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Personajes en la historia de méxico

Artículos publicados en la revista cultural El Puente No. 1 de fecha noviembre y diciembre de 1990

(CORTESÍA)

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José León Robles de la Torre

El número 14 de los artículos lo escribió GILBERTO PRADO GALAN y se titula "MARCEL PROUST: LA LITERATURA COMO FELICIDAD ELEGIACA, y se trata de SIETE LIBROS DE PROUST, DE LOS QUE TOMARÉ LOS SIGUIENTES FRAGMENTOS.

"Premio Nacional de Critica de Arte 1988, con un trabajo sobre Tamayo. Premio Internacional Malcolm Lowry 1989, con un trabajo sobre La serpiente emplumada, de Lawrence. Premio Interamericano Garcilaso de la Vega, el Inca, 1990, con un trabajo sobre Los comentarios Reales. Profesor en el ISCYTAC, en la UAC y en la UAL. Miembro correspondiente del Instituto Garcilaso de la Vega, en Cusco, Perú".

"Walter Benjamín ha escrito que en Marcel Proust toda felicidad es elegiaca. Y, en efecto, el sentido último de cada alegría en la vida, que es la obra, del novelista se encuentra en la capacidad recipiente del objetivo elegiaca. Sombría y contradictoria, la felicidad es, en el autor de 'EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO', paradójica...".

"...En el primer libro de En busca del tiempo perdido (por los caminos de Swann), Proust experimenta, respecto de su arte, algo similar, perturbaciones del hipocondríaco, así, por ejemplo, tras haber afirmado la inestimable trascendencia de la literatura, hace explícita su presunta falta de genio, algo que, como veremos, reaparecerán en las postrimerías de la obra, al final de un tejido que critica, a cada rato, la singular factura de sus procedimientos...".

"...En el segundo libro, la pugna entre ambas posibilidades de dicha ha sido evidenciada por Proust como incesante fricción de esperanzas rivales. Así por ejemplo, se advierte en el inicio la deliberada comparación de la gloria literaria, por su aspecto veleidoso, con el amor de una querida...".

"...El desencanto, tras la asedia creativa, es evidente, este desencanto es indisimulado en el tercer libro. Allí Proust dice que 'es tan necesaria la conexión entre ciertas cualidades literarias y la falta de éxito mundano', piensa en la literatura como una intención pretérita ahora, por desgracia, insatisfecha. Y, mas aún, a este inconsolable desaliento hay que sumar el que le produce la negativa de EL FÍGARO acerca de la posible publicación de uno de sus artículos. La paradoja adquiere dimensiones notables...".

"...Del célebre cuarto libro he de destacar una insistente preocupación de Proust por espolear la conciencia del hacedor literario. Primero arremete contra 'el estúpido amor propio de tanta gente de letras' que inmoviliza el trabajo. Spinoza, al referirse al efecto, de la soberbia, ha explicado que el hombre, al suponer que todo lo puede imaginar, limita su potencia de obrar. No otra cosa sucede a los hombres edificados de letras...".

"...En el quinto libro, el filón temático que constituye la relación entre el narrador-protagonista y Albertina, se va manifestando como riquísima, inapreciable veta. Lo cierto es que la posesión de la mujer amada, al llevarse a cabo realmente, genera en Proust el desencanto, la apatía es, incluso, la terrible indolencia hacia la vida amorosa. En múltiples lugares, afirma la imposible identidad entre el amor y la mujer que se posee...".

"...En el sexto libro, La fugitiva, la dialéctica de la felicidad, luego de haber sido zarandeada por los acontecimientos que se narran en el volumen precedente, adquiere matices de singular apariencia. Aunque es cierto que todavía se apuesta al pesimismo que la actitud respecto de su confesa falta de talento es inmutable, que la definitiva perdida de Albertina, aun tras el simulacro de su posible retorno, se inscribe en una inalterable indiferencia, hay algo que modifica en forma sustantiva la naturaleza de la felicidad literaria, la publicación, por fin, del artículo enviado a EL FÍGARO...".

"EN EL ÚLTIMO LIBRO, "El tiempo recobrado", a la dubitación inicial que reincorpora y hace ya desesperante el efecto paradójico hasta lindar con un insoportable oximoron - pues Proust ratifica, con obstinación, su inepcia literaria - sigue una evidentisima distinción de los mundos vivencial y literario que nos muestra ya un escritor decepcionado, para siempre, de los seres amados. Pero habrá un último y brutal desaliento, en una impresionante frase sin orillas, entrecortada por una respiración que reproduce, con nitidez deslumbrante, el agitado vaivén de un corazón asmático, junto a los árboles mudos, los mismo que sorprendían a Rilke en la 'Solitaria ladera'. Proust confiesa que lo asalta de nuevo, con una fuerza mas lamentable que nunca, la idea de la falta de dotes literarias...".

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