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Recomponer México

Tarea titánica, sin duda, es la que se ha echado a cuestas el gobierno de López Obrador; sin embargo tiene a su favor al Poder Legislativo quien cuenta con mayorías de Morena en sus cámaras, que seguramente, como lo hemos estado viendo, allanará el camino a los cambios que México requiere en más de 10 asignaturas pendientes (a cuál más de espinosa y urgente) que afectan grave y negativamente a la sociedad; “espinosa” porque alterar un milímetro el status quo, hace que de inmediato los posibles afectados pongan el grito en el cielo, se organicen en bloques de defensa y obstaculicen los proyectos de cambio, lo que confirma que, cambiar el establishment no era fácil y que muchos de los intereses creados son intocables, por ejemplo el intento del Senado por desaparecer o cuando menos disminuir las altas comisiones bancarias.

Está claro que las comisiones bancarias afectan más a la clase media que a la clase obrera, que por obvias razones no tiene una tarjeta de crédito; y que para los ricos, las comisiones se condonan o se diluyen en la corriente continua de capitales que circulan, y para algunos otros, simplemente son como quitarle un pelo a un gato. Sin embargo, como el Presidente AMLO dijo, esto no se tratará hasta dentro de tres años, lo que habla de un “arreglo” con la clase empresarial bancaria.

Por otra parte, al parecer, el único contrapeso que tiene el gobierno hoy en día, es el Poder Judicial, el cual no aceptó el plan de austeridad republicana y han cerrado filas contra cualquier iniciativa que pudiera no sólo ir contra sus intereses particulares e institucionales, sino hasta en beneficio de la propia sociedad.

Un dilema, sin duda para AMLO, pues si quiere gobernar en un marco de derecho, tendrá que hacerlo acotado por las leyes actuales, lo que significa que tendrá que bailar al son que le toque la SCJN, que por cierto se identifica monetariamente, dados sus sueldos exorbitantes, con la clase empresarial, a quien cada uno de sus miembros, debe su nombramiento de magistrado; empleo dorado de prolongada duración y pensión vitalicia millonaria.

El Poder Judicial, un poder autónomo, igual que deberían ser el Ejecutivo y el Legislativo en esta forma de gobierno llamada República, cuyo régimen aspira a la democracia participativa, no sólo representativa y simulada que llevó el neoliberalismo al extremo, y con ello al despojo de los bienes de nuestro país y creó una diferencia abismal entre un reducido grupo multimillonario, y muchísimos millones de familias que tienen poco.

En esa dinámica progresista para los menos y empobrecedora para los más, los gobiernos desde Salinas hasta Peña, la supuesta democracia fue, a juicio de grandes pensadores y politólogos una democracia perfectamente simulada, una dictadura perfecta, en la que se sembró, cultivó, creció, floreció y fructificó la corrupción, el nepotismo y la impunidad; al mismo tiempo que la inseguridad pública y el crimen organizado iban en aumento a la par con el alza de la vida y el crecimiento en millones de pobres.

El hartazgo social por la voracidad y cinismo de la clase política favoreció a AMLO, quien habiendo ganado las elecciones presidenciales de 2006 y 2012 fue víctima de fraude y, finalmente en 2018 logró un triunfo contundente; pero ahora vive entre sus promesas y la realidad: un país en debacle y un intrincado mundo de intereses creados. Ojalá no le salga el tiro por la culata.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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