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El periodismo de Francisco Zarco

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Si revisamos la historia del periodismo mexicano, encontramos que en el año de 1841 fue fundado El Siglo XIX. En poco tiempo este Diario, durante varias décadas fue el vocero más autorizado del liberalismo, llegó a adquirir gran prestigio, dirigido por las inteligencias de Juan Bautista Morales, conocido como El Gallo Pitagórico, Mariano Otero, Luis de la Rosa y Guillermo Prieto.

En El Silo XIX y en otros de la época como el Monitor Republicano, también liberal; El Universal, vocero de Lucas Alamán, La Cruz, La Voz de la Religión, La Sociedad, todos ellos conservadores; El Constitucionalista, El Republicano, Le Trait-d-Unión, liberales, se encuentran los mejores documentos para conocer la situación social y los acontecimientos políticos por los que el país atravesó. En aquellos días, el diarismo alcanzó una elevada significación, a pesar de las continuas represiones a la libertad de expresión.

La mejor prueba de la influencia notable que el periodismo tenía, es que fue el vehículo por el que se dieron a conocer las más relevantes figuras de esos tiempos. De la redacción de los diarios salieron los estadistas que tomaban a su cargo y riesgo la gestión de los negocios gubernamentales; muchos de ellos, de la redacción de periódicos y revistas, pasaron a ocupar una cartera ministerial.

Y también fueron muchos los que después de ocupar un cargo político, sirvieron con pasión y con gusto en la tarea periodística. Grande fue el número de redactores y directores de la prensa, para los que ésta fue el inicio hacia un cargo público.

Como periodistas ganaron asiento de ministros, entre otros, Joaquín Castillo Lanzas e Ignacio Aguilar, del bando reaccionario. Del grupo liberal destacaron en la política, Mariano Otero, Luis de la Rosa, Juan Bautista Morales, Guillermo Prieto y Francisco Zarco.

Francisco Zarco nace en la Ciudad de Durango el 4 de diciembre de 1829, por lo que el próximo martes, pasado mañana, se cumplirá el 179 aniversario de su natalicio. Muy joven comenzó Zarco a participar en la vida pública. Durante la invasión norteamericana, trasladado el gobierno a la ciudad de Querétaro, presidido por Manuel de la Peña, Luis de la Rosa desempeña el cargo de secretario de Relaciones Exteriores, quien designa a Francisco Zarco, Oficial Mayor de la Secretaría, por lo que le tocó cargar con todo el peso del ministerio, con apenas 18 años de edad. Esto nos da una idea de que prematuramente tuvo enormes responsabilidades, las que fueron templando su carácter.

En el plano periodístico, apenas regresó de Querétaro, comenzó a escribir en diversos diarios. Uno de ellos es muy notable, Las Cosquillas, satírico y de combate. Sus colaboraciones fueron tan eficaces y certeras que pronto resultó víctima de persecuciones. En ese periódico se plantearon muchos ataques que influirían en la caída del presidente Mariano Arista. Recordando este episodio, cuando hizo la biografía de Morales, Zarco diría que "una sátira es más terrible que un golpe de Estado".

Por esa misma época inicia Zarco su colaboración en El Siglo XIX, periódico en el que redactó artículos de la más diversa índole: históricos, literarios, jurídicos, críticos de costumbres, etc., aunque estos aparecieron más en la revista La Ilustración, cuyo quinto tomo es totalmente suyo. Zarco se educó en las enseñanzas de Juan Bautista Morales y Guillermo Prieto; representantes de una escuela de dignidad y decoro, de honestidad y de hombría de bien, y a su tiempo demostraría que las lecciones quedaron bien aprendidas, pues en ningún momento flaquearon sus convicciones.

El gran periodista, lo mismo tomaba las noticias extranjeras para extractarlas, que redactaba un artículo sobre modas. Aquí haría famoso el seudónimo de Fortún. También colabora en El Debate, y en 1849 se hace cargo de la redacción en jefe del periódico que en lo sucesivo será su órgano fundamental, El Siglo XIX, que tiene que dejar por vez primera, debido al advenimiento de la dictadura de Santa Anna.

Triunfa la Revolución de Ayutla, y Zarco vuelve a lo que ya puede considerarse como su periódico, y por entonces redacta una revista para resaltar los valores del bello sexo, sentimientos de la más alta moral y motivar a las mujeres para su afición por la literatura. La revista se denomina Presente Amistoso, que aparecía el día 1º de cada año. Aquí escribe artículos morales y descriptivos, así como otros de índole psicológica.

Para 1856, Zarco es reconocido ya como un gran periodista y su obra calificada como excelente. Aún no cumple 27 años y ya prepara la edición y publicación de sus Obras Completas. A partir de esa fecha la pluma de Zarco es incansable, nunca abandonó El Siglo XIX, siguió escribiendo en otros periódicos, tanto nacionales como extranjeros, y en más de una ocasión lanzó folletos diversos.

