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La proyectista de las preguntas

Detalles en función del accidente

Centro Cultural Elena Garro

Centro Cultural Elena Garro

Redacción Siglo Nuevo

Una pieza que ha contribuido a pulir el prestigio de Fernanda Canales es el Centro Cultural Elena Garro (2012). En este sitio el reto era convertir una casona de principios del siglo XX en un espacio funcional.

Prepararse para ser un referente en el arte de los materiales llevó a Fernanda Canales de las aulas de la Universidad Iberoamericana a cursar una maestría en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona y a hacer su doctorado en la Universidad Politécnica de Madrid.

Hoy día es miembro del Sistema Nacional de Creadores del Fonca-Conaculta, comenzó a forjar esa distinción hace 14 años, cuando recibió la beca de Jóvenes Creadores.

A la Bienal de Venecia ha acudido en tres ocasiones (2006, 2012 y 2014).

Ha obtenido el Premio Joven de Arquitectura del CAM-SAM dos veces (2009 y 2012). En 2015 fue nominada al Iakov Chernikov International Prize. El año pasado participó en la Bienal de Arquitectura de Chicago y fue finalista del Premio Firma del Año del American Architecture Prize.

Este año fue candidata al Swiss Architecture Award y ganó dos premios: el Voces Emergentes de la Liga de Arquitectos de Nueva York y el Premio Obras Cemex en la categoría de Vivienda Residencial.

Su trabajo ha sido expuesto en foros como el Museo de Arte Moderno, en San Francisco, y la galería Gallatin, en Nueva York.

En territorio nacional han recibido sus piezas en el Museo Franz Mayer, el Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM, el Museo de Arte Moderno, el Palacio de Bellas Artes y el Centro Nacional de las Artes de la Ciudad de México.

Otro de los puntos fuertes de la proyectista es la investigación. Es autora de los libros Vivienda colectiva en México. El derecho a la arquitectura (2017) y Arquitectura en México 1900-2010. La construcción de la modernidad (2013). Además, es coautora de 100x100 Arquitectos del siglo XX en México.

DOSIER

Obra destacada de su dosier es el Museo Abierto, ubicado en la capital del país. La propuesta consistió en formar tres patios de tamaños distintos para extender el museo con ayuda de áreas verdes, así se generó un nuevo punto de encuentro a un costado del Museo Tamayo.

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Museo Abierto. Foto: dezeen

La forma de su creación sigue el flujo natural de los recorridos posibles en el área. Introdujo una experiencia que encadena espacios dentro de un marco cambiante del que forman parte árboles, cielo y el talud lateral del museo. Los visitantes forman parte de los efectos pensados gracias a los reflejos que arrojan los espejos ubicados en varios puntos de los patios. Visto desde el exterior, el pabellón es una pieza casi rectangular de color negro. Una vez en el interior, el lugar se abre y se multiplica entre reflejos, sombras, patios y vegetación.

Una pieza que ha contribuido a pulir el prestigio de Fernanda Canales es el Centro Cultural Elena Garro (2012). En este sitio el reto era convertir una casona de principios del siglo XX en un espacio funcional.

Enfrentada al desafío de lograr una conservación adecuada, decidió que el proyecto destacara los usos deseados para el lugar y al mismo tiempo respetara la construcción original. Se diseñaron varios elementos que renovaron el inmueble. Una primera pieza, una especie de marco, marca el acceso y consigue que la obra dialogue con la calle. Jardines y patios rodean la casona. Hacia el fondo del terreno creció un volumen rectangular de tres plantas. El Centro Cultural cuenta con salón de usos múltiples, bodegas, servicios diversos y estacionamiento. Los elementos concebidos por la proyectista marcan los distintos recorridos y unen las partes del conjunto.

Sobre esta obra, la arquitecta ha comentado, en pláticas y conferencias, que la acción más polémica fue quitar el muro que delimitaba la propiedad. La idea fue meter la banqueta a la calle y sacar el jardín al exterior. Para conectar la casa de forma vertical se abrieron muchos tragaluces. La firma de la egresada de la UIA aprovechó los accidentes que encontró en el sitio, como la vegetación, para generar dinámicas novedosas. A la hora de conservar elementos existentes, pudieron hacer modificaciones como transformar un espacio residual en un sitio para hacer presentaciones al aire libre.

