¿Dónde se encuentra el pozo del cual emergen las ideas para las grandes creaciones artísticas? Todo proceso creativo no surge de la nada. El tiempo que se invierte en gestar una idea varía dependiendo de cada persona.
Pero una interesante cuestión es de donde surgen.
Si bien no se trata de generación espontánea, a veces pueden aparecer en una fracción de segundo, lo que daría la impresión de que provienen prácticamente de la nada. Pero no es así.
Por más que alguien insista que una idea es original estas son precedidas por la experiencia.
La percepción, el sentido que se le da a los acontecimientos y el filtro o “los lentes” con los que vemos el mundo. Esa realidad personal que construimos día con día se ve nutrida con la experiencia de vida que después el artista trasforma en el arte que produce. Pero ¿Qué tipo de experiencias nutren dicho acervo? Todas las que el ser humano sea capaz de experimentar, quizá las que resulten gratas o satisfactorias sea menos complejo de cristalizar en algún proyecto, ya que derivan de situaciones que son fácilmente reconocidas por el autor y que no representan conflicto verle proyectado en algo externo.
Por el contrario con las experiencias que son dolorosas, que nos desagradan, aquellas que implican un “no querer ver” pasa algo muy interesante.
Primero a todo eso se le llama la sombra, no porque sea malo. Se entiende como sombra aquello que no vemos por estar velado.
Algo que reservamos para nosotros y que no mostramos tan fácilmente porque representan conflictos o partes de nuestro ser que no nos gustan a plenitud. Que van desde características físicas hasta de personalidad, gustos, intereses u opiniones. Entonces, de alguna manera esto resulta tan nutricio para la creación artística en dos sentidos. El primero orientado en hacer algo con la experiencia es decir, tomar aquello que no se puede mostrar explícitamente y trabajarlo de manera que sea “digerido” por nosotros y recreado en alguna pieza física.
Este trabajar con la emoción y la experiencia permite asimilar aquello que haya ocurrido. Si bien esto tiene su sentido terapéutico no solo funciona a nivel personal. Podemos encontrar mediante el arte una cura social de eventos que la misma población por sí misma no puede afrontar un ejemplo de ello es “Guernica” de Pablo Picasso que mediante formas y escala de grises plasma el horror de la guerra civil. Experiencia que no solo compete a una persona.
Este mecanismo es denominado sublimación y es una palabra que proviene de la química, que es un proceso de transformación. La cual se retoma en el psicoanálisis para describir eventos que no son gratos o socialmente aceptados y cambiarlos por algo que retribuya a la persona o a la sociedad.
Esta es una de las bondades del arte, de hecho podemos darnos cuenta de que en el estudio biográfico de grandes artistas, coinciden con eventos complicados o incluso traumáticos que se convierten en problemáticas en su vida cotidiana. Quizá de ahí surge la idea preconcebida del “genio loco” pero desde un análisis mas externo todas las personas tienes problemas en su vida, pero la forma de afrontarlo es lo que distingue a unos de otros, podríamos imaginar que hubo quienes en su vida optaron por las artes para crear algo.
Aunque no es necesario tener una vida trágica para orientarse a las artes, creo que nos podría servir de ejemplo que ante las dificultades de la vida hay opciones que nos permiten crear y recrearnos a nosotros mismos. Ya sea como autores o mediante el espejo de la obra de alguien más. Pero en lo sublime del arte, también se sublima lo nos parece menos estético o digno. Y ese poder de trasformación es la alquimia que se lleva a cabo en el proceso creativo.
