Música existe para todos los gustos, actualmente la oferta es amplia y en las formas en que se obtiene ocurre lo mismo. Las opciones se han diversificado y como resultado conocemos agrupaciones que nos ofrecen propuestas que más que novedosas prodigan creatividad en sus creaciones. Una banda reunida desde 2005 que ejemplifica esto es Paté de Fua.
Para comentar su música es indispensable conocer sus un poco sobre quienes hacen posible la música que presentan, ya que han pasado por la agrupación músicos tanto mexicanos como argentinos, brasileños, palestinos y chilenos. Con este antecedente se vuelve comprensible la manera en que un álbum se pueden encontrar piezas instrumentales, con letra, rítmicas o nostálgicas. Tratándose tanto de canciones propias como de covers caracterizados por a su estilo.
En palabras del vocalista “Nuestra música está llena de imágenes y es un viaje a los íntimos terrenos de la nostalgia, a las lejanas tierras de los recuerdos que tal vez nunca vivimos”. Con las cuales coincido, principalmente porque cada canción crea toda una escena con personajes e historias que remiten a una narrativa que no se sigue por la letra de la canción, el ritmo pone el estado de ánimo en el cual se relata la historia y las descripciones apenas dejan espacio para la emoción que cada quien le pueda imprimir desde la percepción.
Una de esas canciones es llamada Cuatro lunas tema y título de una película realizada en el país en 2014. La melódica nostalgia se combina con palabras que mantienen la esperanza. Otra de ellas que quizá retrata un poco más a los integrantes de grupo es la de Extranjero, que a pesar de que denota la vocación del caminante hace énfasis en que no le llamen de esa manera mientras recuerda su lugar de origen y que el pase se puede detener en cualquier momento, porque “no es extranjero en ningún lugar”.
Sin embargo, estas pequeñas historias abren ventanas a espacios alegres también luminosos de energía en los cuales no hay que buscar mucho para darse cuenta que lo que se escucha es la alegría de poder escuchar. Una canción con este ánimo es El vals de las bicicletas y si los temas variados reúnen lo diario y común en un nuevo orden que permiten verlo como sublime.
Si hace un momento se mencionaba que cada canción es como una ventana es posible también decir que cada una se abre a una experiencia quizá incluso experiencias que no nos hayan sucedido o que si pero que refieren a la vivencia de lo más profundo a lo más simple como un andar por el barrio o compartir con los amigos.
Y si hasta este punto pareciera meramente un grupo bohemio que pocos conocen quizá esta idea se rompe al conocer los instrumentos que mezclan, la energía y carisma con la que se presentan en sus conciertos. Lo que hace permite disfrutar sus actuaciones tanto como se ve que ellos disfrutan hacerlas.
En la región ya se han presentado un par de veces e incluso han ofrecido talleres sobre composición musical.
Regularmente los ubican como una banda de jazz pero tienen una mezcla de géneros que más allá de interesante es rica pues también incluyen tangos, tarantelas y diferentes tipos de valses.
Así que la invitación no solo queda en escuchar sino también en tener la capacidad de asombrarse con los detalles que nos permiten disfrutar de melodías abundantes en creatividad y con las que nos podemos sentir involucrados.
