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Empresas: ¿Sostenibilidad o responsabilidad social?

Asuntos corporativos

EDGAR SALINAS

La responsabilidad social empresarial está mucho más integrada al lenguaje y prácticas cotidianas de las empresas que el de sostenibilidad. En buena medida porque la filantropía posee raíces previas al actual modelo de producción industrial, aunque embonó fácilmente con este. Se hizo compatible y funcional.

La tradición filantrópica permanece vigorosa y, en las últimas cinco décadas, se ha convertido en fuente y referencia de la denominada responsabilidad social corporativa o empresarial, sobre todo a partir de la evolución organizacional de las empresas, cuyas decisiones ejecutivas del día a día recaen en la actualidad en equipos directivos que en la mayoría de los casos no están integrados por poseedores patrimoniales o accionarios mayoritarios de las corporaciones.

Esto ha hecho que la responsabilidad social empresarial haya adquirido un carácter organizacional de una magnitud tal que se ha convertido en acciones evaluadas con criterios de impacto social más allá de la decisión o voluntad del filántropo tradicional. No obstante, se mantiene como base el carácter voluntario de los compromisos, con todo y la intervención de los gobiernos y organismos internacionales de certificación (como el ISO) quienes han propuesto, los primeros, normas básicas para la responsabilidad social de sus empresas, es el caso de Canadá y la Unión Europea y, por el otro, orientaciones para estandarizar prácticas en ese sentido, como el caso de la ISO 26000.

La palabra "responsabilidad" usada en este contexto, alude al compromiso de contribuir al desarrollo sostenible y a las expectativas de los grupos de interés ("partes interesadas" o "stakeholders") como acto responsable ante los impactos socioambientales de la actividad productiva. Sin embargo, luego de siglos de filantropía y décadas de responsabilidad social, ambos modelos de contribución han sido cuestionados porque la velocidad de los impactos al planeta es mayor a la capacidad de respuesta que el sistema ha tenido para mejorar la vida, en su conjunto, en la tierra.

Si bien las condiciones materiales, de bienestar, alimentación, salud o educación de millones de personas están por debajo de los más bajos estándares de calidad de vida y por tanto la asistencia, voluntariado, filantropía y RSE se vuelven fundamentales para la atención inmediata, los retos globales que se sintetizan en el cambio climático y sus precursores nos obligan a considerar un nivel superior de actuación desde el sector productivo, pero también del sistema en general. Filantropía y RSE siguen siendo pilares en el compromiso social. El Reporte Global de la Filantropía, cuyos trabajos estuvieron dirigidos por investigadores de la Universidad de Harvard, señala que dos tercios de las más de 260 mil fundaciones que hay en el mundo fueron establecidas en los últimos veinticinco años.

Reiterando la importancia de esos modelos de intervención social en la solución de problemas comunes, la realidad planetaria exige, sin embargo, una escala transformadora desde el sector productivo para responder a los retos globales que ahora enfrentamos.

Las empresas, junto a organismos de la sociedad civil organizada y las agencias intergubernamentales constituyen los tres grandes agentes de cambio global hacia la sostenibilidad, a decir de diversos autores. Por eso su participación en la solución de retos globales debe impactar radicalmente en lo que denomino precursores de los desequilibrios sociales, ambientales, económicos y tecnológicos.

Un paso importante por dar es una nueva fisonomía para la responsabilidad social de las empresas. Es necesario que la responsabilidad que se asuma pueda conjuntar los esfuerzos filantrópicos y de alianza con la sociedad civil organizada con las acciones que construyan un entorno de mercado y sociedad sostenibles, en línea con lo establecido en los objetivos del desarrollo sostenible.

Como agente fundamental para la sostenibilidad planetaria, la responsabilidad social de las empresas debe integrar este componente a las tradicionales causas a favor de la educación, salud, alimentación, cultura y bienestar comunitario. Las corporaciones globales que ya lo están haciendo, no solamente han planteado la hoja de ruta a seguir desde el sector productivo, sino que se están convirtiendo en conformadores del futuro del mercado y las sociedades.

Desde esta óptica, no hay lugar para una disyuntiva entre sostenibilidad y responsabilidad social. Lo que sí hay, es el reto de escalar e integrar ambas en el compromiso asumido por la empresa como agente prioritarios de cambio.

@letrasalaire

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