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PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD EN MÉXICO / VIIi

Dr. Leonel Rodríguez R.

Fiesta del Día de Muertos, Patrimonio Cultural Inmaterial de la HumanidadFiesta del Día de Muertos, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

Una de las tradiciones prehispánicas más profundas, representativas y arraigadas de México, es la celebración de los fieles difuntos o Día de Muertos, que se realiza en todo el país los primeros días de noviembre.

Esta festividad, llena de gran colorido y sincretismo en algunos grupos étnicos del país, fue declarada en el 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En esta ceremonia dedicada a los muertos, no sólo se comparte una antigua práctica ceremonial en la que se mezclan las tradiciones precolombinas y la tradición católica, sino una diversidad de expresiones sustentadas en la pluralidad étnica, cultural y lingüística del país. Estas expresiones populares, que se transmiten de generación en generación, adquieren diferentes significados de acuerdo al pueblo o comunidad indígena en las que se realizan. En una gran mayoría, significa el regreso de las ánimas de los difuntos.

En las regiones maya, nahua, zapoteca y mixteca, por ejemplo, esta celebración tiene una relevancia muy importante en la vida ceremonial y festiva de los pueblos indígenas, así como en la identidad, cosmovisión y vida social comunitaria.

Esta celebración anual representa un momento sagrado y privilegiado de reencuentro del ser humano con sus ancestros, y al mismo tiempo, una oportunidad de convivencia entre integrantes de la propia comunidad. La riqueza cultural de estas celebraciones se encuentra en las creaciones artísticas que músicos, pintores y poetas mexicanos han generado en los últimos tiempos.

De acuerdo con las creencias populares, el 1º de noviembre se dedica a recordar a los "muertos chiquitos", a la población infantil, y el día 2, a los fallecidos en edad adulta.

Entre la diversidad de acciones que la sociedad mexicana realiza, destaca la ofrenda o "altar de muertos", que se compone, entre otras características, del típico pan de muerto, calabaza en tacha y platillos que en vida fueron de la preferencia del difunto.

También, se emplean flores de ornato como el cempasúchil, papel picado, objetos artesanales, velas, calaveras de azúcar y los sahumadores en los que se quema el copal, lo que representa en el imaginario colectivo un lenguaje simbólico y colorido para recordar a nuestros antepasados.

La festividad del Día de Muertos incluye prácticas como el adorno de las tumbas o hacer altares sobre las lápidas, lo que tienen un gran significado para las familias porque se piensa que ayudan a conducir a las ánimas y a transitar por un buen camino tras la muerte.

Para facilitar el retorno de las almas a la tierra, las familias esparcen pétalos de flores de cempasúchil, la flor tradicional de la festividad, y colocan velas y ofrendas a lo largo del camino que va desde la casa al cementerio.

Se preparan minuciosamente los manjares favoritos del difunto y se colocan alrededor del altar familiar y de la tumba, en medio de las flores y de objetos artesanales, como las famosas siluetas de papel.

La ceremonia ritual de los voladores es una danza asociada a la fertilidad que ejecutan diversos grupos étnicos de México y Centroamérica, en particular los totonacos del Estado de Veracruz, situado al este de México. Su objeto es expresar el respeto profesado hacia la naturaleza y el universo espiritual, así como la armonía con ambos. En el transcurso de la ceremonia, cuatro jóvenes trepan por un mástil de 18 a 40 metros de alto fabricado con el tronco de un árbol recién cortado en el bosque tras haber implorado el perdón del dios de la montaña. Sentado en la plataforma que remata el mástil, un quinto hombre, el caporal, toca con una flauta y un tambor melodías en honor del sol, así como de los cuatro vientos y puntos cardinales. Después de este acto de invocación, los danzantes se lanzan al vacío desde la plataforma a la que están atados por largas cuerdas, giran imitando el vuelo de los pájaros mientras la cuerda se desenrolla y van descendiendo paulatinamente hasta el suelo. Cada variante de la danza ritual de los voladores representa un medio de hacer revivir el mito del universo, de modo que esta ceremonia expresa la visión del mundo y los valores de la comunidad, propicia la comunicación con los dioses e impetra la prosperidad. Para los ejecutantes de esta danza y todas las personas que comulgan con la espiritualidad del rito en calidad de espectadores, la ceremonia de los voladores constituye un motivo para enorgullecerse de su patrimonio y de su identidad cultural, al mismo tiempo que suscita un sentimiento de respeto por ambos.

Estas ceremonias ancestrales fueron agregadas a la lista de Patrimonios Culturales Inmateriales en el 2009.

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Escrito en: Dr. Leonel Rodríguez R.

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