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El PAN y sus circunstancias

JULIO FAESLER

No, no, el PAN no morirá del todo, amada Patria. Después de un controvertido proceso electoral interno, Marko Cortés, identificado con Ricardo Anaya, candidato presidencial perdedor, ganó la presidencia del PAN con una aplastante mayoría de más del 60%, comparado con el 22% obtenido por Manuel Gómez Morín. 180 mil panistas votaron, de los 200 mil que quedaron registrados en el padrón depurado.

La elección del presidente del PAN ha sido desde hace tiempo objeto de mucha especulación después de que se ha enfatizado la honda división que polariza a una membresía decepcionada y desorientada, en medio de la confusión general que reina en México en vísperas de muchos cambios anunciados. Es precisamente por eso que los días que le esperan a Marko serán pesados.

Restituir la confianza en el partido es seguramente la primera de las tareas que le corresponden al nuevo presidente que además requiere apartarse de lo que ha lastrado al partido durante sus últimos años.

Hoy el panorama político y social de México ha cambiado sustancialmente al dar un profundo vuelco en el esquema de las preocupaciones nacionales. El mismo electorado ha cambiado, es muy distinto al de los muchos años que han transcurrido desde aquel 15 de septiembre de 1939 en que, en el Frontón México Manuel Gómez Morín, prócer inigualable, fundó el partido con el objeto de conducir al país a la democracia.

La evolución de una mayor consciencia popular sobre los derechos ciudadanos, combinada con los brutales efectos de la demografía, han hecho que se diluyan y se esfumen los paradigmas de los partidos políticos en todo el mundo. Hoy la crisis de éstos es patente en muchos países de todo el mundo.

Gran parte de la confusión que pueda existir en el partido Acción Nacional se genera por el hecho de que ya pasaron los tiempos en que el contrincante era el partido de un régimen presidencial despótico y arbitrario que a lo largo de los sexenios manipulaba a su favor las elecciones en todos los niveles.

Afortunadamente los avances de los instrumentos democráticos creados por la presión de las organizaciones de la sociedad civil han tenido por efecto el que la función de la política se haya trasladado paulatinamente a campos y aspiraciones compartidos por casi todos los actores del escenario electoral. No es fácil encontrar una filiación que no luche por los mismos logros, basándose en los mismos valores que son innegables para todos.

Esta situación hace que la lucha política, la campaña para conseguir adeptos y más que nada nuevos afiliados activos, se vuelva más difícil ya que los temas que se manejan son los mismos, las promesas de campaña más osadas y por lo tanto, más expuestas a no poder cumplirse.

En esta situación el PAN encuentra que su discurso político se confunde necesariamente con el de otros centros políticos. El que haga valer su prestigio como adalid de la democracia no es suficiente identificación entre los demás partidos que postulan lo mismo.

Planteado así el asunto, aparece con nítida oportunidad el perfil de MORENA y el de su fundador Andrés López Obrador, Presidente electo de México, con los múltiples planes de gobierno que desde ahora comienzan a ejecutarse. A diferencia de la relativa indefinición del contrincante, que obligaba a dar preeminencia a los inevitables temas de la inseguridad, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos en que el país ha caído, factores que en realidad fueron una batalla sociopolítica común a todos los actores.

Ahora, por primera vez, se aclara con toda definición el blanco enemigo que le hacía falta al PAN. El papel de partido opositor que le toca jugar en esta coyuntura, se define mejor al tener la figura identificada por todos y al que habrán de dirigirse las propuestas contrarias a los postulados del PAN.

Toda la consideración anterior alude a estrategias para la acción restauradora del partido, pero lo que es aún más importante, es su capacidad para ofrecer a una ciudadanía, tan fastidiada de falsas promesas, cansada de expectativas frustradas como la mexicana, servidores públicos que se entreguen al trabajo cotidiano de contribuir honestamente en todos los niveles de gobierno para solucionar los múltiples problemas que esperan una atención efectiva.

Este es el reto más importante del PAN y que su nuevo presidente está llamado a atender y ante todo, estar listo a señalar cualquier error que emane del partido en el gobierno que desde ahora a todos nos muestra su intención de querer actuar al margen de la Constitución.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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