BRUMA Y PABELLÓN

La Casa Bruma, ganadora del premio otorgado por Cemex, es un proyecto en el que la capitalina definió replantear la idea de una casa vista como estructura con distintos espacios desplegados alrededor de un gran patio.

Tomó esa determinación toda vez que el encargo implicaba respetar los árboles existentes en el terreno y el deseo de que cada construcción recibiera luz de mañana y de tarde. Fernanda Canales describe a la Casa Bruma como “una especie de casa explotada”. La vivienda se compone de construcciones aisladas que giran en consonancia con las vistas y cuya orientación se acomoda para librar la vegetación existente.

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Casa Bruma. Foto: Rafael Gamo

El proyecto se ejecutó en un área donde habrá decenas de casas. Uno de los retos de la arquitecta Canales fue plantear una construcción sin saber qué habrá en las zonas aledañas en un futuro próximo. Las condiciones en las que desarrolló su trabajo (el frío y la inclinación del terreno) representaron un reto. Canales resolvió meter la casa lo más posible al bosque, librar las pendientes fraccionando la casa en distintas terrazas.

Se alzaron nueve volúmenes y, a diferencia de las casas regulares en el que las habitaciones se abren hacia el patio, aquí el espacio central tiene siempre las vistas ciegas de las construcciones.

Hace unos años, ya que no sólo de construcciones se nutre su ejercicio profesional, la capitalina instaló una propuesta denominada Pabellón Invisible. La idea era colocar algo en el Paseo de la Reforma de la megalópolis. Ella se resistió a concebir un objeto que acabara convertido en un elemento extraño, sin pertenencia al lugar, ajeno a la escala y al flujo del sitio.

Convencida de que sobran añadidos al paseo, y con la intención de recuperar su propósito original, la propuesta se enfocó a resaltar el paisaje. Así surgió una pieza consagrada a enmarcar la naturaleza, una estructura que incitara a la gente a mirar los árboles y los pájaros, que por lo general pasan desapercibidos. Su objetivo fue establecer un espacio de pausa o reflexión, una zona de contacto con la naturaleza en plena urbe.

VIVIENDA

En Casa Soma la cuestión era crear un hogar nuevo para una familia dentro de los muros de una casa vieja y caída en el desuso.

Esto situó a la arquitecta Canales frente a un motivo frecuente en sus reflexiones: el hecho de que México tiene uno de los índices más altos de casas abandonadas en el mundo (más del 14 por ciento).

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Proyecto de Fernanda Canales, expuesto en Nueva York, en relación a las viviendas abandonadas en México. Foto: Notimex

La vivienda, además, se ubicaba en otro asunto de interés de la proyectista: las zonas céntricas de las urbes se van deshabitando a favor de un crecimiento sin restricciones de las periferias.

Este proyecto fue un ejercicio dirigido a reinventar una casa familiar dentro de una estructura que no funcionaba, en un barrio citadino sujeto a la saturación del tráfico y a las reducciones de la privacidad que padecen los domicilios existentes.

Casa Soma es un ejemplo del modo en que la doctora concibe el ejercicio de la profesión. La arquitectura, afirma, no da respuestas ni plantea soluciones. Desde su óptica, la cuestión radica en abrir interrogantes, plantear nuevas opciones y alternativas para que más personas vivan mejor.

Su trayectoria la ha puesto frente a encargos con escalas y tipologías diversas, con desafíos enraizados en temas culturales. No ha descuidado oportunidades que la llevan a montar pequeñas instalaciones en espacios temporales o bien a investigar algún tema relacionado con viviendas.

En una exposición que realizó, bautizada como Artículo 123 Bis (2014), el tema central fueron los típicos proyectos de vivienda social que se construyen por millones en México.

El trabajo de Canales buscó destacar aspectos de la planeación de estos fraccionamientos que no empatan con la calidad de vida. Por ejemplo, se construyen, en promedio, a tres horas de distancia de los puestos de trabajo y las personas gastan 30 por ciento de sus ingresos en transporte.

La capitalina dibuja una casa de 42 metros cuadrados, como la que proponen los desarrolladores, en una de las salas de la galería. La dibuja en el piso y monta una habitación de la vivienda.

En esos hogares, explica, suelen vivir más de cinco personas y por ello surgen pequeños accidentes, como el hecho de que alguien abra una puerta y empuje a alguien que está esperando para entrar al baño. Artículo 123 Bis también hace visibles carencias como la falta de ventilación o de iluminación de esos espacios.

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