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CRÓNICA LERDENSE

Sarabia y sus aviones: conquistaron el abandonado Sureste

Hangar de la Cía. Araunautica Francisco Sarabia, S. A., donde tenía el taller y guardaba sus aviones.

Hangar de la Cía. Araunautica Francisco Sarabia, S. A., donde tenía el taller y guardaba sus aviones.

JOSÉ JESÚS VARGAS GARZA

La conquista de Sarabia en el abandonado Sureste, fue un triunfo a favor de la aviación, había empezado una nueva era en el transporte aéreo, antes de que llegara la locomotora de vapor del ferrocarril, el globo y los...automóviles, estaba el avión. El Aguilucho lerdense desafío a los peligros, el que, contra toda prevención y ante el disgusto de los diseñadores de aviones para pasajeros transportó carga, cuando los fabricantes de naves aéreas todavía no consideraban esta posibilidad. Todo esto le costó muchísimo trabajo y penalidades, cuyo cuerpo parecía nunca cansarse. Los habitantes del Sureste primero viajaron en avión y no conocieron el tren; otros que subieron en avión y vivieron felices para morir sin conocer ni el tren, las carreteras, menos el automóvil.

El Aguilucho voló sobre sierras inexplorables y su grandeza de empresario de la aviación llegó a desarrollarse hasta la Cd. de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Su gran coraje y su espíritu progresista que lo caracterizaba lo traslada a emprender empresas logrando así constituir una junto con sus hermanos José Herculano y Santiago, con el nombre de Sarabia Hermanos y Cía. el 1º. de julio de 1932. Aprovechando el apoyo de quien fue Presidente de la República General Lázaro Cárdenas y de sus paisanos el General de División Jesús Agustín Castro y del licenciado duranguense Alberto Terrones Benítez; sin faltar la cooperación de los propietarios de fincas cafetaleras, construyen pequeñas autopistas y establece un servicio de transporte de café por aire. Así fue como con sus aviones vence toda clase de barreras naturales

En Tuxtla con su flotilla de aviones, se organizó un festival aéreo donde realiza una exhibición de acrobacias aéreas y actos suicidas. Los protagonistas en ese evento fueron el propio Francisco, su primo Alfonso y los pilotos norteamericanos Chyldress y Allysib. Desarrollaron actos tripulando aviones adornados con listones de colores en las alas. El espectáculo atrajo numeroso público. En esa ocasión en el cielo de Tuxtla, quedaron dibujadas las formaciones, evoluciones, rizos y barriles. Repitiendo Sarabia hasta tres veces el looping, the loop continuados y desplomó la nave en la caída de las hojas, que tantas veces había repetido en tiempos pasados. Luego pasó por entre las torres de la Iglesia, con las alas en posición horizontal y en el puente por en medio del ojo. (Como lo hacía en los puentes del río Nazas), además arrojando papelitos y algunos boletos de viajes gratis. En fin, estas actividades contribuyeron a reunir a una cantidad de propietarios de los plantíos, con los que contrató trabajos de fletes.

En 1935, el intrépido Aguilucho Lerdense tuvo también la experiencia de volar su avión por el famoso Cañón del Sumidero, considerado un atractivo lugar de grandes bellezas naturales, donde se aprecian cuevas y grandes cascadas, ruinas arqueológicas y su raza indígena. Su gigantesca ruta de agua atraviesa una profunda garganta, montes y altísimas paredes casi verticales que descienden más de 900 metros cubiertas de piedra de vertiginosa altura, con una extensión de 32 kilómetros. La parte más alta es de 1000 metros sobre el nivel del agua y el ancho también varía entre 200 a 2000 metros. El embalse de sus aguas se utilizó para la construcción de la presa hidroeléctrica Manuel Moreno Torres mejor conocida como Chicoasén, el majestuoso Cañón del Sumidero se encuentra a 23 kilómetros para llegar Chiapa de Corzo, en el Estado de Chiapas, entidad al sureste de México.

