consumo humano actual, y más recientemente la guerra informativa que se libra principalmente en las plataformas digitales.

La Declaración 2019, repasa los tres ámbitos de riesgo. Sobre el primero, el nuclear, el Boletín advierte del desmantelamiento de la estructura de control de este tipo de armas que Estados Unidos y Rusia han protagonizado en los últimos años con el endurecimiento de sus doctrinas militares y la expansión y modernización de sus capacidades de destrucción masiva, a lo cual se suma la salida de la potencia americana del acuerdo nuclear con Irán y la imposibilidad para conjurar los riesgos del desarrollo nuclear de Corea del Norte, aún con los acercamientos. Hay que agregar a este oscuro panorama la decisión, apenas el fin de semana, de Washington y Moscú de abandonar el último gran acuerdo de la Guerra Fría, el de control de misiles de alcance corto y medio. Respecto al cambio climático, el Boletín alerta sobre el rotundo fracaso de la comunidad internacional en el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero conforme a lo planeado, además del golpe que Estados Unidos ha dado al histórico Acuerdo de París de 2015 al retirarse de él y, junto con otros países productores de hidrocarburos, socavar la credibilidad de los contundentes estudios científicos sobre los efectos negativos que tiene el uso masivo de combustibles fósiles en el medio ambiente, y su incidencia en el calentamiento global.

Por tratarse del aspecto más nuevo y que concierne a trabajadores y usuarios de los medios de comunicación y las redes virtuales, hago énfasis en el caos y la guerra que dominan el ecosistema informativo, como un factor más de riesgo que horada la credibilidad en las instituciones y debilita a los regímenes democráticos. El Boletín advierte sobre el uso pernicioso que hacen gobiernos y políticos -y sus proveedores y simpatizantes- de las redes llamando "noticias falsas" a aquellas informaciones que no les gustan y propagando mentiras descaradas como si fueran verdades irrefutables. Esta acción exacerba la división y polarización social y destruye la confianza institucional a partir del miedo irracional o la ira fácil de la reacción inmediata e irreflexiva. Por ahí se cuela todo tipo de disparatadas teorías de la conspiración que se viralizan y llegan a mermar la credibilidad en la ciencia al grado de, por ejemplo, negar la existencia del cambio climático. "En este entorno, la comunicación inflama las pasiones en lugar de informar a la razón", dice la Declaración del Boletín.

Si bien es cierto que las mentiras y la propaganda engañosa no son nuevas en política, la tecnologías modernas de la información han impulsado un salto cuantitativo y cualitativo en la propagación de las mismas por el enorme volumen y la gran velocidad de difusión. Hoy, cualquiera que tenga acceso a internet puede abrir una cuenta "anónima" en una red virtual y esparcir todo tipo de rumores, falsas noticias y calumnias que pueden llevar a un grupo o comunidad a cometer injusticias, como los linchamientos mediáticos o reales, o a fragmentarse sin posibilidad de entablar un diálogo respetuoso y sobre la base de certezas mínimas. Cada vez más políticos, y sus seguidores, se arrogan el inexistente derecho de defender eso que llaman "hechos alternativos" para evadir las críticas sustentadas, como si la interpretación de la realidad o las creencias sobre ella fueran más importantes que la realidad objetiva misma. Es la cara más perversa de la manipulación a la cual muchas personas se prestan ya sea por ignorancia, ingenuidad o deliberado interés. Por eso no es extraño que un ambiente tan corrompido en donde se afianzan los prejuicios, se exaltan las divisiones ideológicos y se fomenta la polarización social, ayude a que surjan o resurjan movimientos políticos basados en el racismo, la xenofobia, el clasismo, la misoginia o el resentimiento.

Los científicos alertan de que "en lugar de un apocalipsis cibernético que causa un derrumbe financiero o cortes eléctricos en todo el país, este es el uso más insidioso de las herramientas cibernéticas para atacar y explotar las inseguridades y vulnerabilidades humanas, erosionando la confianza y la cohesión en que se basan las sociedades civilizadas". Es la derrota de la razón y la verdad científica a golpe de popularidad o, más vulgarmente, retuits, "likes" o reenvíos. La guerra y el caos informativo en esa caja de resonancia que es el ciberespacio, amenazan con arrastrar a la humanidad a la suplantación de la "lógica y la verdad por la rabia y la fantasía", según el documento en cuestión, que advierte: "si no se controla, tal distorsión socavará la capacidad del mundo para reconocer y abordar las amenazas urgentes planteadas por las armas nucleares y el cambio climático y aumentará la posibilidad de poner fin a la civilización como la conocemos". Todos tenemos mucho qué hacer al respecto, principalmente medios y periodistas. Un buen principio sería abrir el debate franco e informado sobre este tema y, a la voz de ya, evitar en las redes hacer eco del ruido, la desinformación o los reportes no verificados.

Twitter: @Artgonzaga

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