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Orgullosa celebración

LUIS F SALAZAR WOOLFOLK

Al aproximarse el octagésimo aniversario de la fundación del Instituto Francés de La Laguna, la Comunidad Lasallista se prepara para la celebración de tan importante evento que implica un gran impacto en la vida social de la Comarca Lagunera en el terreno de la educación escolar, pero sobre todo, en la formación de la niñez y de la juventud no sólo de esta región, sino del centro norte del territorio mexicano.

La epopeya regional que hace casi ochenta años dio origen al Instituto y que inició el 8 de febrero de 1939, nació bajo el impulso de un grupo de empresarios y sus familias que aprovechando la liquidación del monopolio de la educación socialista a nivel Constitucional, por parte del régimen de Lázaro Cárdenas, reabrió espacios a la participación de agrupaciones católicas en el proceso educativo nacional.

Más allá de las anécdotas y los recuerdos que desde el corazón de cada ex alumno del Instituto Francés comienzan a impregnar los ambientes académicos, las tertulias sociales y los medios de comunicación, la presencia de los Hermanos Lasallistas vincula a la comunidad de la Comarca Lagunera con la historia y la cultura universales, a través de un singular proceso de enseñanza aprendizaje, basado en la participación de laicos y religiosos comprometidos.

El fundador de los Lasallistas, conocidos de modo oficial como Hermanos de las Escuelas Cristinas es San Juan Bautista de la Salle, nacido en 1651 en la ciudad de Reims, Francia, de una familia distinguida por su tradición en el ejercicio del derecho, que se apartó de la profesión familiar para hacerse sacerdote, y entregarse al bien de sus semejantes.

En la Francia del régimen anterior a la Revolución, el Fundador advirtió la pobreza lacerante que imperaba amenazando el futuro de los niños del pueblo, que crecían literalmente en la calle, y visualizó en el horizonte histórico que le tocó vivir, el contraste de luces y sombras de la ilustración y el terror revolucionario que estallaría en 1789, setenta años después de su fallecimiento.

A fines del Siglo Diez y Siete en la Francia del Viejo Régimen y en la mayor parte del mundo, la educación estaba reservada a unos cuantos que tenían el privilegio de ser educados en forma directa y personalizada por mentores particulares, en el modelo de la Escuela Palatina de la Edad Media, orientada a la Educación del Príncipe.

San Juan Bautista de la Salle fue un innovador en el campo de la pedagogía como proceso de enseñanza aprendizaje, y entre sus aportaciones se encuentran las bases mismas de la educación tal y como se desarrolló en el mundo en los tres siglos siguientes, hasta nuestros días. Los frutos de su visión de largo y profundo alcance, incluyen cuestiones que damos por supuestas como si hubieran existido siempre, pero que en realidad son fruto del talento del Señor de la Salle.

Al Fundador se deben cosas elementales como el ordenamiento de los alumnos en grupos por nivel de escolaridad; el horario de clases definido; la instauración de la escuela secundaria y la primera escuela para la formación de profesores que hoy se conoce como Escuela Normal. San Juan Bautista de la Salle rescató a los niños pobres de su entorno y los organizó en el sistema de grupos, que coloca al frente de los alumnos a un profesor que dialoga con el colectivo, y capta su atención con el auxilio de un pizarrón.

El genio innovador que caracteriza a la obra en comento, ha propiciado la coexistencia del sistema Lasallista tradicional con los modos de operación de la era digital y no sólo como mera adaptación tecnológica, sino como una aportación que busca la integración de maestros y alumnos en cuerpo y espíritu, a los modelos educativos actuales y del futuro.

Hoy día la obra de La Salle es un movimiento de alcance universal en pro de la educación de la niñez y de la juventud del planeta, tanto por tener presencia en ochenta países, como por el hecho de que está inspirado en una propuesta espiritual con perspectiva de eternidad, que parte del principio de que todos somos hijos del mismo Padre y por tanto, todos somos hermanos.

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