En el dibujo de los caracteres humanos, siempre se encuentra esa lengua viva, fiestera y provocadora que sujeta a los protagonistas de los torneos cortos, cuando acuden a la pila de los recuerdos vivos y rescatan las palabras clásicas, aunque otros van agregando detalles novedosos, propios del tiempo, para hacer una ensalada de posturas que rematan con "es un torneo parejo".
Ahora mismo, ya no son válidas las fotos cargadas de añoranza, ni el terreno que fue fértil, ni el sol, ni todo pasado obsesivo. Esto es la escritura de una historia nueva, esa que muchas veces la marcan los yerros, los pecados cometidos o bien se alzan las voces al descubrir a los nuevos héroes, que despejan dudas y sospechas fundadas. Esos que profetizan en tierra de creyentes.
Hay artistas cuya identidad creativa gana fuerza en el destierro y le sucede a Maradona, que le inventó un traje a la medida a sus Dorados, demostrando que la hierba puede crecer sobre las ruinas, que el hombre bien motivado por un maestro sabio y un objetivo tangible, es capaz de sobrevivir en el mundo de los marginados y dejar su laberinto de vida, aún en territorios donde los demonios derrotan a los ángeles. Motivación, trabajo, actitud, pasión en la oscuridad.
A la espera de que Diego complete el milagro del ascenso, no deja de sorprender el deterioro físico del gran atleta, ídolo eternizante que se muestra al borde del infarto en el banquillo y luego al final, rodeado de micrófonos, su voz aparece como la de un anciano, medio incoherente, aunque más que ello parece la de un alegre visitante de algún buen lugar donde corre el tequila.
Son los torneos reducidos donde nos damos cuenta de que cualquier persona puede ser genio pero antes no tuvo la oportunidad de demostrarlo. Porque aquí todos quieren convertir el agua en vino y poseer un talento más grande que el real, cuando todo parece ser una mezcla de convicción y actitud. Y los fans, esos solamente podemos estar a la expectativa, cuidando el reloj del corazón.
Cada cual tiene su legítimo favorito y Santos es hoy el motor local de las sensaciones, con detalles que conllevan dudas, por su plantel reducido, porque Ayrton no parece el mismo que nos presentaron en videos promocionales, porque Lozano está fuera de su propio rol de iluminador del campo y en general porque parece un equipo que tiene siempre consigo el freno de mano.
Cuando hay balones por alto, porque los rivales no hacen caso al anuncio ese de "favor de no tirarnos centros" la gente termina por considerar que la vida es dura sin Araujo e Izquierdoz y hasta quisiera que Osvaldo tomase su papel natural de jefe de juego, de filtrador estrella y toque fino para enchufar con sus vaqueros de arriba, con Furch cual pistolero como Tom Mix y Cabecita que tiene el turbo preparado y la mirada de matón, mientras Reyes se come las uñas.
Santos tiene jugadores cuya personalidad no respalda a su calidad y el técnico no ha conseguido emparejar los factores. Se acabó el tiempo. Ahora mismo tiene que ejercer de algo más que entrenador y detentar poderes porque representan la ilusión de millares, que conocen que su equipo es de élite, que tiene para cambiar su mundo, cambiando primero el de todos ellos.
