El intrépido aviador lerdense, Francisco Sarabia, ajustándose el arnés del paracaídas, listo para salir a volar.
En 1957 al cumplirse el 18 aniversario de la trágica muerte de Francisco Sarabia, fue en la ceremonia conmemorativa efectuada en el cementerio en la Rotonda de los Hombres Ilustres en la Ciudad de México, donde se recibieron adhesiones para establecer en su honor y en el de todos los aviadores caídos, el "Día de la Aviación Civil". En ese evento póstumo solamente asistió medio centenar de personas. Se sepulcro se vio alfombrado por las ofrendas florales que fueron colocadas en su cripta, por los representantes del Gobierno, legislaturas de los Estados, dependencias oficiales y compañías de aviación. En este aniversario se recordó cuando en vísperas de su gran vuelo de México a Nueva York, se vio al aviador lerdense Pancho Sarabia, lleno de optimismo y franca sonrisa, demostrando la seguridad de la hazaña que iba a consumar, y decía en forma sencilla y terminante: "Realizaré este vuelo para prestigio de mi patria". Aún más, con su mirada penetrante y vivaz, con una sonrisa casi juvenil que campeaba en su rostro moreno de característica innegablemente indígena; larguirucha y un tanto desmedrado en su físico, pero con una voluntad de hierro y con un corazón bien puesto como los hombres de su raza".
En este acto tomó la palabra el capitán piloto aviador Manuel Luna Suárez Mier, dijo: "en nombre del Club Aéreo de México, estaban ahí a rendir pleitesía al hombre que llenó de gloria a la aviación nacional y que su club se unía al grupo para establecer el Día de la Aviación a fin de honrar a Francisco Sarabia, como a otros que le han dado gloria a México". Guillermo Jara Herrera presidente del Comité pro Día de la Aviación Civil, reseñó cómo Sarabia llevó con su avión progreso a zonas chicleras y, después "se ciñó los laureles de la inmortalidad". Mientras los oradores recordaban al aguilucho lerdense con sus discursos, otros montaban guardias ante la tumba de Sarabia. La primera la hicieron representantes de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas y de la Dirección de Aeronáutica. Luego los agregados aéreos a la embajada de los Estados Unidos y Rusia, mayor Roy D. Cooper y tenientes coroneles Boris A. Kazanlselv y Yury A. Cholpanov, hicieron guardia.
El ingeniero Guillermo Prieto, a nombre de Aeronáutica Civil, dijo escuetamente que estaban ahí para patentizar la admiración, el respeto y el reconocimiento oficial a la obra de ese precursor de la aviación nacional y gran aviador, Francisco Sarabia. Así también hizo acto de presencia el Subdirector de Aeronáutica Civil, ingeniero Claudio Robles Ochoa. En tanto que el profesor Rafael Romero, oficial mayor del gobierno de Guerrero y representante del mandatario local, ensalzó después la figura del aguilucho caído. Después, el general Bernardo Hermosillo, viejo amigo de Sarabia, dijo, "que a éste se le debe que en México haya aviación nacional y que debe establecerse el día propuesto para unificar a todos los pilotos, ya sean civiles o militares". Con un minuto de silencio se dio por terminado el acto que duró 35 minutos. Y la tumba del héroe quedó nuevamente desierta en pocos minutos.
También se recordó al aguilucho lerdense en su XIX Aniversario de su muerte, por medio de un artículo publicado el 7 de junio de 1958 en el periódico Novedades de la Ciudad de México con el título "Los Números Cabalísticos." se señala que Sarabia pereció al intentar el regreso a la patria, después de haberse henchido de gloria y de honores por su vuelo sin escalas entre la ciudad de México y Nueva York.
