En la víspera del cambio en el nuevo Gobierno federal y ante la premura en la definición del presupuesto de egresos para el próximo año, han surgido en la región propuestas de proyectos hacia los cuales se canalicen los fondos federales, entre ellas las que se asignarían para atender el problema del agua. Esto, requiere definir prioridades en virtud de que los temas son diversos y complejos y por ello el enfoque que se adopte es clave para resolverlos, o más bien iniciar su resolución porque un año no es suficiente y por tanto los proyectos deben ser de mediano y largo plazo, más allá de los períodos de los gobernantes locales actuales y venideros.
Tal definición implica considerar los diagnósticos existentes para que las solicitudes locales no sean simples cartas navideñas, pero también la jerarquización responde a la visión que tengan los solicitantes y el interés público de los asuntos por resolver. Podríamos coincidir que el tema del agua es uno de los más estudiados en la Comarca Lagunera y la cuenca Nazas-Aguanaval, como también aceptaríamos que los diagnósticos centran la problemática en un asunto que ya constituye un rezago estructural y de su atención depende la salud de los laguneros y el desarrollo económico regional: la sobreexplotación y contaminación de nuestros acuíferos.
Quienes hemos dado seguimiento a este problema convergemos en aceptar que se ha abusado en la extracción de agua del subsuelo a casi el doble que se recarga cada año, sus niveles de abatimiento son tales que el agua bombeada en una gran parte de pozos está contaminada, particularmente destaca la presencia de altas concentraciones de arsénico cuyo consumo doméstico ha creado un problema de salud pública plenamente documentado por la comunidad médica local. Negarlo es ir contra la verdad y simularlo es poco ético, sobre todo de quienes quieren ocultar estos hechos.
Ante dicha situación se han aplicado diversas alternativas, la mayor parte con un enfoque parcial, temporal o insuficiente para resolverlo. La más conocida es la instalación de filtros en los pozos que secuestren el arsénico en el agua extraída; al respecto oficialmente se ha informado que son cincuenta pozos destinados al abasto de agua para uso doméstico-urbano a los que se han instalado filtros, ya que en ellos las concentraciones de arsénico son mayores a los 25 microgramos por litro que establece la NOM-127-SSA como niveles de tolerancia para el organismo humano.
Esta es una medida emergente necesaria para reducir los riesgos en la salud de la población que la consume, pero es sólo de carácter parcial y temporal porque esos filtros tienen caducidad y deben renovarse a un alto costo financiero, aunado a que el número de pozos que entrarán en esta categoría irán aumentando y de que dicha norma es ya caduca como lo indica la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ha bajado los valores a 10 microgramos por litro, situación en que se encuentran la mayoría de los 180 pozos que abastecen a la población lagunera.
Otra medida aplicada son los recursos destinados a la tecnificación del riego agrícola, la cual ha absorbido la mayor parte de los fondos públicos asignados a esta cuestión, en el entendido que los excedentes ahorrados con la tecnología utilizada se mantendrán almacenados en el acuífero. Sin embargo, se desconocen los datos sobre esos ahorros de agua ya que se carece de un sistema de medición confiable de la extracciones y de los niveles piezométricos en que se encuentra el agua en sus diferentes conos donde se bombea, de ahí que es prioritario instalar los equipos que permitan conocer con mayor certeza los volúmenes extraídos y disponibles.
Los gobiernos locales y los ciudadanos debemos solicitarle al nuevo Gobierno federal la asignación prioritaria de fondos públicos para crear estos equipamientos, ya que de la información que se obtenga se podrán tomar otras medidas que se orienten a empezar a resolver este grave problema. Esto es fundamental para atajar otras propuestas, algunas irresponsables, que sólo desvían la atención como la pretendida planta potabilizadora de aguas superficiales del río Nazas.
Ante los hechos recientes en que los laguneros sufrimos con el abasto insuficiente de agua en los meses del verano pasado, y las inundaciones por las fuertes precipitaciones que convirtieron las calles de las ciudades en ríos urbanos con el consecuente daño patrimonial en viviendas y negocios, es indispensable priorizar la asignación de fondos públicos federales que complementen los locales para mejorar los añejos sistemas de abasto de agua para la población, particularmente las redes de distribución cuya eficiencia actual es en promedio del 50%, esta mejora también debe ocurrir con las redes de drenaje sanitario a la vez de que se implementen sistemas de drenaje pluvial eficientes.
Hay otras medidas que los laguneros no contemplamos porque se aplicarían en lugares fuera de la región, pero que tienen una conexión con ella, es el caso de la recuperación del bosque en la parte alta de la cuenca y de los pastizales en la parte media, a los cuales debemos abogar sean beneficiados con fondos públicos más allá de los que se asignan para el pago de servicios ambientales en el primer caso, o casi nulos en el segundo, y otras más que no dejan de ser importantes.
Sin embargo, los fondos públicos no son abundantes, sino más bien escasos y por ello es necesario jerarquizar las prioridades. La creación de un sistema de medición confiable de las extracciones a través de telemetría y los niveles piezométricos del agua en el subsuelo es una medida que no puede postergarse, por ello desde el próximo año deben asignarse fondos para elaborar el proyecto ejecutivo que le soporte su financiamiento, y después el proyecto que determine la forma en que deba recargarse el acuífero, la prioridad es recuperar los acuíferos y resolver la contingencia urbana de escasez de agua doméstica y el control de las inundaciones.
