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El rey ha muerto, viva el rey

Esta frase fue expresión ritual en la sucesión de las monarquías, principalmente de Francia, en la primera mitad del siglo pasado, con el propósito político de evitar el interregno y asegurar la fidelidad hacia el sucesor del poder, y con la finalidad de hacer patente la continuidad de la institución o forma de gobierno, por encima de las personas que la encarnan; en nuestro caso, la república.

Hoy en día la frase es obsoleta, a medias; pues si bien es cierto no se exterioriza, sí se piensa y se actúa en base a ella; si no, un tuviésemos los chapulines políticos sexenales, los vividores del erario, que carentes de principios cambian de ideología como cambiar de chaqueta, críticos detractores del que se va, y aduladores limpia botas del nuevo ungido por el voto popular, con el ruin propósito de ganarse su voluntad.

Meses atrás, el Priismo y el Panismo confabulados con acomodaticios aduladores como los “Tucanes”, plantaban y arrancaban lo plantado, destruían y edificaban, callaban y hablaban, ganaban y perdían, amaban y aborrecían, protegían y desamparaban; de ellos era la voluntad absoluta, poseedores de la única verdad, portaban la toga, ceñían su corona y sostenían en su mano el cetro; ostentaban y detentaban el poder a su arbitrio y sin mesura.

El tiempo ha cambiado, ahora quienes gobernaban son oposición que critican lo que pudieron y debieron hacer y no hicieron.

Los cambios que hasta ahora se han realizado han sido suficientes para levantar los ánimos en contra, de quienes ven amenazado su estatus quo. El motivo principal es la Ley Federal de Remuneraciones para los Servidores Públicos, además del Presupuesto de Egresos para el ejercicio fiscal 2019, el cual contempla reducción en varios rubros, generando con ello frustración y descontento; que a su vez pueden traducirse eventualmente en agresión, si no se dialoga y/o canaliza o racionaliza convenientemente la situación que ha provocado el enojo social.

¡Por supuesto que no es fácil! A nadie le gusta que le ajusten el cinturón, que le cambien los planes vacacionales o tener que abstenerse de cambiar de automóvil; pero si hemos de ser honestos consigo mismos, no tiene la culpa AMLO, sino los gobiernos precedentes, y en última instancia nosotros mismos como ciudadanía al permitir el dispendio de recursos, al no exigir justicia, al aceptar pasivamente los gasolinazos.

En Francia, por menos que esto, grupos sociales pusieron en jaque al gobierno de Emmanuel Macron. Aquí en México eso no pasa ni pasará, porque somos aguantadores; porque somos pura lengua y lomo, hablamos mucho y nos burlamos del presidente, pero aguantamos todos los aumentos calladitos. Todo con memes, pero ¡qué flojera salir a las calles a protestar!

El pueblo de México empieza a polarizarse y la situación de los bajos salarios para quien gana más que el presidente, por los miles de amparos que se han extendido, puede caer en un impasse; y ahora con el accidente aéreo de la gobernadora de Puebla, el Senador Moreno Valle y los dos pilotos del helicóptero, los descontentos y adversarios de AMLO están lucrando con la tragedia para sacar raja política al culpar al presidente de tan lamentable suceso, polarizando más a la sociedad. Quien llame asesino a AMLO tiene la obligación de probarlo. ¿O no? De no hacerlo es calumnia y chismerío político.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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