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X: el México que contamos

EDGAR SALINAS

El primer libro que he leído este año me lo mandó Jorge Ramos (no, no es quien ustedes piensan). De Gabriela de la Riva y Alfredo Troncoso, "La X de México, narrativa país para la nueva mexicanidad" (dlR Group, 2018), es la tercera entrega de una serie iniciada con "México emergente" y seguida de "México rifado".

El diseño editorial me hizo recodar el "Re-Imagine" de Tom Peters -que por cierto lo presté hace 10 años y aún no me lo devuelven. Intuí que leería diferencia y frescura en el texto que tenía en manos. En su advertencia, de la Riva y Troncoso señalan que el libro se escribió "a partir de los hallazgos de estudios nacionales e internacionales que De la Riva Group ha hecho sobre la realidad poco halagüeña de nuestra narrativa como país, pero sobre todo a partir del rápido crecimiento de una inspiradora narrativa emergente…" en ciudadanos, marcas y algunos personajes públicos.

No es un texto que busque desentrañar la identidad de lo mexicano al estilo Samuel Ramos, Carlos Fuentes, Enrique Florescano ni Octavio Paz, pero sí se atreve a preguntar por el pasado, aunque con otra y muy valiosa intención: ofrecer respuestas a la pregunta "¿Qué México estamos contando?". No es un libro acerca de lo que somos sino más en la línea de lo que Clotard Rapaille escribió en "Código cultural", lo que nos ha movido, lo que nos mueve y qué nuevos impulsores ofrecen las narrativas emergentes.

Un ejercicio muy valioso es la red de semiólogos de una decena de países que participaron en esta investigación, lo que da perspectiva a los hallazgos e, insisto, a la propuesta. Conforme avanzaba en la lectura me parecía ver, detrás del texto, la pregunta formulada por Paz acerca de lo que nos hace contemporáneos con el mundo, solo que en versión 2.0.

Este libro es una invitación a la acción, y a repensar la narrativa de lo que somos como país, como marcas, como ciudades. Lo que contamos y lo que están interpretando quienes nos visitan, nos ven, nos oyen.

Recuperar el conflicto intrínseco a un país o a una comunidad es una de las propuestas que encuentro en el libro. No debemos contar lo que no es. Ni solo lo que es bueno y carente de las otras partes de la realidad. La realidad es conflictiva y por lo mismo contiene ángulos emergentes de transformación. Atreverse a contar la transformación es la cuestión. Pero para hacerlo con eficacia debe haber acción, transformación.

En general hay en el texto un reto a la nostalgia, al folclorismo y al síndrome del "Jamaicón", lo que no significa prescindir de los orígenes, pues ellos contienen profundidad, fundamento, pero hay que darles una voz audible para el presente dinámico y diverso. No es sencillo; pero sí es posible. Proponen un ejercicio a partir de preguntas en apariencia fáciles de responder. De nuestro país, ciudad, marca, ¿qué te gustaría recuperar del pasado? Y ¿qué hacer hoy con lo recuperado? Y del país, ciudad, marca, ¿qué crees que es lo mejor de lo emergente? Con creatividad, ingenio y conectividad, plantean, las respuestas puedan dar lugar a la narrativa emergente que hable al presente y, lo diré nuevamente, nos haga contemporáneos.

Ofrecen ejemplos de narrativas emergentes de ciudades: Tijuana, Mérida, Querétaro, Oaxaca, Guadalajara y Ciudad de México. No emito comentario al respecto, pero seguramente quienes las hayan visitado recientemente pueden comprender por qué están incluidas en este libro tales ciudades.

¿De gente en la política? Ofrecen un nombre: Pedro Kumamoto.

Y también mencionan a Guillermo del Toro, al que habría que agregar a Iñarritu, Cuarón, y a Lubezki. Porque una golondrina no hace verano.

De cómo participar en la solución de problemas comunes desde la sociedad civil, anotan el ejemplo de #Verificado19s, al que yo agregaría el de #Verificado2018.

Lo que se resalta de tales ejemplos es que hay atrevimiento, no solo es el "sí se puede" como si el esfuerzo fuera la meta. Lo mencionan en el libro: el esfuerzo no basta; se trata de la transformación y el logro de esas narrativas emergentes de la nueva mexicanidad.

Un tema que recuperan en la exposición es el enojo (hartazgo) colectivo. El curso de acción que tome el enojo (hartazgo) es el diferenciador de narrativas. El enojo puede convertirse en violencia; en parálisis; o en creatividad. En México, una de las explicaciones que se ha dado al resultado electoral del año pasado es precisamente el hartazgo social. Hay quien lo comprendió y supo encauzarlo.

En la lógica del libro y dentro de sus recomendaciones, considero que más que socialmente responsables, las marcas han de ser sostenibles y con ello ser contemporáneas.

Mientras concluyo esta columna me entero que Roma ha sumado dos Globos de Oro a los reconocimientos obtenidos: ¡lo que sigue contando de México el director Alfonso Cuarón!

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Escrito en: edgar salinas

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