Lerdo, esclavitud o muerte política
No sólo vivimos una esclavitud política, estamos próximos a experimentar la muerte política ciudadana, transformándola en apatía y falta de interés al permitir sin protestar que más temprano que tarde el desgobierno haga lo que desee aún en contra de nuestra voluntad y con ello nos agravie, perjudique y dañe. Hoy día experimentamos dos opciones, vivir con calidad de vida o sobrevivir en condiciones inaceptables.
Derrochar 40% de presupuesto en pago de nómina, empleados y asimilados, 30% en ayuda social, entrega de dinero en apoyos, a clubes y asociaciones creados ex profeso por la munícipe para canalizar recursos en obras, empresas y trabajos que realizan los empleados públicos del municipio ahorrando el dinero que recibieron sus asociaciones para dichos trabajos, así obtiene un doble beneficio económico, como muestra de su arbitraria parcialidad tenemos el ejemplo del voluntariado de damas Vicentinas a quienes dejó de entregar la contribución que todos los ex presidentes otorgaron, por otra parte 18% en otros rubros de gasto corriente como lerdantinos, gasolinas, herramientas, uniformes etc., y tan solo 12% en obra pública correspondiente a drenaje, agua entubada, alcantarillado, pavimento, banquetas. Ésto resulta sencillamente criminal porque aniquila el desarrollo, además resulta incompetente, degradante, dramático, intolerable e inaceptable por razones que estas palabas explican, urdido únicamente por inaceptables o corruptos porque corrompen e impiden las posibilidades de bienestar de los más necesitados. Resulta inverosímil esta enorme desproporción ¿Cuál es la causa y porqué sólo se invierte un exiguo 12% en las áreas que más necesitados estamos?.
Durante campaña y en funciones a varias colonias prometió parques públicos, plazas, pavimento, y jamás ha regresado. En algunos lugares a cambio de agua potable regala bolos, nieve y pastel para conformar y callar bocas, ¡Burla e ignominia, afrenta y mofa!. Obvio el principal problema de nuestro municipio es la munícipe para quien el estatus de la población, las condiciones de calidad de vida, desarrollo urbano y satisfacción de servicios básicos conforme a su dicho son problemas que ya existían y por ello ajenos a ella.
Después la banda de regidores, en teoría cuerpo colegiado que debe ser impoluto y trabajar como regulador y contrapeso del poder ejecutivo en beneficio de sus representados los habitantes del municipio. En realidad son comparsa amenazada que por sendos beneficios, funciona como banda y legalizan los caprichos de la munícipe, tornándose orquesta, que en conjunto derrochan $600 millones al año sin desarrollar mejoras en el necesario y necesitado desarrollo urbano de nuestras ciudades, villas y centros de población, amén de nueve zonas marginadas que todos los ex munícipes visitaron en campaña y en el encargo siempre olvidaron e ignoraron, debido a la falta de organización y protesta ciudadana.
La cereza del pastel lo somos la ciudadanía, con nuestra apatía, conformismo y sumisión ante autoritarismos perjudiciales que toleramos con silencios vergonzosos y humillantes genuflexiones, sin ejercer el derecho que la ley nos otorga para solicitar, proponer y exigir las obras que requiere nuestro desarrollo y en su caso recurrir al derecho de asociación para señalar las fallas y pedir su inmediata rectificación.
Por ello las actuales condiciones de nuestro municipio, especialmente en la periferia son deplorables por adjetivizar con benevolencia, verlas causa lástima y vergüenza, caminarlas es una odisea. Lo importante para la munícipe es lograr el 3er año de Hidalgo mientras Juan pueblo da el grito de Dolores, por lo que con su inmisericorde normalidad, habitual costumbre e infalible puntualidad inglesa nos causa la fallida pseudoadministración.
¡Oh Israel!, no sólo tu ves y escuchas como sufren los pueblos en tu Muro de los Lamentos, también en el campo santo del municipio en unión con nuestros fieles difuntos nos lamentamos debido a María irresponsable, que nos impide transformarnos en un Lerdo Próspero.
Georgina Solorio de Olazábal
Cd. Lerdo, Dgo.
