Columnas Social

Las palabras tienen la palabra

Todo en chiquito es más sabrosito

Columna póstuma de Juan Recaredo

Me acabo de comer unos taquitos bien sabrosos, con su salsita picosita. Luego, un atolito, ¿por qué no? Y para completar la mañana, no puede faltar el cafecito, que si me lo acompaña con un pedacito de pan, pues mejor.

Usamos mucho el diminutivo en México, de eso no hay duda. O sea, que hacemos chiquitas las cosas con la intención de dar un énfasis muy notable a lo que queremos decir. O tal vez, más que énfasis, lo que queremos es dar un mayor sentido de cordialidad a lo que decimos. Lo más curioso es que por lo general funciona.

No es lo mismo decir: "¿quieren café?", a decir: "¿quieren un cafecito?", estará usted de acuerdo. Usando el diminutivo se rompe con la horrible frialdad de la primera opción, porque si no, la invitación no se apetece porque es como tomarse un café que ya se enfrió… ¡guácala!

Si voy de visita a una casa extraña y me dicen: "¿quieres un café?", podría pensar que la invitación es forzada o nada más "por cumplir", o tal vez, hasta pensaría que lo que quieren es que ya me vaya. En cambio, la expresión "¿un cafecito?", suena mucho más cordial y desde que me la dicen ya casi me parece aspirar el aroma del café y me siento como si estuviera en mi propia casa con mi familia; definitivamente, es mucho más atractiva la invitación, todo por agregarle un diminutivo.

Los mexicanos somos adictos al "diminutivismo", que hasta el adverbio lo usamos con mucha frecuencia en esa forma, violando flagrantemente la regla gramatical de que el adverbio es un elemento invariable de la oración, es decir, que no tiene género, número ni persona, y que por supuesto, tampoco puede aceptar convertirse a aumentativo o diminutivo.

"Ahorita vengo, no me tardo nadita. Nada más voy aquí cerquita, pero prontito regreso…". Expresiones como ésta se dan mucho en nuestro lenguaje cotidiano, utilizando barbarismos a granel y causando vahídos - o sea, desvanecimientos - a más de un purista de la lengua, porque "ahora", "nada", "cerca" y "pronto", son adverbios que, como le digo, no pueden cambiar.

Tan fuerte es la costumbre que ya se han aceptado "ahorita" "cerquita" y "prontito" por la Academia Española de la Lengua. Y es que no les quedó más remedio, porque se usan tanto que hay que aceptarlas como una parte importante de nuestro lenguaje.

Además, ¿qué haríamos sin los diminutivos? No quiero imaginarlo ni tantito…

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Gabriela Garza: ¿Cómo se llaman las personas que no pueden oler?

LE RESPONDO:

Las personas que no tienen sentido del olfato se les llama anósmicas.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

Avanzados estudios demuestran que de cada diez personas que hablan español, cinco… son la mitad.

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