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Los mexicanos y la corrupción

JESÚS CANTÚ

Se acaba de dar a conocer la última encuesta de Latinobarómetro 2018 y en esta ocasión abundaron en el tema de la corrupción, que como es evidente por la atención acaparada en los medios masivos de comunicación, se ha convertido en uno de los principales asunto en la región, aunque todavía no logra desplazar a los temas económicos (economía y desempleo) y de delincuencia e inseguridad, que ocupan los dos primeros lugares.

Sin embargo, la corrupción a nivel latinoamericano fue considerada como el principal problema en su país por el 9% de la población encuestada y en el caso de México, llegó hasta el 14%, con lo cual se colocó en el cuarto lugar entre los 18 países en los que se aplica la encuesta. Los países que tienen porcentajes superiores a México son Colombia con el 20%; Perú, 19; y Brasil, 16; en contrapartida Uruguay, únicamente con el 1%. En el caso de México, la corrupción ocupa el segundo lugar, únicamente superado por la delincuencia con el 28%.

Latinobarómetro levantó su encuesta entre el 15 de junio y el 2 de agosto y al cuestionar sobre quiénes consideran que están involucrados en la corrupción, en México el mayor porcentaje lo obtuvo el presidente y sus funcionarios con el 61% que respondió que así lo considera, esto coloca a México en el cuarto lugar entre los 18 países, únicamente por detrás de Venezuela y Paraguay, dónde el 65% de los encuestados los involucran; y Brasil, con el 62%. Muy por debajo del 26% de Uruguay; el 29, de Costa Rica; el 32, de Chile; y el promedio latinoamericano que es del 50.

Siguiendo el orden que ocupan en México, como involucrados en la corrupción, la siguiente institución es la policía, con el 60%, lo que lo ubica en el segundo lugar a nivel latinoamericano, únicamente por debajo de Venezuela, con el 72% y muy por encima del promedio latinoamericano que es del 45% y de Uruguay y Costa Rica, con el 23 y 28 y Brasil, con el 27.

La siguiente institución en orden descendente son los parlamentarios, en el caso mexicano hablaríamos de los diputados y senadores, con el 59%, lo que lo coloca en el tercer lugar a nivel latinoamericano, donde lo superan Venezuela y Perú, con el 64 y 62%, respectivamente; y empata con Brasil, con el mismo porcentaje. El promedio latinoamericano es de 51% y los últimos lugares son Uruguay, con 25% y Costa Rica, 33.

Los jueces, logran estar por debajo del promedio latinoamericano y ubicarse en el octavo lugar, apenas por encima de la media tabla, con el 42% de mexicanos que consideran que están involucrados en la corrupción. En este caso el promedio es de 45; el más alto es Paraguay, con el 63%; y los más bajos nuevamente Uruguay y Costa Rica, con el 21 y el 23%, respectivamente.

Otras dos instituciones fuera del ámbito del sector público, pero con incidencia en la vida nacional, tampoco salen muy bien libradas: los empresarios y los líderes religiosos. En el caso de los primeros, México se sitúa justo en el promedio latinoamericano con 35%, en el séptimo lugar de la tabla, que encabeza Paraguay, 51% y, nuevamente, en los lugares 17 y 18: Uruguay y Costa Rica, con 23 y 22%.

Mientras tanto, los líderes religiosos mexicanos se ubican en el cuarto lugar de la tabla, con el 31% de las respuestas que los consideran involucrados en actos de corrupción, están arriba del 28% que es el promedio latinoamericano, muy por debajo de Ecuador y Chile, que encabezan la tabla con el 49 y el 45%.

Pero más allá de quienes están involucrados y quiénes no, hay otras tres preguntas que dicen mucho de cómo interactuamos los mexicanos con la corrupción. La primera es respecto a si es mejor quedarse callado, cuando se conoce un acto de corrupción: el 52% de los mexicanos estuvo de acuerdo con dicha afirmación, ocupando el sexto lugar en la tabla, y el 48, en desacuerdo. El promedio latinoamericano fue un empate en 48, entre los que estaban de acuerdo y en desacuerdo; y los que se manifestaron más claramente en desacuerdo con quedarse callados fueron Perú, con el 65% y únicamente un 31% de acuerdo y Uruguay, con 61, en desacuerdo y 35, de acuerdo.

Después se preguntó si consideraban que el quedarse callados implicaba convertirse en cómplices de la corrupción y el 79% de los mexicanos se manifestó de acuerdo, ocupando el cuarto lugar en la tabla y por encima del promedio de 74%, por debajo únicamente de Uruguay, Costa Rica y Argentina, con el 80 y de Brasil, con el 82. Otra pregunta muy reveladora es la que hicieron sobre si consideran que se puede pagar un precio de cierto grado de corrupción siempre que se solucionen los problemas del país, en este caso México estuvo en la parte baja de la tabla, en el décimo tercer lugar, con el 36% de los mexicanos dispuestos a pagarlo y por debajo del promedio latinoamericano de 40%; en este caso los que estuvieron por debajo fueron Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Guatemala.

Así los mexicanos tenemos bien identificados a los corruptos, sabemos que al no denunciarlos nos convertimos en cómplices de la corrupción (79%) y aunque únicamente una tercera parte está dispuesto a pagar el precio de la corrupción (36%), una mayoría de 52% prefiere quedarse callada. Vaya paradoja de esa sexta parte de la población que no está dispuesta a pagar el precio y que sabe que al no denunciarlo se convierte en cómplice; pero se queda callada.

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