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YALITZA Y LA SILLA

María del Carmen Maqueo Garza

Lamentable lo ocurrido en Tlahuelilpan, Hidalgo. Las imágenes quedan para la historia. Me recuerdan al Guernica de Picasso. Instantáneas en blanco y negro que inmortalizan una colorida fiesta popular que devino en tragedia.

Contra mi habitual dificultad para ponerle nombre al niño cada semana, esta vez el título llegó por delante, jalando a sus hermanas - las letras no natas - a salir a la luz y plasmar por escrito, lo que me venía dando vueltas en la cabeza. Hace unos cuantos días, se dieron a conocer las nominaciones al Óscar, entre las que queda con una honrosa décupla la cinta "Roma" de Cuarón. Muy en particular me emocionó que Yalitza Aparicio quedara dentro de las candidatas a mejor actriz protagónica. El mensaje que percibo es que, contra los prejuicios que pesan sobre los grupos étnicos originales, esta vez el talento ha triunfado.

Quiero contrastar esta parte gloriosa de mi texto con lo sucedido en el estado de Hidalgo, ese mismo prejuicio que insinúa que el mexicano no tiene modo de salir adelante por su cuenta. Como destello vino a mi mente una memoria de mis dos años de vida, caminaba distraída, me golpeé con una silla, y mi querida Mila se vino contra la silla, la regañó y le dio varios golpes, como nalgadas, en tanto se dirigió a mí para decirme: "Fue culpa de la silla, no tuya". Recuerdo aquella sensación de consuelo, convencida de que en lo ocurrido, yo no tenía responsabilidad alguna. Poco duró la magia del momento, pues detrás de la nana apareció mi madre para sentenciar: "Te golpeaste porque ibas distraída, no es culpa de la silla, es responsabilidad tuya. Para la siguiente, ten más cuidado". Debo decir que no recuerdo haber vuelto a escuchar a mi nana adjudicando a cajones, puertas o mesas la responsabilidad de algún golpe que me hubiera dado, por más severo que fuera. Incluso, un par de veces que terminé con el médico por accidentes de consideración, lo hice consciente de que la única responsable había sido yo.

Así como muchas voces pretenden demeritar la actuación o la nominación de Yalitza por prejuicios, del mismo modo muchas otras claman por justicia ante una tragedia de la que se sienten víctimas y no responsables. Se aplica ese mecanismo tan habitual en nuestro México: "Si el muchacho roba, o se droga, o no trabaja, no es su culpa, es culpa de los amigos, o de la tele, o del reggaetón". Lo mismo sucede esta vez, si los adultos andaban con sus bidones o garrafas, algunos de ellos acompañados de niños, hay un sinfín de razones que se esgrimen para deslindarse de culpa: "Fue a asomarse por pura curiosidad" o "Iba pasando". Enseguida, viene lo más terrible, desplazar cualquier carga de responsabilidad fuera de ellos mismos: "Si los soldados hubieran actuado con determinación, no habría ocurrido la tragedia". El ejército estuvo varias horas intentando disuadirlos, y la reacción de los pobladores hacia los militares fue hasta violenta. ¿Entonces qué deberían haber hecho - según los afectados -? ¿Haber disparado al aire? Un disparo, en medio de una nube de combustible volatilizado, habría precipitado lo que sucedió horas más tarde y por otro mecanismo. La necesidad era hallar alguien ajeno a la propia persona y desplazar la culpa.

Hay mucho por hacer en nuestro vapuleado México, dolorosamente polarizado en elites multimillonarias que han hecho su fortuna dentro de la función pública con un cinismo despreciable. Ya he mencionado, yo no voté por López Obrador, pero reconozco que es el presidente electo, al que habrá que respaldar en sus decisiones, y si no nos parecen, expresarlo por conductos civilizados. Él y su gabinete están poniendo todo el interés en resolver una enfermedad grave y paralizante llamada "corrupción". Nosotros como ciudadanos necesitamos trabajar en lo que nos corresponde. No hay de otra.

Freud habla de la proyección como un mecanismo de defensa a través del cual se busca adjudicar a elementos externos a la propia persona, un suceso determinado. Es justo lo que hemos venido haciendo los mexicanos desde largo tiempo atrás, y se vuelve a intentar ahora: La comisión de un ilícito - huachicoleo - provocó una explosión en la que más de un centenar han muerto y otros tantos, - si sobreviven - tendrán una calidad de vida lejana a la ideal. Esto no es responsabilidad del gobierno en turno. No corresponde esperar que las familias que resultaron afectadas porque uno de sus miembros sufrió quemaduras por la explosión, sean victimizadas ahora. Por doloroso que resulte de entrada, hoy es momento para tirar a la basura ese razonamiento anacrónico que tanto daño hace.

Mi tropiezo no fue culpa de la silla. Gracias, madre, por la lección.

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