El diario Novedad ofreció algo original y brevísimo resumen del estudio que, a raíz de la tragedia del Potomac, hizo el Sr. Guillermo J. Moncada sobre la influencia de los números en los triunfos y en la caída de Sarabia, o sea lo que podría llamarse una "interpretación cabalística", del héroe. Y así escribió: "Francisco Sarabia, el aviador toda precisión, todo cálculo, todo orden y método, precavido, modesto, con sus doce mil seiscientas horas de vuelo, y con sus ciento cincuenta aterrizajes forzosos". Moncada en su artículo periodístico, dice: cayó bajo el golpe rudo y brusco de la fatalidad. ¿Se embriagó de gloria? ¿Dejó de volar con la cabeza por el incienso de la fama? ¿No pudo resistir el latigazo del elogio y el chispazo de la popularidad?
Moncada argumento, previamente, en apoyo de la Cábala, para llegar a la conclusión de que Sarabia dominaba el número 7, número de triunfo; pero dice: intervinieron otras circunstancias, con números fatídicos que lo llevaron a la muerte. "triunfos y estíos fueron para Sarabia sus múltiples y variadas actividades aeronáuticas, tales como las escalofriantes y peligrosas exhibiciones con su circo aéreo, sus transportes de chicle y café, sus transportes de pasajeros en su avión de la SCOP sobre el valle de México -a diez pesos por diez minutos-, su vuelo de los Ángeles a México, en seis horas veintiocho minutos, el otro de México a Chetumal, en dos horas con cincuenta y cinco minutos, y el glorioso viaje de México a Nueva York, en diez horas cuarenta y siete minutos".
Y señala los siguientes sietes: julio séptimo mes del año, en que nació, en Cd. Lerdo, Dgo., Durango, su estado natal (siete letras); Sarabia, su apellido; Chicago, donde aprendió a volar; Nueva York, meta de su gran vuelo; Salinas (entonces coronel y ahora general Alberto Salinas Carranza), su jefe y de la Fuerza Aérea Mexicana; Ángeles (Los), donde compró el fatídico aparato; Charles, nombre de quien le vendió el Gee Bee, tipo de aparato de mal agüero; Bolling, campo de aterrizaje de Washington, donde se mató; Potomac; donde cayó el avión; Zermeño, agregado naval mexicano, que con Luis Quintanilla, se arrojó a las aguas al rescate; Lanagan, oficial norteamericano que abrió la averiguación; el día de junio, 7, en que ocurrió la tragedia; Luciano (Kubli), quien pronunció el discurso en Dolores; Cosacos (del Don), coro que cantó el Réquiem de Bachmietieff en Dolores; Domingo, el día en que lo enterraron.
Números Adversos. Junto al insistente número del triunfo hubo la influencia de cuatro números señalados en la Cábala como nefastos: el 12, el 13, el 15 y el 16. Veamos como operaron según estudio cabalístico del señor Moncada: 12, los nombres completos de su apoderado Miguel A. Morán, y del vendedor del aparato, Charles H. Babb; la suma de la fecha, y el número del mes del accidente, tenemos la comprobación, la influencia del 12, el nombre del comandante del zepelin Hindemburg, incendiado: Ernest Lema; Carlos Gardel, muerto quemado; Herbert Wiley, comandante del Macon, que cayó con ochenta y tres ocupantes. 13, los nombres de México y Nueva York; el campo de aterrizaje Bolling Fields; el hotel Williard, donde pasó su última noche (Recuerda a Amelia Earhart, perdida en el océano, y a Roald Amundsen, muerto en el polo).
El 15, la matrícula de la fortaleza norteamericana que trajo los restos (Boeing B-15), y cuyo capitán, por cierto, no quiso regresar a su país, ni el 13 ni el 15 de junio, sino el 14 (recuerda otro 15; el nombre del piloto japonés Yoshinori Nagoya, caído al intentar un vuelo de Sattle a Tokio, y el del capitán del hundido Morro Castle, Robert R. Willmet). 16, el nombre completo del héroe; el número total de días, entre su partida, la última etapa proyectada, o sea Washington a México; el lugar del desastre, o sea el Anacostia Potomac; nombre de los días en que salió y en que llegó el cadáver, o sea miércoles y sábado; una hora en que fue enterrado (Y cita otros 16: la matanza de los Hugonotes, realizada el día de Saint Barthèlemy, y el nombre del capitán que torpedeó el Lusitania, Walter Schwieger.
