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Humedales

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Los humedales son zonas donde fluye o se acumula agua a nivel superficial en las que coexisten ecosistemas acuáticos y terrestres que albergan una importante biodiversidad, brindan servicios ecosistémicos o ambientales invaluables para la población, constituyen parajes de gran belleza escénica y otros atributos que destacan sus valores ambientales, sociales y culturales.

Existen diferentes tipos de humedales como los lacustres (asociados a lagos o cuerpos de agua interiores), marinos (que se ubican en las costas), riparios (en las riberas de los ríos), por mencionar algunos. Para quienes habitamos en el desierto donde la escasez de agua es la constante, la existencia de humedales frecuentemente está asociada a flujos de agua intermitentes o cuerpos de agua aislados y rodeados por paisajes con vegetación predominantemente árida.

En el caso del desierto Chihuahuense, la gran ecoregión que abarca porciones significativas de los estados norteños de México, existen pocos humedales entre los que sobresale Cuatrociénegas, donde tiempo atrás existieron cerca de quinientas pozas de agua en las que habita una singular ictiofauna (especies de peces) que debido al aislamiento que sufrieron dieron lugar a importantes endemismos, sobre las cuales hay presión humana que le amenaza.

En nuestra Comarca Lagunera sobresale un humedal, el Cañón de Fernández, un cuerpo de agua en medio del escurrimiento del río Nazas, en el inicio de la parte baja de la cuenca del mismo nombre, aguas debajo de la presa Las Tórtolas. Si bien no es el único si el de mayor importancia, por los volúmenes que contiene, la vida silvestre que alberga (751 especies de flora y fauna registradas), los servicios ambientales que brinda y un inigualable paisaje con singular belleza escénica en medio del desierto.

La importancia del Cañón de Fernández se refleja en su declaratoria como área natural protegida con la figura de Parque Estatal, por el Congreso del Estado de Durango en 2004, pero también como Sitio Ramsar en 2008. En el primer caso su declaratoria se hizo para proteger el capital natural ahí existente, la fauna y flora albergada en él, particularmente su avifauna, que surge de la asociación de un ecosistema acuático con otro terrestre. El Cañón de Fernández, como el propio río Nazas en que se incrusta, no sólo es un patrimonio natural de los laguneros, sino un símbolo de identidad regional.

Pero también es un humedal de importancia internacional, prueba de ello es su reconocimiento como Sitio Ramsar, rasgo distintivo en que se encuentran 2,200 humedales, aquellos que fueron declarados con esta denominación por la importancia que tienen para la conservación de la diversidad biológica y el sustento de la vida humana.

Lamentablemente, según un informe reciente de la Convención Ramsar sobre Humedales (2015), el organismo internacional que registra y da seguimiento a los humedales en el planeta, señala que en el Siglo XX la extensión de los humedales disminuyó entre un 67% y 71%, lo que representa una pérdida en los servicios ecosistémicos equivalente a 20 billones de dólares. Son muchas y graves las amenazas que atentan contra los humedales, la mayor parte derivadas de las actividades humanas como es el caso de los cambios de uso del suelo.

Esto ocurre, también lamentablemente, en el Cañón de Fernández, como lo expresa un estudio reciente que se hizo con base a imágenes de satélite, en el cual se observan los cambios de uso del suelo principalmente en la ribera del río Nazas en el trayecto que atraviesa el Parque Estatal, provocados principalmente por las personas que tienen concesiones en la franja federal, personas que viven en la zona metropolitana y lugareños. La mayor parte de ellos eliminan la vegetación nativa para establecer cultivos y construir edificaciones de esparcimiento (los llamados "ranchetes"), destacando un empresario que de plano construyó una quinta con cabañas y alberca. Y no pasa nada.

Los laguneros debemos preocuparnos por conservar sitios como el Cañón de Fernández, de otra forma legaremos a las siguientes generaciones el desastre que ahí estamos provocando, por ello es de reconocerse el esfuerzo que realizan ambientalistas locales, laguneros que quieren su terruño, como Francisco Valdés, Gladys Aguirre y otros colegas que quieren proteger este espacio destinado a conservar la vida silvestre ante el asedio de quienes lo amenazan y la indiferencia gubernamental.

El próximo dos de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, fecha establecida desde 1997, por ser el día en que se celebró el Convenio sobre los Humedales, suscrito en la ciudad iraní Ramsar, en 1971. Por ello este próximo sábado no debe pasar desapercibido, sino reconocido para que los ciudadanos demos cuenta de la importancia que tienen estos lugares no sólo para la vida silvestre, también para la población humana.

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