Tiempo atrás, Bloom quiso conocer lo que ocultaba esa falla geológica de mil trescientos metros de profundidad y demás de veinte kilómetros de extensión. Él comprendía que por tierra sería muy difícil avanzar, máxime que los habitantes de la región le advirtieron del peligro que entrañaba el cañón y le relataron que varias expediciones desde la época de la Conquista habían desaparecido. Bloom buscó entonces otro medio para conocer el cañón, llegando a la conclusión de que, por aire, lo podría penetrar. Y eso planteó a varios pilotos; todos le dijeron que era imposible. Entonces Tropezó con un joven piloto a quien sedujo la aventura: era Francisco Sarabia, quien decidió probar su avión en el Cañón del Sumidero.

El europeo investigador vivía en la selva lacandona, conocía muy bien la región lacandona, como la palma de sus manos, había dedicado su vida al estudio de la cultura maya, poseyendo un gran acervo cultural en su biblioteca sobre el tema. Además, era dueño de un museo de piezas mayas y había recorrido infinidad de veces en el curso de sus exploraciones. Y así fue como Sarabia fue contratado por el investigador Franz Bloom. En los primeros vuelos, Bloom pasó muy malos ratos en el aparato de Sarabia, pues en principio el asiento lo había forrado con cuero de vaca y dejó hacia adentro el pelo y durante los vuelos, el aparato se cargaba de electricidad y los pasajeros sufrían descargas muy molestas.

Una mañana, en que las condiciones lo permitieron, Bloom y Sarabia emprendieron el vuelo. Tenía un piloto extraordinario y con alta experiencia, lograron adentrarse en el cañón. Sarabia como buen acróbata supo salvar las violentas corrientes de aire. Así fue como Bloom conoció muy bien el cañón y observó que el río resultaba muy peligroso en vista de los "rápidos" y de las caídas de agua. Piloto e investigador realizaron varios viajes y Bloom hizo un esquema del cañón y el río.

Por ese año la empresa Ferromex encargada de fabricar el equipo ferroviario de México, tendía la vía del ferrocarril del Sureste en el tramo de Concepción a Salto del Agua. Los soldados del ejército mexicano que cuidaban el orden, como no había caminos para vehículos tenían que transportarse a lomo de mula, con las incomodidades para las mujeres embarazadas y los niños pequeños, teniendo diversos problemas para trasladar a sus familias de Tuxtla Gutiérrez a Pichucalco. Para eso Ferromex los apoyaba con el 50% de los gastos de viaje y de pasaje. Los soldados habían realizado servicios en los campos aéreos, razón por lo cual conocían a Sarabia, solicitándole el favor para que los transportara.

La empresa de Sarabia todavía en ese tiempo no tenía el servicio de pasajeros, únicamente el acarreo de las cosechas, sin embargo, el lerdense por tratar de ayudarlos, les resolvió su solicitud, aprovechando que los cacaoteros de Pichucalco habían solicitado tiempo atrás el servicio de transporte para sus productos y traerlos a Tuxtla en vez de embarcarlo a Tabasco. Fue entonces que los productores pagaron por trasladar la cosecha y se aprovecharía para llevar a los soldados. Esto provocó que por primera vez la Compañía apartara aviones destinados al servicio regular y se dejó el resto de la flotilla para hacer el traslado de la tropa, procediendo a desmantelar los asientos y el peso innecesario para poder llevar el mayor número posible de pasajeros.

Muy pronto se instalarían tiendas improvisadas alrededor del campo aéreo de Tuxtla, porque los soldados y sus familias allí dormían y comían esperando su turno para viajar. Para este trabajó se asignó al piloto Desiderio Varela, en ese momento era el más nuevo de la empresa y tripulando el avión Bellanca se realizaron más de cientos de viajes. Por el servicio prestado en los aviones de Francisco Sarabia la Secretaría de la Defensa Nacional le otorgó un Diploma de Mención Honorífica por haber sido la primera ocasión en la historia de México, en que se transportaba por aire un batallón militar. La empresa aérea con los servicios especiales que prestaba, ganó crédito ante la opinión pública, obteniendo ganancias con el transporte de cacao y al mismo tiempo relaciones comerciales y amistosas con los cultivadores y productores de Pichucalco.

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Escrito en: crónica lerdense

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