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Manotazo a la corrupción

Por ley física (a toda acción corresponde una reacción), estamos, hoy por hoy, arriba de un escenario político, en calidad de público, que ejerciendo su derecho de libertad de expresión, como actores de relleno o simples espectadores de una obra estrenada recientemente, intitulada “el manotazo presidencial”, conocida también por algunos expertos en el género trágico-político como “El golpe del poder”; pero como algunos dicen que Calderón dijo: “haiga sido como haiga sido”, la consulta ciudadana se realizó para conocer el sentir de la gente que quiso votar a favor o en contra el NAIM, y los resultados de tal acción, necesaria para legitimar una decisión y promesa de campaña del ahora Presidente Electo, quien a pesar de saberla ilegal por no apegarse a la normatividad del Art. 35, aun así la avaló, consciente que el mencionado artículo está lleno de candados insalvables en el corto y mediano plazo y de la urgencia de parar una obra suntuosa, onerosa, ícono de la corrupción en México e insignia con la que pretendía coronarse el presidente Peña Nieto, hijo ideológico de Salinas.

Ningún presidente en la historia de México ha hecho tanto daño a sus compatriotas como él: Saqueo indiscriminado, asesino intelectual de Pemex y fanático del neoliberalismo. Personificó, él, al político pelele, la marioneta jalada por los hilos del empresariado mexicano y extranjero.

Cancelar el NAIM era una urgencia nacional para quienes sabemos que constituía un botín multimillonario, en el que gran parte del capital era del erario público; pero lo que sí debe quedar claro es que, hasta el último día de mandato de Peña, será un nido de corrupción en el que cualquier empresario que invirtió, invierta o invirtiere triplicará sus ganancia.

El despojo de tierras a ejidatarios mediante compra-venta a precios ridículos en el área de Texcoco, empezó desde 2014, cuando se decidió la construcción de lo que pretendía ser el Chap Lap Kok de Hong Kong, o el Dammam King Fahd, en Arabia Saudita, o si de edificios modernistas y funcionales se trata NAIM pretendía competir con el Mary Axe, emblema conocido como “el pepinillo” del paisaje londinense, o como el Gran Teatro Nacional de Pekín, China.

Como quiera que haya sido su diseño, hartamente difundido virtualmente por TV, al ver el avance de sólo 31% (casi un tercio) de la obra, nos hace sentir asesinos del arte y retrógradas de la modernidad; pero cuando nos damos cuenta que cada metro cúbico de hormigón, cada varilla, cada metro de tubo está manchado de corrupción, igual que la mano de obra contratada con sobreprecio desmedido, comparado con precios del mercado, o algunas obras y servicios no realizados pero pagados al estilo de la Estafa Maestra; o bien, las obras y servicios realizados y pagados con un sobreprecio de hasta el 300%; o aun más, la asignación de obras a contratistas obra que ni siquiera tenían que ver con el ramo, como Sedena, en la obra perimetral. Con todo esto, caemos en la cuenta que, la insignia peñanietista era un monumento a su vanidad y a la corrupción, y quizás el último botín permanente para muchos inversionistas, algo así como una herencia generacional.

Cierto, AMLO hizo mal; pecó de orgullo, de vanidad, de sentido del poder, de recurrir a una farsa electoral imperfecta para justificar una decisión prometida y tomada; pero de los males el menor. El golpe de poder fue un manotazo a la corrupción y para separar el poder político del económico; sin embargo, AMLO invita a dialogar a todos los afectados para resarcir los daños. Seguro saldrán a la luz muchas irregularidades.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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