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No aumentemos el caos

Nuestra ciudad está trazada para que una persona pueda circular sin problemas con su coche debido a la amplitud de sus calles, avenidas, calzadas y bulevares, lo que le da al automovilista cierta seguridad de que hay fluidez en el tráfico y que no tendrá problemas en cuanto al tiempo que uno emplea para desplazarse de un lugar a otro.

Sin embargo la realidad es que los responsables para que los miles que circulan todos los días de manera rápida y sin contratiempos parece que no están en la misma sintonía con las necesidades del automovilista que se enfrenta a problemas que no están a su alcance.

Un ejemplo muy sencillo, la sincronización de los semáforos pueden ayudar a que un gran número de autos no se concentren en un punto y por tal motivo no concentren la contaminación en este sitio. Pero trate usted de circular en este momento en el famoso cruce de la avenida Cuauhtémoc, Diagonal Reforma y Ávila Camacho, el cual en estos momentos es un caos total y todo por una pequeña falla al momento de sincronizar los aparatos de vialidad.

Los autos que vienen sobre Ávila Camacho hacia el bulevar Independencia se enfrentan a que el semáforo que les toca para continuar con su viaje dura solo unos cuantos segundos en comparación con el flujo que necesita desfogar para que no se haga un embotellamiento. Esto como efecto dominó hace que como dice la canción infantil “y los de atrás se quedaran, tras, tras, tras”.

Suméle a que este problema ocasiona que las personas que circula sobre la Cuauhtémoc se vean impedidos de fluir porque desde la Lerdo de Tejada empiezan los problemas y ya no digamos el Diagonal Reforma o los autos que pasan por enfrente de un mall comercial que en estas fechas se convertirá en otro elemento que ocasionará largas filas, pérdida de tiempo, posibles accidentes y más enojos que se podría evitar si se tuviera una buena sincronización entre los semáforos.

Ya ni digamos la calles que no tienen tapas en las alcantarillas o “cráteres” literalmente en el asfalto que ocasionan más daños a los patrimonios y que nadie se hace responsable de estos, porque fue o los ladrones (a quienes no se persiguen) o fueron las lluvias (a las que se les achacan todos los males posibles).

Ya terminarán las peregrinaciones y se volverá al flujo normal en el centro, sin embargo se viene la temporada comercial decembrina que ocasiona que todos queramos llegar a un punto sin contratiempos, por ello es mejor que se ajuste lo que se tenga que hacer o bien que los agentes que anda estudiando como detener a quien se pasa el alto por un segundo, también estén atentos a brindar apoyo a que no se haga el caos.

Que las autoridades tengan en cuenta que aunque habrá una transición de poder, son ellos mismo los que se mantienen con la responsabilidad de hacer que nuestra ciudad sea un punto de encuentro, como es su vocación, y no una ciudad que carezca de identidad debido a sus faltas.

Se pide traer inversiones, apostar por el turismo y hasta decir con orgullo que somos una gran ciudad, pero la verdad parece que el futuro se nos fue. Por eso no es raro escuchar de que los visitantes a nuestra ciudad nos pregunten “¿y dónde está la ciudad?”.

Estamos a tiempos.

Rodrigo Quintero

Torreón, Coah.

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