Durante los debates del Congreso Extraordinario Constituyente 1856-1857, del que Zarco fuera su fiel cronista, la influencia del periódico del ilustre duranguense fue muy notable, tanto que un diario de Puebla "El Conservador de a Tlaco", publicó un artículo bajo el título El Congreso del Siglo, en el que acusaba a este periódico de ser causante de que fuera de la Ciudad de México, se juzgase la labor del Congreso sólo por los comentarios de Zarco aparecidos en El Siglo XIX, sin que nadie lo contradijese.

Zarco, que en todo momento había defendido la libertad de expresión, encuentra en los debates de la Asamblea Constituyente 1856-1857, magnífica ocasión para defender su credo de un modo irrestricto. En la sesión del 25 de julio de 1856, hacía unas afirmaciones en las que demuestra su amor por el periodismo y el orgullo que sentía por su profesión.

Decía: "Entrando ahora en la cuestión de la libertad de imprenta, he creído de mi deber tomar parte en este debate porque soy uno de los pocos periodistas que el pueblo ha enviado a esta Asamblea, porque tengo en las cuestiones de imprenta la experiencia de muchos años, y la experiencia de víctima, señores, que me hace conocer inconvenientes que pueden escaparse a la penetración de hombres más ilustrados y más capaces, y porque, en fin, deseo defender la libertad de la prensa como la más preciosa de las garantías del ciudadano y sin la que son mentiras cualesquiera otras libertades y derechos. Un célebre escritor ha dicho: *Quitadme toda clase de libertad, pero dejadme la de hablar y escribir conforme a mi conciencia*. Estas palabras demuestran lo que de la prensa tiene que esperar un pueblo libre, pues ella, señores, no sólo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y la civilización".

En ese mismo discurso Zarco, que era un magnífico orador parlamentario, ataca todas las limitaciones que se ponen en el Proyecto de Constitución, como la vida privada, la moral, la paz pública, de las que hace descripciones irónicas. Además defiende la nueva Ley de Imprenta, en la que se exige que los artículos vayan firmados, ya que era costumbre que muchos artículos, sobre todo si comprometían a sus autores y redactores, quedaran en el anonimato: "En la ley Lafragua no hay, dice, nada de venganza, nada de represalia. Ella ha exigido la firma, y ha sucedido lo que era de esperarse: los periodistas liberales han dado sus nombres; los conservadores se han parapetado tras de firmones, tras de nombres supuestos, tras de pobres cajistas, tras de miserables encuadernadores, porque son miserables y villanos". . . "La prensa conservadora en sus días de prosperidad y de jauja, cuando vivía de los fondos públicos, como El Universal y El Tiempo, cuando escribían sus notabilidades como don Lucas Alamán y el padre Miranda, ¡siempre la misma cobardía, siempre los firmones, siempre el ataque asemejándose al puñal aleve del asesino!".

Leal a sus convicciones liberales y a su postura valiente ante el despotismo y la dictadura, no obstante las represiones y persecuciones que sufrió, dijo en una ocasión: "Desde donde podamos continuaremos nuestros trabajos periodísticos, defendiendo siempre la independencia y sus legítimas instituciones..."

Cuando en un momento dado, gran parte del país se encuentra dominado por los invasores, Zarco marcha a los Estados Unidos, funda un Club Mexicano, para defender la causa de la independencia y sigue escribiendo en distintos periódicos europeos e hispanoamericanos.

Al igual que los mejores hombres de la Reforma, la honradez de Zarco alcanza perfiles heroicos. Al restaurarse la República, Zarco regresa al periodismo y muere como periodista, tan pobre, diría Altamirano, que el Congreso tuvo que fijar una pensión para que su familia subsistiese.

Zarco quiso la liberad no sólo para sus correligionarios, sino también para sus contrincantes. Uno de ellos, Sánchez Mármol, expresa en el México y su Evolución Social, el juicio más certero que se ha emitido sobre el periodista, tema de este Enfoque:

"El secreto de la autoridad que Zarco conquistó para su diario, no consistió solamente en sus indiscutibles excelencias de periodista, en la fluidez de su pluma, en la profundidad de sus juicios o en la nítida caridad de sus convicciones, o en la lealtad para sus adversarios, sino en su amor sin tasa a los fueros de la libertad, que la quería para todos, incluso para sus contrarios mismos. . ."

Francisco Zarco Mateos es el más preclaro ejemplo de la altura a que puede llegar el diarismo cuando se pone al servicio de una causa noble: la causa de los interese del pueblo.

*Fuente Bibliográfica.- Los Hombres de la Reforma.- Daniel Moreno.- Libro Mex Editores.- 1961.

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